Las redes desentierran el misterio de unas fotografías anónimas halladas en Palma
El Museu Marítim de Barcelona negocia la adquisición de 3.800 negativos descubiertos en 2006 en un contenedor de basura de Mallorca
El misterio salió a la luz el pasado sábado. El fotógrafo Lluís Artús compartió en Twitter doce fotos en blanco y negro, escenas marineras de Barcelona, con una escueta frase: “Imágenes del puerto y de la Barceloneta encontradas en un contenedor de la basura de Mallorca”. La indumentaria de las personas retratadas y los objetos fotografiados parecían indicar que eran instantáneas de las décadas de los cuarenta y cincuenta del siglo pasado. Artús añadió que las había extraído de la cuenta de Facebook de Carles Buye, un aficionado a la fotografía. Buye las hizo públicas ese mismo fin de semana con los siguientes datos: “3.800 negativos 6x6, encontrados en un contenedor de basuras de Palma de Mallorca. Casi todas de Cataluña. Años 40, 50 y 60. Algunos negativos estaban desordenados, la mayoría estaban en un sobre de 12 negativos indicando lugar, fecha, muchas veces el día, tipo de revelado e incluso temperatura. Autor desconocido”.
Buye explicó este lunes a EL PAÍS que toda la información y las imágenes que había colgado en su cuenta de Facebook procedían de otro foro de internet, y que el propietario de los documentos es un mallorquín de nombre Toni Amengual. Este coleccionista obtuvo en 2006 unos negativos que habían sido desechados en una calle de Palma dentro de una caja de zapatos. Amengual no quiere aportar más detalles sobre el hallazgo. El Museu Marítim de Barcelona (MMB) se interesó el mismo sábado por las imágenes y está negociando con Amengual la cesión de las 3.800 imágenes digitalizadas por él. La conservadora de fotografía del MMB, Silvia Dahl, confirma que el asunto no es nuevo para ellos: Amengual ya les había ofrecido la colección en 2018, pero por un precio que el museo no podía pagar. A raíz de la notoriedad que el caso ha recibido en las redes sociales, el propietario y el museo han reiniciado el contacto. “En la situación de crisis actual tenemos más limitada nuestra capacidad de adquisición, a no ser que algún mecenas nos ayude. A Amengual le parece bien que las tenga el museo. Y entre todo y nada, de momento hay un punto intermedio, la cesión de las copias digitalizadas”, dice Dahl.
Dahl ha podido estudiar parte de este legado anónimo y no tiene duda de su calidad e importancia como testimonio gráfico. “La colección es especialmente valiosa para nosotros porque tenemos pocas imágenes del puerto de Barcelona en la posguerra y años cincuenta, era una época que poca gente podía costearse una cámara de calidad”, afirma la conservadora del MMB. Los 3.800 negativos son en su mayoría escenas tomadas en Cataluña –no solo de Barcelona, también de Vic o de Centelles– y algunas de Sevilla, Madrid o París. Abarcan desde los años cuarenta a los setenta, según Dahl.
En Twitter y en Instagram se han podido consultar una veintena de imágenes más compartidas por Carlos Moreno, un profesor de la Escuela de Formación Profesional NauticoPesquera de Palma. Moreno explica que un amigo de Amengual le entregó hace ya más de diez años unas 300 fotografías digitalizadas de la colección. El MMB informa que Amengual distribuyó en su momento algunas copias entre sus amistades.
“Probablemente sea un aficionado”
Hay una foto que por su calidad llamó especialmente la atención de Maria José Mulet, profesora de Historia del Arte de la Universidad de les Illes Balears (UIB) y experta en historia de la fotografía. Mulet recibió durante el fin de semana un mensaje de whatsapp de una amiga avisándola del misterio de los negativos de Palma. Entre las capturas que pudo analizar en Twitter, su favorita es la de un fotógrafo minutero en una playa, vestido con traje y observando el mar. A su lado, sobre la arena, tiene a punto un decorado taurino para retratar disfrazado a su próximo cliente. Mulet da por hecho que esta obra no es de un fotógrafo conocido en Mallorca: “Si fuera así, me acordaría de algo tan bueno”. Xisco Bonnín, director del Archivo del Sonido y de la Imagen de Mallorca (ASIM), detalla que Amengual le mostró hace unos años unas placas de la colección, por si su institución quería comprarla. “Eran imágenes muy buenas, pero no tenían vinculación alguna con Mallorca, por lo que lo descarté”. Bonnin comenta que podría tratarse de un alto cargo de alguna empresa de transporte marítimo destinado a Palma. “El acceso que tiene a los puertos no debía ser algo habitual”.
“Son fotos muy buenas, pero no parecen de un profesional sino de un aficionado muy pulcro, con buen dominio de la luz, un fotógrafo más bien pictorialista”, añade Mulet. Dahl es del mismo parecer: “Creo que son obra de un aficionado con un gran dominio técnico y de la escena creativa. Pero no tienen el mensaje, por ejemplo periodístico, que puede tener un profesional”. Dahl confía que en el MMB puedan obtener detalles de las imágenes que acaben por identificar al autor. Lo más probable, dice Mulet, es que este archivo procediera de la mudanza de una casa particular, de alguien que quiso desembarazarse de una caja con unos sobres antiguos que le traían sin cuidado.
El MMB ya protagonizó en 2018 una historia similar. Recibió la donación de 554 negativos de fotografías tomadas por Josep Coté, un violinista empleado el transatlántico Marqués de Comillas entre los años treinta y cincuenta del siglo pasado. Coté compaginaba a bordo del barco su oficio musical con su afición por la fotografía. Su nieto Antonio Millán descubrió los negativos en una maleta abandonada y fue publicando los retratos en Instagram, hasta que alcanzaron una notoriedad que las llevó a ser expuestas en el Museu Marítim.
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