Donald Trump obliga también a reordenar la política española
Sánchez se abre a aumentar el gasto en defensa pero sin ajustes sociales mientras Feijóo asume finalmente que la política internacional también es nacional

Los cuarteles generales del PSOE y el PP están mirando con mucho interés algo que sucede a más de 7.000 kilómetros de Madrid. En Canadá, hace pocas semanas, los liberales de Justin Trudeau estaban completamente hundidos en las encuestas, hasta el punto de que su líder anunció su retirada para intentar que su partido salve los muebles.
Los conservadores les sacaban más de 20 puntos en las encuestas; las elecciones de este año, aún sin fecha, parecían resueltas en un giro a la derecha en línea con EE UU. Pero la ofensiva de Donald Trump contra Canadá, el resurgir de un sentimiento patriótico y el discurso firme de Trudeau han provocado un giro radical. Ahora los liberales están por delante en algunos sondeos, y los conservadores intentan desesperadamente alejarse de Trump, con el que hasta hace unos meses compartían muchas cosas. El caso canadiense, mirado desde las cúpulas del PSOE y el PP, demuestra que Trump puede reventar las políticas nacionales y no solo reforzando a la ultraderecha, como ansía Vox, sino también dando alas a quien se oponga a sus políticas de manera más firme.
Esta certeza, sumada a los contactos con líderes europeos del PPE, ha provocado un giro en la estrategia de Alberto Núñez Feijóo. Ahora vuelve a hablar de política internacional, un asunto que tenía abandonado, y se aleja de Trump, al que critica ―aun sin citarlo― por su política de aranceles contra Europa. Eso le aleja de Vox, pero Feijóo sigue siempre tan pendiente de la política nacional, donde se mueve más cómodo, que no puede evitar improvisaciones en defensa del partido de Santiago Abascal como la de este jueves, cuando criticó a Pedro Sánchez por hacer un “apartheid” y dejarles fuera de la ronda que hará en La Moncloa la próxima semana con todos los grupos.
En el Ejecutivo hay una convicción absoluta, contrastada con muchos meses de análisis: si la política española gira hacia la agenda internacional, como está pasando en todos los países europeos, eso beneficiará a Sánchez. “Feijóo lo sabe todo del caso Koldo, pero de política internacional no sabe nada. Sánchez va a recoger ahora todo lo que ha sembrado en los últimos años, lleva desde 2018 marcando un perfil internacional muy alto y trenzando relaciones que ahora son fundamentales. El PP ha perdido años en este asunto. Y ahora lo va a notar”, señala un miembro del Gobierno.
El PP intenta debilitar la posición de Sánchez con la idea de que la mayoría de la investidura no va a apoyar ese aumento del gasto en defensa. Los populares confían en que el presidente tendrá que pedir la ayuda de Feijóo, pero la realidad es que los planes del Gobierno no incluyen nada que necesite una votación agónica en el Congreso. Sánchez presumió el jueves de que su Ejecutivo ha aumentado un 10% cada año el gasto en defensa, y lo ha hecho sin necesidad de que el PP le apoyara. Distintas fuentes del Gabinete coinciden en que hay margen, incluso sin Presupuestos, a través de ampliaciones de crédito o tirando del fondo de contingencias, como hasta ahora, para seguir aumentando el gasto en defensa sin necesidad de pedir ayuda al PP.
Además, España va a luchar para que los principales aumentos vengan a través de fondos mancomunados de la UE, y Sánchez insiste en ampliar el concepto no solo a defensa, sino también a seguridad, para poder incluir todos los gastos que se están desplegando en ciberseguridad y otras cuestiones. El presidente del Gobierno garantizará a todos sus interlocutores de la mayoría, también los más críticos de la izquierda, que este aumento de gasto no supondrá en ningún caso recortes sociales. “Si Trump quiere que Europa sea como EE UU, con un Estado del bienestar débil y mucho gasto en defensa, no lo va a conseguir. No vamos por ahí, ni nosotros ni nadie. Ni Italia ni Francia ni Alemania van a aceptar recortes en pensiones, sanidad o educación para comprarles tanques”, resume un miembro del Gobierno. El propio Sánchez fue muy claro el jueves en Bruselas: “Nuestro modelo de bienestar es imbatible y tenemos que defenderlo”.
