Los padres que pidieron clases en castellano en Canet de Mar: “Hay que dejar de tragar y ser valientes para reclamar nuestros derechos”
La familia pide “vencer esta espiral de silencio” y no apoya ninguna “movilización”
La familia de Canet de Mar (Barcelona) que solicitó que su hija, una alumna de cinco años de Educación Infantil, recibiese las clases no solo en catalán sino también en castellano y fue objeto de amenazas en redes sociales ha publicado una carta en la que explica su punto de vista: “Hay que dejar de tragar y tragar, y tenemos que ser capaces de ser valientes para decir lo que uno piensa, levantarse para hacerlo y reclamar democráticamente nuestros derechos”.
La misiva, distribuida por la Asamblea por una Escuela Bilingüe (AEB), continúa: “Sentir el odio, la intimidación, las amenazas, el señalamiento en la propia piel es muy duro. Hemos tenido ganas de llorar muchas veces. Os agradecemos los gestos, pero os queremos pedir un poquito más. Lo que nos decís en privado, hacerlo en público también. Nadie quiere ser héroe (desde luego nosotros tampoco), ¡queremos ser padres!, pero para que nuestra sociedad sea libre debemos vencer esta espiral de silencio que nosotros mismos creamos”.
El Tribunal Superior de Justicia de Cataluña atendió la petición de los padres para que la menor pudiera recibir parte de su educación en castellano en el colegio de Canet de Mar (Barcelona, 15.000 habitantes) en el que está escolarizada. La familia pedía el 50% de clases en esta lengua, pero el tribunal lo limitó al 25% en las medidas cautelares decretadas a la espera de dictar sentencia, en línea con otra en la que ya se decantó el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña en 2020.
“En estos momentos, nuestra familia no apoya ninguna movilización que se convoque relacionada con su caso”, indica la carta abierta, tras las protestas de las familias que defienden el modelo de inmersión lingüística en catalán. La familia carga en el escrito contra las autoridades de Cataluña: “El Govern ha considerado ahora que era el momento de interrumpir la “calma tensa” después del procés, agitar las banderas, convocar manifestaciones de protesta y señalarnos como culpables de querer acabar con el catalán”. El escrito continúa en catalán para preguntar al consejero autonómico de Educación, Josep Gonzàlez-Cambray, por qué no recurrió la decisión del Tribunal Superior de Justicia en octubre pero sí se ha sumado a las protestas en Canet: “¿Por qué ha venido a la escuela de Canet a protestar por la aplicación de la interlocutoria y lo hace ahora y no en los casos de otros padres? ¿Quiere calentar el ambiente para las protestas? No podemos darle las gracias por avivar sentimientos de odio entre la población porque nuestra familia está sufriendo”.
Como en anteriores ocasiones en las que alguna familia ha pedido este cambio en la política lingüística de los centros escolares, el debate rápidamente generó una fuerte polémica y pasó del entorno escolar a las redes sociales, partidos políticos, asociaciones, y medios de comunicación, con mensajes muy duros contra la familia. Una cuenta de Twitter llamó a dar “caña” para combatir los efectos de la sentencia. Y el hostigamiento y el acoso acabó por hacerse viral. Todo ello en un momento político de tensión por la cuestión lingüística en Cataluña en la que, esta vez, el debate se centra en una niña de corta edad.
El de Canet no es el primer caso polémico. En 2015, por ejemplo, Ana Moreno logró una sentencia favorable a que su hijo recibiese el 25% de las clases en castellano, pero, según su testimonio, la presión social le obligó a cambiar al menor de colegio. A diferencia de lo ocurrido en anteriores ocasiones, esta vez el Govern entró de lleno. El consejero de Educación acudió el jueves al colegio “para dar apoyo al profesorado y las familias”, dice una portavoz de este departamento, pero no contactó con la familia de la niña.
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