El verdadero éxito de Alexia Putellas
El reto es saber gestionar el éxito tras haber sabido gestionar el tiempo y encumbrar al equipo y a su capitana
—¿No?
A Alexia Putellas le cuesta decir que “no”, habitualmente receptiva y solícita, cuidadosa con las propuestas del Barça y de Nike. Nunca desatiende a su club y a su marca e incluso se informa y pregunta sobre las solicitudes que le son extrañas, abrumada por la petición de entrevistas, famosa desde que ganó los premios a la mejor jugadora de 2021 y el Balón de Oro. Ahora la requieren hasta de Egipto, no para de recibir ofertas de las revistas de moda y los medios deportivos se disputan su presencia con las agrupaciones sociales y las instituciones políticas, distinguida con la Creu de Sant Jordi. Aunque se siente sobrepasada, procura que nadie la sienta distante ni la tome por una desagradecida, vecina desde hace 27 años de Mollet del Vallès.
La última intervención como ciudadana de su población ha sido la de mediar para que el ayuntamiento no cambie el nombre del campo de fútbol por el suyo y se siga llamando Hermanos Gonzalvo en honor a los célebres jugadores del Barça. A veces no hace falta llegar al “no” y advertir que para mostrar el aprecio no es necesario cambiar una placa sino que alcanza con tener el reconocimiento popular de unos vecinos que presumen de conocer bien a la figura del Barcelona. Mejor plantear la pregunta para obtener la respuesta esperada y no tener que decir “no” como aspira siempre que puede Alexia. A la mejor jugadora del mundo le gusta anticiparse, en la cancha y en la vida, quién sabe si porque a sus 18 años le sorprendió la muerte de su padre Jaume.
Alexia se adelanta a los acontecimientos, necesita saber las cosas con antelación y es muy ordenada, especialmente con su equipaje, que debe estar siempre bien colocado y doblado en el vestuario, como siente que corresponde a la capitana de la selección y del Barça. Ha interiorizado mucho su sentido de equipo, de la responsabilidad y la representatividad, y su cabeza no para de dar vueltas cuando de por medio está el partido, exigente y generosa, consciente de que es el espejo del Barcelona. Las virtudes que se advierten en el equipo son las que se expresan en Alexia. El fútbol azulgrana es muy serio y se imponen las jugadas a las futbolistas como contrapartida a la diversión y al desorden que caracterizaba a los encuentros en los orígenes del juego, dependiente de las individualidades y alejado del interés general, también del Barça.
A pesar de haber salido de la estructura del fútbol para ser asociado a las secciones, o quizá precisamente por su forzosa separación, el femenino es hoy el equipo que mejor expresa el estilo y la idea de que tanto presume el Barcelona desde los tiempos del Dream Team. Nadie ha honrado mejor el estadio Johan Cruyff. Tampoco parece tener prisa por llegar al Camp Nou. La gestión ha sido su aval desde su profesionalización en 2015. La mayoría de las decisiones se han tomado con tiempo, de forma serena y cabal, ajenas a la presión y al ruido de un estadio que necesita ser remodelado y recapitalizado desde la partida de Messi. El impacto del histórico triplete se mantiene incluso después de que Jonatan Giráldez sustituyera a Lluís Cortés.
El cambio en el banquillo ha evidenciado que la fortaleza del equipo está en el colectivo, en el corpus e ideario futbolístico de un grupo muy preparado y joven, tanto que el entrenador ha cumplido 30 años y el mánager, Markel Zubizarreta, tiene 33. La solidez, la cohesión y la afinidad son capitales para el buen gobierno de la plantilla, condicionada también por las relaciones humanas y formada a partir de un buen diagnóstico, inspirado en el área de metodología del Barça. No se trata de fichar por fichar sino de saber captar, generar y retener el talento, seleccionar a las jugadoras y disponer de un plan de entrenamiento físico y táctico riguroso y ambicioso, no improvisado, siempre competitivo y necesitado de renovación permanente después de ser paciente con la hegemonía del Atlético.
El Barça alcanzó la gloria después de perder dos ligas consecutivas y de encajar cuatro goles en media hora en la final de la Champions de 2019 ante el Olympique de Lyon (4-1). Las azulgrana nunca quisieron jugar ni ser como las francesas ni forjar su leyenda a partir de una estrella como Megan Rapinoe. “Tenemos el puesto cubierto”, respondieron en el club cuando les fue ofrecida la capitana de Estados Unidos. La eclosión de Alexia difícilmente sería la misma si se hubiera incorporado a Rapinoe, activista feminista y defensora del movimiento LGTBI. Markel Zubizarreta arriesga e invierte en buenas jugadoras, busca perfiles y no nombres o estrellas, huye de la inmediatez y de la urgencia, también de lo llamativo y tentador, y se siente dichoso por tener a cinco finalistas al Balón de Oro.
Lieke Martens, Jenni Hermoso, Sandra Paños e Irene Paredes compitieron con Alexia de la misma manera que Messi, Iniesta y Xavi coparon el podio en 2010. La diferencia es que nadie compara a Putellas con Messi. Alexia es la mejor en su posición, como centrocampista y también como capitana, porque desde la humildad y la sencillez prioriza el bien común, como demanda la carta de identidad futbolística del club: el juego de posición, posesión y presión; la asociación a partir del toque y el pase; el tercer jugador y los espacios cortos antes que los grandes desplazamientos de balón; los extremos bien abiertos y el gol como punto final, consustancial al equipo, que no se cansa de registrar amplios marcadores en la Liga y la Champions.
El relato colectivo funciona igual que el individual si se socializa la victoria y la distinguida es Alexia. El espíritu de superación se aprecia tanto en el recorrido del equipo, alimentado desde el inicio por la pedagogía de Xavi Llorens, como en el de la capitana, la niña que a los seis años se pelaba las rodillas en el patio con los niños, la joven que se levantaba muy de mañana con su padre para jugar en Sabadell, la jugadora anónima que se hizo un nombre en el Espanyol y el Levante, la futbolista que triunfó en París. A veces viene bien distanciarse del Barça para comprender mejor al Barça. El tema podría ser quizá una tesis para Andoni Zubizarreta. El reto de su hijo Markel es mientras tanto el de saber gestionar el éxito después de haber sabido gestionar el tiempo hasta conseguir los máximos títulos colectivos e individuales con Alexia.
Los trofeos y los premios fomentan los egos y, como temía Maradona, la pelota se mancha y después revienta, hinchada por los mercaderes porque ahora ya no alcanza con que la sección se autofinancie sino que se impone la promoción y el negocio rápido, la política de escaparate más que la necesaria visualización del deporte femenino después de años de silencio, un momento tan tentador que resulta oportuno recordar las palabras de Alexia en el Palau de la Generalitat: “El triunfo de verdad llegará cuando logremos el 100% de igualdad de oportunidades para niños y niñas. Nuestra responsabilidad es liderarlo. Y es que hemos llegado para quedarnos”, proclamó, consciente de su papel de hilo conductor, del amateurismo a la profesionalización del fútbol, de Mollet a la Plaça Sant Jaume.
Nadie lo duda en el Barça. ¿No?
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