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Cuatro etarras se enfrentan a casi 75 años de cárcel por intentar asesinar a una periodista de EL PAÍS y a otro de Antena 3 en el año 2000

Los terroristas atentaron contra Aurora Intxausti y Juan Palomo cuando salían de su casa de San Sebastián junto a su hijo de un año

Los especialistas en explosivos de la Ertzaintza desplazados hasta el domicilio de los periodistas en noviembre de 2000, con el robot usado para desactivar la bomba.
Los especialistas en explosivos de la Ertzaintza desplazados hasta el domicilio de los periodistas en noviembre de 2000, con el robot usado para desactivar la bomba.Juan Herrero (EFE)
J. J. Gálvez

La Fiscalía pide casi 75 años de cárcel (con un límite de 30 años de cumplimiento) para cuatro etarras acusados de intentar asesinar en 2000 a dos periodistas de EL PAÍS y Antena 3, Aurora Intxausti y Juan Palomo respectivamente, y al hijo de ambos, Íñigo, que entonces tenía solo un año y medio. El ministerio público reclama a la Audiencia Nacional que condene a Patxi Xabier Makazaga, Jon Zubiaurre, Imanol Miner y Asier García por colocar una bomba junto a la puerta de la casa de los reporteros, que falló y no llegó a explotar cuando la familia salía de su domicilio. Según fuentes cercanas al caso, el tribunal prevé juzgar la próxima semana a los terroristas, que están actualmente en prisión por otros delitos.

El escrito de acusación detalla cómo ETA preparó el ataque contra los periodistas, que vivían en San Sebastián (Gipuzkoa) con su pequeño e informaban sobre los crímenes cometidos por la banda. Patxi Xabier Makazaga, alias Txema, ordenó a sus tres compañeros, miembros del comando Gaua, que recabaran información sobre las víctimas y estudiaran la “viabilidad” de atentar contra ellas con la colocación de “un artefacto explosivo en el rellano de su puerta”, según apunta la Fiscalía. De esta forma, una vez recopilaron los datos necesarios y acordaron la forma de ejecutar su plan, los etarras ocultaron una potente bomba en una maceta —cargada con 2,3 kilos de explosivo industrial y 2,5 kilos de metralla (tuercas y tornillos)—, que dejaron sobre el felpudo de la puerta. “Con una clara finalidad de atentar contra sus vidas y de causar daños en el inmueble”, subraya el Ministerio Público.

Pero el artefacto falló. Sobre las nueve de la mañana del 10 de noviembre de 2000, cuando Palomo abrió la puerta de su domicilio para salir junto a su familia, “escuchó una explosión similar a la de un petardo”. En ese momento, vio la maceta e indicó a su mujer e hijo que “regresaran al interior de la vivienda, al lugar más alejado de la puerta posible”. El sistema de iniciación eléctrico de la bomba había funcionado, pero no activó el detonador. Según destacó entonces el consejero de Interior, Javier Balza, el artefacto no explotó porque el periodista de Antena 3 abrió la puerta con un ademán brusco que separó el detonante de la carga.

“Me asomé y vi que había una maceta grande con una planta esbelta, como esas que te mandan los amigos por el nacimiento de tu hijo. Vi también que había un cable que colgaba en dirección a la puerta. Entonces me di cuenta de que aquello no era un regalo precisamente”, indicó Juan Palomo tras el atentado. Los investigadores resaltaron que los terroristas sabían que la pareja solía salir a esa hora de su casa para llevar a su niño a la guardería antes de dirigirse a sus respectivos puestos de trabajo.

En 2018, con motivo del anuncio de la disolución de ETA, Aurora Intxausti recordaba así el ataque contra su familia: “El día que te ponen una bomba en tu casa destinada a matar a tu marido, a tu hijo, y a mí... ese día supone una quiebra total en tu persona. Cambia tu vida, cambia la planificación de tu existencia, cambia todo... Es que nos pusieron dos kilos de amonal y tres de tornillería. Es que querían que volásemos por los aires”. “ETA había decidido socializar el sufrimiento, así lo dejó dicho en uno de sus escritos, y en su diana estaba la prensa. Podía haber ido contra Juan y contra mí, pero optó por la familia entera —nuestro niño tenía 18 meses— por la repercusión internacional”, añadió en un artículo publicado en EL PAÍS, titulado Los olvidados, donde rememora cómo se lo contaron a su hijo años más tarde: “Se lo contamos su padre y yo en una cena. Esa noche hablamos de libertad, democracia y terrorismo”.

El juicio por este atentado se celebrará más de dos décadas después del crimen. Fuentes cercanas al caso explican que la Guardia Civil consiguió recabar y aportar nuevas pruebas para armar la acusación antes de que prescribiese.

La Fiscalía atribuye a los cuatros etarras procesados tres delitos de intento de asesinato terrorista (por cada uno de ellos pide 19 años y 10 meses de prisión), y otro de estragos (por el que pide 14 años y 10 meses). “La activación del explosivo debía haberse producido justo en el momento de la apertura de la puerta del domicilio por sus moradores, lo cual habría provocado la explosión de la totalidad del artefacto y la proyección tanto de la deflagración como de la tornillería hacia la boca de dicha puerta, lo que hubiera conllevado la muerte de Juan Palomo de forma instantánea y la de Aurora Intxausti y su hijo, así como graves daños en el inmueble”, afirma el escrito de acusación, fechado el 7 de noviembre de 2023.

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Sobre la firma

J. J. Gálvez
Redactor de Tribunales de la sección de Nacional de EL PAÍS, donde trabaja desde 2014 y donde también ha cubierto información sobre Inmigración y Política. Antes ha escrito en medios como Diario de Sevilla, Europa Sur, Diario de Cádiz o ADN.es.
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