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Toledo vuelve a tener playa gracias a la crecida del río Tajo: “Es un regalo de la naturaleza”

El aumento del caudal y el arrastre de sedimentos resucitan un antiguo arenal cerrado al baño desde 1972 por la contaminación del río

Rio Tajo Toledo

Jesús, de 80 años, muestra en su móvil una fotografía de 1972. Señala con su dedo el casco antiguo de Toledo y a sus pies, junto al Tajo, a un nutrido grupo de bañistas. Fue el año en el que las autoridades prohibieron sumergirse en sus aguas por su elevada contaminación. “He bebido agua del río, he comido camarones del río y he aprendido a nadar en él”, recuerda. Vive en el barrio de La Cornisa y charla con otros dos amigos junto al cauce, a pocos metros de la playa natural que 53 años después ha resurgido por los sedimentos arrastrados por el río tras varias semanas de crecida. Los vecinos de Toledo, tan ligados al Tajo, la han bautizado ya como la Playa de las Tenerías, por ubicarse cerca de los restos de las curtidurías que durante varios siglos funcionaron en Toledo y que, ocultos por la maleza, forman parte de la Lista Roja del Patrimonio de Hispania Nostra.

Sobre el arenal, parejas y grupos de amigos charlan, toman el sol, juegan a algo parecido al vóley-playa o pasean a sus perros sobre la lengua de arena fina y blanca que ha formado cuando el agua ha empezado a retirarse de las zonas de ribera que había vuelto a colonizar. Su acceso es fácil porque se sitúa cerca del embarcadero de la Barca Pasaje, una plataforma flotante que comunica las dos orillas del río en los meses de primavera y verano y que toledanos y turistas utilizan, sobre todo, en la romería del Valle. El cauce aún baja con fuerza y es el fondo sonoro de quienes, pese a no poder bañarse, agradecen una estampa que no se veía en décadas. “No han descubierto nada porque eso es lo que teníamos antes”, rememora Jesús, sorprendido por la expectación y el impacto mediático que está teniendo la playa.

Varias personas en la playa del río Tajo, a 6 de abril de 2025, en Toledo, Castilla-La Mancha (España).

Los que no conocieron ninguno de los arenales que hace décadas salpicaban su cauce lo hacen con sorpresa y también gratitud al río por haber devuelto este espacio a la ciudad. Bajo la sombra de un árbol, se encuentra Francesco, un italiano de 24 años que comparte “tarde de playa” con sus amigos de Erasmus. “Lo malo es que no podemos bañarnos en el río”, cuenta. Lo advierten los carteles que el Ayuntamiento se ha visto obligado a colocar al conocerse que varios niños se habían metido hasta las rodillas en su cauce. Es también la pega que ponen Paula y Daniel, dos veinteañeros que han tendido sus toallas en la playa y que recuerdan como sus padres se bañaban en el Tajo en sus años mozos. Son conscientes de los riesgos que entraña darse un chapuzón en sus aguas. Eso sí, ironiza Daniel, “es dinero que te ahorras yendo a la playa”.

La imagen bucólica que el río ofrece estos días la empaña, sin embargo, el color negruzco de sus aguas, las espumas que arrastra y el olor que desprende. Todo ello, denuncia Jesús, por la deficiente depuración de las aguas residuales aguas arriba, especialmente en la Comunidad de Madrid, y la alteración de su cauce por el trasvase Tajo-Segura. Ana Alcaide, cantante y compositora toledana, observa el bullicio mientras sus hijos juegan. “Estamos encantados”, comenta, y cree que podría ser “la excusa para ponerse un poco las pilas y que sirva de empuje para comprometernos y que no suframos este nivel contaminación”. Ana, gaditana de 30 años afincada en Toledo, disfruta de la playa tras enterarse por las redes sociales y pide, como el resto de los allí congregados, que se haga lo posible para mantenerla. “Es un sitio increíble para echar la tarde”, apunta.

El Ayuntamiento de Toledo ha recogido el guante y se ha comprometido a preservar el espacio mientras el río no modifique, de nuevo, sus márgenes. Lo hará cuando se conozca el resultado de los análisis de las muestras de agua y arena que se han enviado a un laboratorio y que llegarán en unas semanas. Es importante determinar los materiales que conforman el arenal para evitar riesgos. Después, se instalarán unos paneles explicando qué usos estarán permitidos y cuáles, al margen de la prohibición del baño, no. “Queremos tener toda la información completa para que los toledanos puedan disfrutar de esta nueva playa con todas las garantías”, explica el alcalde, Carlos Velázquez, tras la visita que técnicos municipales e investigadores de la Cátedra del Tajo UCLM-Soliss han realizado este miércoles al entorno.

Presencia de patógenos en el agua

“La arena de la playa está formada fundamentalmente por granitos procedentes de la erosión de la Sierra de Guadarrama, que han llegado al Tajo desde el Jarama y sus afluentes. A priori, la arena superficial no debería tener patógenos ya, pero no olvidemos que las aguas que han traído esas arenas sí estaban contaminadas por bacterias y otros compuestos”, señala la directora de la Cátedra del Tajo, Beatriz Larraz, sobre los análisis de los lodos y arenas que se están realizando. Desde este grupo de expertos multidisciplinar brindan su apoyo para mantener un espacio que consideran “un regalo de la naturaleza, un regalo que nos ha dado el río” gracias a la dinámica fluvial de las últimas semanas. “Solo tenemos que aprender a relacionarnos con esta nueva playa”, apunta Larraz.

La investigadora explica que “es fundamental no olvidar que el baño está prohibido por la mala calidad de las aguas” ―debido a la presencia de patógenos que, al proceder de las aguas residuales de las depuradoras, pueden producir trastornos intestinales―. “Seamos conscientes de que tenemos que cuidarla y respetarla como haríamos con cualquier otro espacio público”, dice. Larraz sostiene que la playa “ayudará a que crezca el poder de reivindicación de los derechos” que tienen los ciudadanos de Toledo a disfrutar de un río Tajo en buen estado ecológico y químico. “La ciudadanía ya se está acercando a disfrutar del paisaje, ya está pudiendo vivir el privilegio que supone tener este espacio a nuestra disposición y, de paso, lo maravilloso que sería que la calidad del agua fuera lo suficientemente buena como para poder bañarnos”, agrega.

En la zona aún son visibles los residuos arrastrados por el caudal en las últimas semanas. Vallas, plásticos, ramas e incluso restos de obras que el Ayuntamiento retirará este próximo sábado en una jornada de “basuraleza” en la que colaborarán diversas entidades locales. “Esta playa es una oportunidad maravillosa y queremos que se utilice de la mejor manera”, insiste Velázquez, que también recuerda que la Confederación Hidrográfica del Tajo ha autorizado, recientemente, la celebración de pruebas con piraguas en otros tramos del río, y que saca pecho del plan de vertidos “cero” que su gobierno puso en marcha en la presente legislatura y que ya ha permitido la clausura de varios puntos. La ciudad cuenta, además, por primera vez en su historia, con un concejal de Río Tajo, “que ahora no sabemos también si será concejal de playas”, bromea.

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