Si Feijóo cree que el jueves, cuando vaya a La Moncloa, Sánchez le va a pedir su voto, todo indica que no será así. El presidente ha organizado una ronda con todos los grupos al mismo nivel ―algo que ha molestado mucho al PP, que pretendía un trato preferente― para compartir con ellos la información y para explicarles qué pasos piensa dar, pero las cosas aún están en fase muy inicial, no están acordados ni siquiera los instrumentos ni en qué se va a gastar el dinero y cómo se va a financiar. Sánchez está concentrado ahora en lograr que el dinero europeo llegue en modo de transferencia, y no solo de préstamos, un debate muy similar al que tuvo la UE en plena pandemia, cuando se estaban negociando los fondos europeos que finalmente para España supusieron 72.000 millones de euros en transferencias directas, esto es dinero que no hay que devolver.
En el Gobierno hay una discusión entre el PSOE y Sumar sobre el aumento del gasto en defensa, un asunto que siempre ha sido muy sensible. El Consejo de Ministros más delicado que ha vivido la coalición fue en julio de 2022 y giró precisamente en torno a la OTAN, la entrada de Suecia y Finlandia y el aumento del presupuesto de defensa. Nunca como entonces estuvo el Gobierno al borde de la ruptura. Pero ahora, tanto en el PSOE como en Sumar trasladan que hay diferencias, pero no insalvables. Sumar reclama que en vez de aumentar gasto se oriente mejor, con acuerdos dentro de la UE para no gastar todos en lo mismo y sobre todo para no engordar la industria militar de EE UU. Los socialistas no tienen una visión tan diferente, y de hecho Sánchez está trasladando un mensaje mucho más cauteloso que el de otros líderes europeos e insiste en que España ya está gastando mucho y por ejemplo en equipamiento ya está por encima del 20% del gasto que reclama la OTAN. Sánchez también apuesta por invertir en industria de defensa europea —España tiene un sector potente— y no americana.
El presidente además le recordará a Feijóo, que ahora reclama incluso ir al 3%, que con el PP en La Moncloa, el gasto se quedó por debajo del 1%, y ha sido él quien lo ha subido mucho. De hecho, si no fuera porque el PIB español está creciendo de manera intensa en los últimos años, el objetivo del 2% ya estaría mucho más cerca.
El PSOE confía también en un discurso pragmático de otros socios como ERC, y por supuesto del PNV y Junts, pero se da por descontado el rechazo de Podemos. Sin embargo, en La Moncloa insisten en que no van a necesitar ninguna votación en el corto plazo. Solo haría falta llevar al Congreso un eventual envío de tropas a Ucrania para garantizar un proceso de paz, y ahí habría que ver qué posiciones adopta cada grupo, pero en cualquier caso ese es un escenario lejano. El propio Sánchez criticó este jueves al francés Emmanuel Macron por apuntar esa idea del envío de tropas como algo inminente, cuando la paz aún está muy lejos. “En la izquierda también están cambiando las posiciones. Esto no es la guerra de Irak, EE UU invadiendo un país. Esto es un país invadido por otro imperio, Rusia, que se defiende y tenemos que ayudarlo. Esto es como la república española en 1936 pidiendo ayuda a las democracias europeas y a EE UU. ¿Va a apoyar la izquierda española que hay que dejarles solos?”, resume un ministro. “Europa que ha despertado y que ha entendido que no podemos confiar más en EE UU. Ahora tenemos que ver cómo lo hacemos, pero el escenario de comprar tanques y recortar servicios sociales no existe. Nadie está en eso en Europa, las opiniones públicas lo rechazarían de plano”, sentencia otro. La política española se funde cada vez más con la política internacional, y cada partido se recoloca ante el nuevo escenario. Esta semana dará muchas claves de esos movimientos, y solo Vox se queda con Trump. Pronto se sabrá si eso fue un acierto o un error.
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