“Los residentes somos la mano de obra barata”
Los médicos internos residentes de Cataluña arrancan una huelga de tres días para protestar contra la carga de trabajo y la precariedad laboral
Centenares de batas blancas inundaron ayer los accesos al recinto de la Maternitat de Barcelona, donde está la sede del Departamento de Salud. Sin bajar la guardia, eso sí, con la preceptiva mascarilla y la distancia social pertinente, los médicos internos residentes (MIR) catalanes culminaron la primera de sus tres jornadas de huelga protestando ante Salud por su situación laboral. “No es formación, es explotación”, coreaban al unísono los manifestantes. El seguimiento del primer día de paros —a los que estaban llamados unos 3.500 facultativos en formación— fue del 90% según el sindicato convocante, Metges de Catalunya, aunque Salud ha rebajado la cifra al 37% en el turno de mañana.
“Se tira más de los residentes porque somos la mano de obra barata”, protesta Pere Pallarés, residente de tercer año de Medicina de Familia en el Centro de Atención Primaria Raval Nord de Barcelona. Coincide Álvaro Rodríguez, cardiólogo en el tercer año de formación en el Hospital Sant Pau: “Somos los peor pagados del hospital con diferencia. Cobramos seis euros la hora de lunes a viernes. La supervisión es insuficiente. Nos gusta lo que hacemos y tenemos vocación, pero cuando sales todos los días dos o tres horas tarde sin que te lo recompensen, te quemas”, lamenta. Apostado en primera fila de la concentración con una pancarta que reza “Stop Abuso Residentes”, reivindica su papel: “En la pandemia se ha notado que somos esenciales”.
El sueldo base de un residente de primer año es de entre 900 y 1.100 euros, un montante que complementan luego con guardias de noche o fines de semana. A medida que superan los años de residencia, el salario base crece, pero los MIR lo consideran insuficiente. “Con la jornada habitual somos mileuristas. Nuestro sueldo se rige por un BOE de 2006. Hemos perdido en este tiempo un 20% de poder adquisitivo”, lamenta Alex Mayer, portavoz del comité de huelga y residente de tercer año de Medicina Interna en el Parc Taulí de Sabadell. Con la pandemia, muchos hospitales reorganizaron los turnos de trabajo, de forma que las jornadas se hacían en rondas de 12 horas y los residentes perdían el plus por las guardias. “Con la pandemia saltaron por los aires las pocas cosas que se aguantaban y empeoraron nuestras condiciones”, señala Mayer. Algunos centros sanitarios intentaron solventar el agravio retributivo por la falta de guardias, pero los MIR insisten que el número de hospitales que hicieron esto fue anecdótico.
Otra de las históricas demandas de los residentes es el atracón de horas que suman al final de la semana. Su jornada laboral es de 37,5 horas semanales, pero con las guardias, este número se multiplica. “Hay semanas que un residente puede hacer 60 horas. No se respetan los descansos mínimos semanales”, apunta Núria Vázquez, residente de segundo año de Medicina Interna en el Moisés Broggi. Coinciden Bea, Sara y Laura, médicas de familia de tercer año en la zona Metropolitana Norte: “Entras de guardia a las tres de la tarde, pero te empiezan a pagar a partir de las 5. Terminas a las 8 de la manaña, pero a esa hora arranca una reunión de pase de guardia que dura otra hora y tampoco se pagan”, lamenta Sara.
Los MIR también adolecen la falta de supervisión de sus médicos adjuntos. “Nos sentimos solos todo el rato”, critica Bea. “En mi hospital no ocurre, pero hay centros donde dejan a los residentes completamente solos y es el residente mayor el que supervisa al pequeño”, revela Vázquez.
El pasado viernes hubo una reunión con el Govern y las patronales para intentar llegar a un acuerdo que desconvocara el paro, pero no ha sido posible. “Nos ofrecen un 3% más de sueldo ahora, un 1% el año que viene y un 1% más en 2022. Es insuficiente”, ha protestado Mayer. Los residentes no descartan ampliar el paro más allá de estos tres días y convocar también la semana que viene.
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