Toquinho: “Aprovecho todos los momentos que la vida puede darme”
El guitarrista y compositor actuará este martes en el festival alma Pedralbes de Barcelona
Antonio Pecci Filho pensó que solo iba a tocar unos diez días durante una gira que le propuso Vinicius de Moraes en el Buenos Aires de 1970. Acabaron siendo diez años de un dúo que catapultó a Toquinho como una estrella más de la bossa nova, muchas de ellas desaparecidas como Astrud Gilberto o Tom Jobim. La muerte de Vinicius no interrumpió una trayectoria que parte de O violão de Toquinho (1966), su disco instrumental que deja una lista de más de 50 títulos donde ha cultivado todo tipo de música popular brasileña. Pero su carrera también es fecunda por la cantidad de giras a lo largo de Latinoamérica y todo el mundo donde se exhibe como una de las leyendas vivas de su cultura. Con 77 años recién cumplidos, el músico y compositor se ha embarcado en una gira española en la que pasará por Barcelona el próximo martes y continuará por Las Palmas de Gran Canaria, Chiclana y Santander.
A los 22 años ya acompañaba con su guitarra a figuras como Elis Regina o Chico Buarque. Lejos del mito del genio autodidacta, Toquinho asegura que siempre se mantuvo “cerca de grandes maestros”, como Paulinho Nogueira y Badem Powell. Ellos le esculpieron como instrumentista, mientras que su inseparable Vinicius, que le sacaba 33 años, lo hizo como compositor. En su dilatada carrera ha tenido “otros compañeros de viaje”, pero ninguno con tantas horas y tan intenso como el poeta y cantante con el que forjó durante una década de lo que llama “un matrimonio sin sexo”.
Su primer viaje internacional fuera de su São Paulo natal no fue elegido. “Había mucha represión militar” en una dictadura brasileña que lo llevó a Italia a componer temas del exilio como la Samba de Orly. Su español está marcado por distintos acentos de todos los países latinoamericanos que ha visitado, aunque destaca el cariño que le tiene a Argentina. Allí volvió para conmemorar el medio siglo de La Fusa, su primer superéxito cocinado con Vinicius y Maria Creuza. Diría que es el segundo país que mejor conoce después de haberse recorrido “de Tucumán a Bahía Blanca” y de haber tratado a maestros como Astor Piazzolla o Mercedes Sosa.
Otra de las grandes huellas de su mano derecha al contacto con las seis cuerdas es Paco de Lucía, con quien jugó al fútbol “muchos años” y le dedicó un tema. También tiene una gran admiración por la “enorme musicalidad” de su discípulo Vicente Amigo. Su colaboración con artistas españoles continúa con nombres como El Cigala Y Silvia Pérez Cruz. No se esperaba que tuviera tanto eco Comerte Entera, el tema conjunto con C. Tangana que está entre sus cinco canciones más escuchadas de Spotify junto a clásicos ochenteros como Aquarela. Admite que, tras esta “invitación inesperada y amigable”, no se llegaron a conocer en persona. Hizo su parte “muy armoniosa y discreta” tras recibir la grabación. Esa “fusión” que desprendía Tangana en El madrileño inspiró su último trabajo, Novas Cores, Eternas Canções (Nuevos colores, eternas canciones), donde regresaba sus propios temas antiguos con nuevas voces como Camilla Faustino, con quien compartirá escenario en la capital catalana en el festival Alma Pedralbes.
Si solo pudiera rescatar uno de los temas de la bossa nova, no dudaría en escoger Chega de Saudade, precisamente la pieza que germinó esta corriente musical en un sencillo de 1958 interpretado por João Gilberto. “Él cambió la forma de tocar y de cantar música brasileña. Pero la bossa no es un género: es una atmósfera musical, una forma de armonizar y tocar. Cualquier canción puede llegar a serlo”. Tampoco ve distinciones entre alta y baja cultura, aunque sus orígenes estuvieran ligados a barrios acomodados de Rio de Janeiro: “Es muy relativo. No veo distinción. Puedes tocar Chopin de forma popular. Hay formas de ejecutar canciones para todo: para bailar, cantar, oír en el ascensor...”.
Aunque internet haya permitido “ganar diversidad y estilos”, donde hay una mezcla “que no se sabe dónde empieza y dónde acaba”, el maestro confía en que tampoco se pierdan de vista las raíces africanas. Es el caso de Pixinguinha, uno de los “referentes de la primera mitad del siglo XX” que desarrolló el choro, el precedente de la samba. “Fue un negro fantástico y un gran maestro” por cómo fusionó la polka europea con el folclore brasileño. “Los negros son los grandes responsables de que hagamos canciones en la forma en que las hacemos. Debemos agradecer a la cultura negra cada día, allá donde fueron dejaron una música muy especial: el jazz en New Orleans, los ritmos caribeños, luego Brasil... todos los ritmos brasileños vienen de ahí”.
“Aprovecho todos los momentos que la vida puede darme”, sentencia Toquinho con casi 60 años de carrera y más de 300 canciones. No deja de tocar su guitarra ningún día, esté o no de gira. Ha tenido algún susto con la mano, como la otra leyenda viva Eric Clapton, que ha podido remediar “a base de corticoides”. Si ha perdido alguna facultad, ha sido la de jugar al fútbol. También ha dejado prácticamente de tomar whisky para componer, aquel elixir tan necesario en sus sesiones con Vinicius. “Cultivo mucho la salud. Mi cuerpo es el único que tengo”. Eso le permite tener “las mismas ganas de subirse a un escenario como el primer día”.
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