Una universidad de élite en Marbella donde lo primero es aprender a recoger la basura
En Les Roches, exclusiva escuela de negocios con aires de academia militar, se forman 1.800 alumnos de casi un centenar de nacionalidades
Con cara de sueño, unos 50 estudiantes responden a su profesor al unísono. “Good morning, Sir!” (¡Buenos días, señor!). Tienen alrededor de 19 años, forman en círculo y van de punta en blanco. Saben que el más mínimo detalle es penalizado en la revisión que sufren cada mañana. Zapatos lustrados, camisa con cuello impoluto, botones bien colocados, pelo recogido en un moño. A las ocho y media de la mañana de cada día, Hassan Djeebet, director de Operaciones y Servicios al estudiante del exclusivo centro universitario Les Roches, en Marbella (Málaga), revisa uno a uno los uniformes. No es una academia militar, pero lo parece. “No somos soldados, pero debemos ser capaces de estar de pie, sonriendo, esperando con ilusión a atender al cliente”, les recuerda antes de mandarlos a clase. Son parte de los 1.800 jóvenes que se forman en una de las escuelas de negocios más exclusivas del planeta a cambio de entre 100.000 y 120.000 euros por un grado que dura tres años y medio e incluye la manutención y el alojamiento. Las grandes empresas se los rifan.
No existe mejor contexto para Les Roches que Marbella, donde el lujo está en lo cotidiano. En sus pasillos da la sensación de estar caminando entre ejecutivos y no tanto rodeado de alumnos con todo por aprender. Sus enormes instalaciones están cuidadas al máximo. Cuentan con las últimas tecnologías y las mejores comodidades para los estudiantes, procedentes 90 de países. Aprenden finanzas, estadística, gestión de equipos. También a montar una mesa o limpiar una habitación de hotel. Pronto serán codiciados por las mejores compañías, pero antes bajan al barro. Su primer semestre es pura práctica: cocinan y sirven a sus propios compañeros, limpian el polvo o el baño. Aquí los líderes del futuro empiezan sacando la basura. “Para hacer una buena gestión primero debes conocer los procedimientos”, afirma Ana Rosa González, gerente del programa de los estudios de grado. El centro también imparte posgrados, másteres y programas enfocados a profesionales.
Con una colorida pajarita en el cuello, Hassan Djeebet desgrana la filosofía de esta escuela de negocios embutida en un resort de lujo. Lo hace relatando cómo, además de los estudios clásicos —finanzas, marketing, recursos humanos— también hay formación en atención al cliente, hospitality y desarrollo personal. El idioma base es el inglés. Cada alumno al que se dirige le responde con un “Yes, Sir” (Sí, señor), “Sorry Sir” (Lo siento, señor), “Ok, Sir” (Entendido, señor). Mientras charla, radiografía la actitud de cada estudiante. Hasta de los que fuman en la puerta. “Lo que seas aquí, lo serás como profesional. No puedes dirigir a una persona si no sabes hacer tú mismo su tarea. No puedes dar órdenes si no eres capaz de recibirlas. Imitamos el mundo real para que salgan lo más preparados posible”, explica.
La mayoría del alumnado duerme en las dos residencias del centro, la segunda inaugurada este mismo curso. Muchos son jóvenes que lo han tenido todo en su vida con solo pedirlo o que pagan mil euros por una habitación de hotel como si nada. Aquí no les temen. “Para mí son lo mismo: una página en blanco y yo soy Picasso”, dice elocuentemente Djeebet. El código de vestimenta, igual para todos, los estandariza. El exalumno y ahora director del centro, Mano Soler, recuerda que se tuvo que cortar el pelo largo para cursar aquí sus estudios. Afirma que sacar la basura con otros compañeros “une para toda la vida”. Y que algunos padres le llaman quejándose de que sus hijos tengan que hacer esa tarea. “¿Cómo van a saber liderar si no saben lo que cuesta algo tan sencillo?”, responde al tiempo que nombra dos conceptos básicos de la filosofía de la casa: disciplina y humildad.
