La rehabilitación de la Casa Palacio del Pumarejo de Sevilla: Aquí sí hay quien viva
Tras más de 20 años de quejas de asociaciones y vecinos, comienzan las obras para renovar este deteriorado Bien de Interés Cultural

La mitad de la plaza del Pumarejo, situada en el casco antiguo sevillano, se encuentra plagada de vallas metálicas por las obras que empezaron el pasado 27 de enero en la Casa Palacio del Pumarejo, dejando un paisaje totalmente atípico. Los veladores que ocupaban ese espacio, apenas tienen hueco y el que hay, está lejos de los bares a los que pertenecen. “Niño, te vas a tener que poner patines para ir a atender las mesas”, dicen con retranca los clientes del bar Camacho, situado en una esquina de la plaza. Pero las obras, aunque entorpezcan la labor de la hostelería, no molestan, porque, después de más de dos décadas de espera, conseguirán devolver el esplendor a uno de los edificios más emblemáticos de la capital andaluza y cuyo estado actual roza la ruina.
“Los promotores intentaban convencer a los vecinos, los acosaban y decían: ‘Esto está en ruinas, aquí no se puede vivir…”, afirma José Pedrinazzi, de 62 años, uno de los dos únicos propietarios de una de las viviendas en las que se divide el Palacio del Pumarejo. Es el hijo de Felisa, emblemática vecina de la casa, fallecida recientemente. “Si había que hacer modificaciones mi padre, por ejemplo, ha sido albañil y todo lo que había que hacer en casa lo hacía él, pedía sus permisos y lo hacía”. Además de Pedrinazzi y la otra dueña, en la vivienda también tiene su sede la asociación Casa Grande Pumarejo, que alberga a varios colectivos ciudadanos y que es la que ha impulsado la protección del complejo a lo largo de estos años.
La Casa Palacio del Pumarejo fue construida en el año 1773 por el conde Pedro Pumarejo, que también mandó edificar el resto de las viviendas de la plaza. Tiene cuatro plantas y 2.339 metros cuadrados, a los que hay que sumar un patio trasero de 125. A lo largo de su historia ha tenido varios usos; desde un hospicio y colegio de Niños Toribios ―pequeños abandonados y recogidos de las calles de Sevilla― a principios del siglo XIX; pasando por una cárcel de mujeres durante la Guerra de Independencia; hasta la actual casa de vecinos con varios comercios en las plantas bajas.
Su decadencia comenzó en la década de los 70 y se agilizó con el Plan Urban, aprobado en 1995, que tenía como objetivo la rehabilitación del sector norte , del casco histórico de Sevilla ―donde se encuentra la casa palacio― debido a su mal estado, pero que, sin embargo, forzó numerosos desalojos y una gran especulación debido al interés de entidades privadas por hacerse con las edificaciones de la zona.
Tanto el Ayuntamiento como habitantes de la casa ―colectivos y vecinos― están ilusionados con el inicio de las obras porque se recuperará un lugar emblemático de la ciudad que estaba en malas condiciones. Además, se aumentará su capacidad con más viviendas, volverán antiguos comercios, como la mercería y la pescadería, y se recuperará el patio trasero. Los residentes esperan que el proyecto se cumpla escrupulosamente y por ello han creado una comisión de seguimiento que han llamado erre que erre (RQR), porque son “una mosca cojonera” de la Administración, como reconoce Pedrinazzi.
El estado ruinoso en el que se encontraba la casa palacio hizo que en 2001 dos de los cuatro propietarios del inmueble vendieran su parte a la cadena hotelera Quo Hoteles Integrados S.A. para edificar allí un hotel de lujo. “Nosotros nos dimos cuenta cuando llegó un recibo con una de las rentas a nombre de Aquilino Fraile García, uno de los socios del hotel”, recuerda Pedrinazzi.
La movilización de los vecinos y de la Asociación Casa Grande del Pumarejo, creada en el 2000 precisamente para evitar la expulsión de los vecinos por parte de intereses hoteleros, consiguió que, el 26 de junio de 2003, el lugar se declarase Bien de Interés Cultural (BIC) con categoría de Monumento, catalogación que también tiene La Giralda. Este logro garantizó la protección de los usos de la casa, entre ellos el residencial, evitando así que a los vecinos se les echara de sus casas. “Eso se consigue gracias a la Asociación Casa Grande del Pumarejo, al apoyo de los vecinos y al buen asesoramiento de muchos profesionales”, asegura Manuel Pombero, presidente de esa entidad. Como consecuencia, el 16 de septiembre de 2009 se expropió a la cadena hotelera de su parte de la Casa Palacio del Pumarejo, pasando a pertenecer, en su totalidad, al Ayuntamiento de Sevilla.
En 2011 el Ayuntamiento y la Asociación Casa Grande del Pumarejo firmaron un convenio por un uso demanial del edificio por esa entidad durante 15 años. El acuerdo finaliza el próximo año 2026 y la asociación espera que se renueve porque “se comprometieron a su renovación”, tal y como recalca Pombero. Por su parte, el Ayuntamiento es más cauto y prefiere no adelantar acontecimientos, asegurando a este diario que “se está en contacto permanente con los vecinos y las asociaciones para planificar el futuro”.

“Futuro esperanzador”
Pero el amparo que otorgaba la declaración de BIC o la compra por parte del Ayuntamiento, no frenaron la degradación ni del palacio ni del entorno. La plaza del Pumarejo durante mucho tiempo ha estado asociado al estigma del abandono, siendo un lugar donde se ejercía la prostitución, personas sin hogar o drogadictos. Sin embargo, los distintos colectivos que han ido pasando por la Casa Palacio siempre se han esforzado por darle un cambio de imagen, organizando allí actividades lúdicas y culturales, como pasacalles o actuaciones musicales o teatrales. ”El espacio se puso a disposición del vecindario para realizar actividades, siempre de cara al barrio, para dinamizar la casa y su vida cultural”, asegura Pombero.
Las obras que el Ayuntamiento acometerá hasta 2027, van a facilitar ese cambio de imagen que tanto tiempo se lleva buscando. La reforma se dividirá en dos fases: la primera, que afectará a la mitad trasera del edificio y en la que se emplearían 18 meses; y una segunda, que acondicionará la zona delantera y que se finalizará en un año. “Nuestro objetivo es que tengáis un espacio con las condiciones adecuadas para que podáis seguir desarrollando las distintas actividades que venís llevando a cabo durante tantos años y poder mantener las costumbres de los vecinos”, declaró el alcalde de la ciudad, José Luis Sanz, el pasado 27 de enero tras inaugurar las obras.
Los dos periodos de reformas van a permitir a los vecinos y colectivos que, mientras se realizan las obras siempre puedan disponer de un espacio en la casa para realizar sus actividades. “Si se hace en dos fases es también por la insistencia, porque hemos estado ahí, activos con el proyecto, porque la intención de Sanz era hacerlo en una sola fase para ahorrar dinero”, aclara Pedrinazzi.
Desde la asociación ven un “futuro esperanzador” a la Casa Palacio del Pumarejo, y ponen el énfasis en la firma de un nuevo convenio que les permita el uso privativo de la casa para que prosperen los comercios, continúen las actividades culturales y se abran nuevas viviendas que traigan familias con niños y vuelva a ser como antes de los años 70. “Como estamos enamorados del proyecto, cuando uno está enamorado lo que quiere es que el amor siga adelante”, insisten satisfechos.
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