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Arte reivindicativo en el Liceo para salvar ‘La traviata’

El teatro, con una potente acción musical, pide al Govern que reconsidere el tope máximo de 500 espectadores para poder levantar el telón

Imagen de la platea del Liceo durante el ensayo reivindicativo.
Imagen de la platea del Liceo durante el ensayo reivindicativo.MASSIMILIANO MINOCRI (EL PAÍS)

En el Liceo están que trinan contra la última medida de la desescalada adoptada por la Generalitat, que autoriza la apertura con el 50% del aforo, pero fija un tope máximo de 500 espectadores. Si cumplen la medida, van de cabeza a la ruina en taquilla. Ya han vendido 15.000 entradas para las 15 funciones de La traviata, de Verdi, programadas a partir del 5 de diciembre, así que deberían dejar en la calle a la mitad de los espectadores. Levantar el telón con tan poco público no es sostenible, pero antes de suspender el espectáculo, piden al Govern que reconsidere la medida. Y lo hacen este martes con una jornada reivindicativa con la defensa del arte por bandera.

“El Liceo quiere alzar su voz por la cultura”. Este es el mensaje que quieren lanzar a través de una maratoniana jornada transmitida por streaming que también ha contado con la asistencia en la sala de 500 invitados (la mayoría familiares y amigos de los trabajadores del Liceo) para ver un ensayo especial del montaje de La traviata, firmado escénicamente por David McVicar, en el que más de 300 personas llevan trabajando desde el pasado 7 de noviembre. Han ocupado, pues, el aforo máximo autorizado por el Govern, que solo representa el 21,8% de su capacidad, cifra calamitosa para cualquier teatro o auditorio con más de 2000 localidades disponibles.

“Es una llamada de atención a través del arte para hacer visible que tanto las dimensiones de este teatro como las estrictas medidas de seguridad adoptadas, entre ellas la renovación del aire cuatro veces cada hora, nos permiten ocupar el 50% del aforo de forma segura, tal y como ya demostramos en la primera desescalada”, afirma Valentí Oviedo, director del Liceo.

“En el caso de que el Govern no rectificara o no permitiera el 50% del aforo, lo que nosotros deberíamos proponer es la toma de una decisión a la comisión ejecutiva donde están representadas todas las administraciones. De lo que estoy convencido es que la decisión que debe tomar el teatro no puede acarrear déficit, pero tiene que ser una decisión compartida por todas las administraciones”, explica Oviedo.

Silencio y ensayo sin movimiento

Como primera llamada de atención a los políticos, la jornada comenzaba con una emblemática obra de John Cage estrenada en 1952 que reivindica el valor de la música a través del silencio, 4´33´´. El compositor estadounidense hizo historia con una obra formada por un silencio que dura lo que indica el título. Puro arte sin obra, pues la saturación del silencio invita a la reflexión. Josep Pons, director musical del teatro, y la orquesta del Liceo guardaron silencio tal y como pide la partitura. Músicos y espectadores pudieron comprobar que el silencio absoluto no existe: los ruidos de ambiente y las reacciones del público fueron la débil banda sonora de una pieza en su día revolucionaria que suscitó en el Liceo variadas reacciones, incluida la perplejidad.

Después, y como reivindicación del trabajo diario en un teatro, del esfuerzo que conlleva montar un espectáculo tan complejo como la ópera, el público puso asistir a un ensayo a la italiana de La traviata en el que los cantantes -con la soprano Kristina Mkhitaryan (Violetta), el tenor Pavel Brslik (Alfredo) y el barítono George Gadnize al frente el reparto-, el coro y la orquesta, bajo la enérgica dirección de Speranza Scappucci, repasaron la obra sin movimiento escénico, sentados en el escenario, concentrados en la música y el canto.

El ensayo trascurrió en el habitual clima de cordialidad, con pequeñas pausas, indicaciones de la directora, y aplausos puntuales del público. Y quedó claro que en el Liceo todos esperan un cambio de actitud del Govern que les permita levantar el telón el próximo 5 de diciembre. “Todos comprendemos la gravedad de la situación sanitaria y la necesidad de anteponer la salud de la población a la recuperación económica. En ningún caso queremos ser frívolos, pero creemos que hay margen suficiente para mantener el equilibrio entre la prudencia y la realidad de un teatro que está haciendo grandes esfuerzos para mantener la actividad operística, afirma Víctor García de Gomar, director artístico del Liceo.

Tras el ensayo, a las 20 horas, dio comienzo una acción simbólica y reflexiva que exige un esfuerzo titánico. El pianista luxemburgués residente en Barcelona Francesco Tristano interpretando la obra Vexations del compositor francés Erik Satie durante toda la noche. Doce horas en acción.

“El leitmotiv de la temporada es la obsesión y nada mejor que estas dos emblemáticas obras para reflexionar sobre el valor del arte”, explica García de Gomar. “Desde el absoluto silencio en el caso de Cage, un desafío a la definición de la música. Qué es más importante, ¿el silencio o el ruido del público mientras escucha la obra?”.

Obsesión a través de la repetición

Descomunal tour de force con el sello inclasificable de Satie, Vexations es una breve balada de 152 notas que hay que repetir hasta 840 veces. “La obra es fruto de un desengaño amoroso y refleja una obsesión a través de la repetición y la obstinación. Son dos formas de reivindicar lo que se nos impide hacer, la actividad cultural normal de un teatro, hoy más necesaria que nunca”, apunta el director artístico del coliseo barcelonés.

Satie sufrió un duro golpe en 1852 cuando la pintora impresionista Suzanne Valadon, de la que estaba profundamente enamorado, se marchó con un banquero. Tuvo que superar el dolor y la humillación. La repetición cíclica y obsesiva de la misma pieza -una obra ácida, reivindicativa y turbadora- despierta sentimientos diversos. “En el Liceo nos sentimos turbados y angustiados por esta situación de incertidumbre. Y esta acción musical es una manera de contestar con Arte a la imposibilidad de abrir al público con esta medida”, manifiesta García de Gomar con tristeza e indignación contenida.

Tristano afronta el reto liceísta con una instalación diseñada y ejecutada por la agencia de arte conceptual Falcon Muse Creative (FMC) que nace como un juego, como un instrumento que acompaña el paso del tiempo. “Mientras la música suena durante toda la noche, se va a construir un reloj de cristal y luz. Una creación efímera que es a la vez sostén emocional y visual”, explica Tristano.

“Cada hora contiene 70 pieza de cristal que representan la repeticiones de la partitura. A partir de la repetición, se llena el tiempo transformándolo en una imagen que sirve al artista como soporte en el desafío de ejecutar un verdadero manifiesto de la época”, añade el pianista, que se mueve tan a gusto en el barroco y los clásicos del siglo XX como en la vanguardia de la música electrónica.

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