La Sagrada Familia no se acabará en 2026, “si no hay un milagro”
Los responsables del templo de Gaudí aseguran que, en la situación actual, no pueden fijar una fecha para terminar los trabajos
El coronavirus ha acabado con el sueño de los responsables de la Sagrada Familia, el templo expiatorio de Antoni Gaudí, de poder terminar los trabajos en 2026, coincidiendo con el centenario de la muerte del arquitecto. La falta de visitantes, sobre todo de extranjeros que representan el 94% del total, y la de previsiones de que la situación revierta en los próximos meses, ha hecho saltar por los aires la fecha largamente anunciada en los últimos años. “Si no hay un milagro los trabajos no podrán terminarse en 2026 como habíamos previsto”, anunció, contundente, Esteve Camps, presidente delegado de la Junta Constructora, ayer, durante el encuentro anual con los medios previo a las jornadas de puertas abiertas por las fiestas de la Mercè de Barcelona.
Pese a que los trabajos, interrumpidos el 13 de marzo, el mismo día en el que la Sagrada Familia cerró sus puertas a las visitas, volverán “a partir de quince días, máximo tres semanas”, Camps y el arquitecto jefe de los trabajos, Jordi Faulí, no quisieron avanzar una nueva fecha para su finalización. “En 2021, con el remanente de dinero que teníamos, aparte de poder completar el sueldo a los trabajadores que están en ERTE, se podrá terminar la torre de María, la segunda más alta del edificio, con 138 metros de altura.
La obra ya se ha terminado y ahora comenzará la coronación de unos 25 metros y el remate; una estrella de siete metros de altura formada por doce puntas de acero y cristal y que se iluminará por las noches; pero nada más”, explicaron en el interior de la nave del templo, extrañamente vacío y silencioso. Los trabajos comenzarán en La Galera, el recinto situado en el municipio de Gaia (Bages), con el tamaño que 11 campos de futbol, en el que se hace el premontaje de las piezas para luego trasladarlas y colocarlas en su lugar. “La piedra y el metal ya están comprados”, puntualizó Camps.
“Si las medidas contra la covid-19 lo permiten durante todo este tiempo, tenemos el margen justo para finalizar la Torre de María en los últimos meses del año 2021”, confirmó Camps, mientras que Faulí explicó que la cruz es el símbolo que identifica a María y mostró imágenes del estudio de Gaudí en las que se veían maquetas de estrellas poligonales colgadas del techo como la que se usará para rematar esta torre.
Camps explicó que en julio de 2019 recibieron una media diaria de 15.600 turistas; mientras que este año, en todo el mes, fueron solo de 2.000. “Si ustedes lo extrapolan a la situación actual verán que eso hace que solo podamos abrir sábados y domingos, siempre que haya un mínimo de entradas vendidas, porque los gastos de seguridad y de sanidad de los visitantes duplican la entrada”. También desveló que habían previsto que si se superaban las 3.000 visitas diarias se abriría un día más a la semana. “Pero ni en julio, ni en agosto, ni en lo que llevamos de septiembre, en ningún caso hemos superado los 2.000 y por lo tanto es imposible hacerlo”.
También, que antes de finales de año se derrumbará una parte del habitáculo de la calle Provença con Sardenya y el Ayuntamiento cederá dos metros y medio de acera, “un pacto que ya se había hecho”. Será para poder construir la capilla de la Assumpta, una edificación que se alzará en el claustro de la fachada del Nacimiento y que necesita ocupar 2,6 metros de la acera de Provença a lo largo de 21 metros de longitud. A cambio, el templo retrocede en los chaflanes de Marina y Sardenya.
El año pasado visitaron el templo 4,5 millones de personas. Las previsiones para este año era obtener unos ingresos de 103 millones de euros, 55 de los cuales eran para obras y el resto “se destinaba para un eventual descenso de visitantes”. Ayer Camps aseguró que, tras su reajuste, el presupuesto para este 2020 será de solo 17 millones de euros.
“Quiero recordar que este edificio se hace con donativos de las personas. Se han pasado momentos peores; incluso se pararon los trabajos durante la Guerra Civil, pero siempre, en mayor o menor medida, se siguió haciendo realidad del proyecto de Gaudí. Y ahora no será una excepción. Mantenemos nuestro compromiso y la ilusión. El templo se acabará”, prosiguió Camps, que anunció que en noviembre impulsarán una campaña para que los ciudadanos hagan donativos.
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