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Compradas de menores, casadas y explotadas como ladronas de metro

Los Mossos y la Policía detectan a cuatro víctimas de una organización que trafica con mujeres para que roben y detienen a seis sospechosos

Rebeca Carranco
Trata de seres humanos
La vivienda en Sabadell donde fueron detenidas cuatro personas.

Sus destinos están ya escritos antes de que tengan opción de decidir por ellas mismas. “Las compran cuando son menores. Se las quedan, las integran en la familia, hasta que llega una edad” en las que se casan con ellas y las ponen a robar, resume el sargento Luis Moreno, jefe de la unidad de tráfico de seres humanos de los Mossos d’Esquadra. Junto a la Policía Nacional, han detectado a cuatro mujeres víctimas de trata de seres humanos con fines para delinquir en el seno de una organización con tentáculos internacionales. En total han detenido a seis personas en Barcelona y Madrid, entre ellas un matrimonio al que el juez ha enviado a prisión preventiva. Ninguna de las víctimas ha denunciado a quienes son “sus maridos, su suegro”, lamenta Moreno, sobre la dificultad de romper los lazos con sus verdugos.

La compra se lleva a cabo entre familias que se conocen, y que por entre 35.000 y 80.000 euros venden a sus hijas a otros núcleos familiares para que cuando sean adultas las casen y las expriman, obligándolas a delinquir, a veces incluso con el uso de la violencia. Las fuerzan a robar en el metro y les exigen ganancias de hasta 5.000 euros a la semana, según la policía. Un modelo, aseguran a través de una nota de prensa, de un “entramado más amplio de clanes asentados en diferentes de Europa y dedicados a un abanico más amplio de delitos”.

“Una de las víctimas que localizamos en Sabadell no sabía ni la edad que tenía”, explica a modo de ejemplo el sargento, sobre la situación de estas mujeres en manos de clanes bosnianos y croatas. La investigación, que nació en enero del año pasado a base de analizar datos policiales, arroja que las víctimas, dos en España y dos en el extranjero, llevan años robando en el metro de Barcelona. “Y de otras ciudades”, añade Moreno, a las que se desplazan cuando hay eventos turísticos. Cargadas de antecedentes, e incluso con ingresos en prisión, son el último escalafón “de una manera de vida” de la organización donde no valen nada. “Para ellos, la mujer tiene un valor muy bajo: casarse, ser amas de casa, usarlas para robar o prostituirlas”, explica. Mientras, ellos no hacen nada de nada. Como mucho, cambiar las divisas del dinero que roban a turistas.

El pasado 29 de mayo, los Mossos d’Esquadra y la Policía Nacional, bajo las órdenes del juzgado de instrucción 21 de Barcelona, detuvieron a seis personas. En Alcorcón (Madrid), arrestaron al presunto líder del clan y a su pareja, para quienes el juez ordenó el ingresó en prisión preventiva. En Sabadell, arrestaron a cuatro personas más: dos maridos de dos víctimas, otro hombre que controlaba a su madre que también está detenida por ser a la vez la controladora de las dos mujeres explotadas. Y las cuatro quedaron en libertad con cargos. En los registros, encontraron seis relojes valorados en 200.000 euros, cuatro diamantes, joyas, un coche, 6.000 euros y 770 dólares en metálico.

“Hemos dedicado todos los esfuerzos, policialmente y judicialmente, para que tengan una manera de salir del ámbito delictivo”, asegura Moreno, pero los lazos de la explotación, creados durante toda una vida, han sido más fuertes. Malviviendo, en casas ocupadas, con menores, en situaciones muy delicadas. “Viven al día”, resume, sobre la forma de hacer del clan, en una investigación compleja, en la que los líderes usan documentación falsa, toman medidas de seguridad y en la que incluso les ha costado conocer la identidad real de las mujeres. La principal esperanza por ahora es el testimonio de una de las mujeres en Alemania, un país con el que están colaborando y que puede ayudar a detectar a otras víctimas.

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Sobre la firma

Rebeca Carranco
Reportera especializada en temas de seguridad y sucesos. Ha trabajado en las redacciones de Madrid, Málaga y Girona, y actualmente desempeña su trabajo en Barcelona. Como colaboradora, ha contado con secciones en la SER, TV3 y en Catalunya Ràdio. Ha sido premiada por la Asociación de Dones Periodistes por su tratamiento de la violencia machista.

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