“Estudiar aquí me ha cambiado la vida”, asegura Jakub Rejchrt, checo de 22 años, que cursa ya el último semestre de sus estudios de grado. Llegó a Les Roches tras leer un reportaje en Forbes y ahora se siente “medio español”. “Jamás había cocinado y el primer día servíamos a 800 personas. Fue un caos, pero aprendimos mucho”, recuerda con un traje impecable y una sonrisa de catálogo. Él ha elegido la especialización final en emprendimiento porque quiere montar su propia empresa. “Si quieres y le pones interés, aquí tienes todos los recursos del mundo para aprender”, añade el peruano Santiago Ríos, de 26 años, que realiza un máster. Con madera de líder, quiere trabajar en hoteles durante 15 años para trasladar más tarde ese conocimiento al turismo de su país.
No le faltarán oportunidades. Hoy es la compañía Hyatt la que se encuentra en el centro haciendo entrevistas. Mañana le toca al Mandarin Oriental de Doha. Otras empresas más pequeñas participan en ferias virtuales. Todas las grandes compañías —Google, Cartier, Four Seasons, CaixaBank— pescan aquí. Casi siempre de la mano de ejecutivos que estudiaron en el centro: hay una red de 14.000 antiguos alumnos. LinkedIn está repleto de perfiles directivos que en su educación incluyen Les Roches. Son responsables de cadenas hoteleras y resorts de medio mundo, pero también de restauración, consultorías o start-ups. “Quien es proactivo consigue varias ofertas y puede empezar bien su carrera”, asegura Silke Busche, que dirige el departamento que ayuda a los jóvenes a buscar oportunidades, preparar entrevistas o mejorar habilidades de comunicación. El que no trabaja es porque no quiere. Y eso que la escuela ha aumentado el alumnado un 65% en la última década hasta el récord de 1.800 personas conseguido este 2022. Sin contar los alrededor de 2.000 jóvenes saudíes que se forman aquí —150 por semana— dentro de un ambicioso programa turístico de su país.
Las posibilidades futuras son las que buscan la murciana Silvia Méndez (22 años) y la madrileña Carlota García (23 años). Se conocieron estudiando Comercio y Turismo en la Universidad Complutense de Madrid y querían finalizar sus estudios en Les Roches, cuya actividad seguían con frecuencia en Instagram. “Cuando decía que me venía a estudiar a Marbella… La gente se reía”, recuerda García. Quieren trabajar lejos —Dubái, Australia— para aprender más. “Llegué y encontré aquí a gente de todos lados. Tengo la sensación de haber vivido siempre en un sitio pequeñito y que ahora el mundo se ha hecho enorme”, aseguran. Compañeras como la costarricense María Fernanda Fournier, de 21 años, les sirven de ejemplo. Ella hizo las primeras prácticas en Finca Cortesín (resort de lujo en Casares, cerca de Marbella) y pronto empieza otras de un año en Miami. “Todo lo que te pasa aquí es increíble”, dice la joven.
Más allá de las clases prácticas y teóricas, la Student Government Association —la asociación de estudiantes— impulsa 15 clubes. Los hay deportivos, pero también de debate, vino, libros, micología o yoga. Funcionan bajo el criterio de que la interacción es importante para el desarrollo personal del alumnado, pero también para su futuro profesional. Los lazos de amistad serán comerciales en el futuro. La presidenta de la organización estudiantil es la alemana Rebeca Victoria Pfleger, que con 22 años podría pasar por una alta ejecutiva de cualquier hotel. Está a punto de acabar su etapa formativa en Les Roches tras realizar prácticas en Londres y Hong Kong en hoteles Mandarin Oriental. En la conversación, repasa las numerosas actividades que organiza junto a su equipo de 40 personas. Tras una pausa, sonríe. “También organizamos fiestas”, asegura. No todo va a ser estudiar. Ni en Les Roches.
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