De la financiación al referéndum: las condiciones cambiantes de ERC y Junts para investir a Sánchez
Las dos formaciones independentistas se interpelan mutuamente para reconstruir la unidad antes de la negociación de la investidura
El independentismo catalán obtuvo el domingo su peor resultado electoral desde que hace una década comenzó el procés, pero, aun así, vuelve a tener un papel clave para el futuro de la legislatura. Los 14 diputados que suman ERC y Junts tienen en sus manos que Pedro Sánchez continúe en La Moncloa y ahora se preparan para exprimir esa ventaja, tras una campaña en la que el acento estuvo en remarcar su desinterés en la gobernabilidad de España. A la ya conocida discrepancia sobre la vía del diálogo con el Gobierno central, ahora se añade la de cómo rentabilizar esta inesperada capacidad de influencia. La lista de exigencias de ambos partidos se ha ido modulando e incluye desde acabar con el “déficit fiscal” de Cataluña hasta la petición de que se transfiera a la Generalitat la competencia de convocar referéndums y la amnistía Las dos formaciones sí que coinciden en una cosa: abogan por rehacer una unidad de acción secesionista perdida desde 2017.
La mayoría parlamentaria que permitiría a Sánchez continuar en La Moncloa en coalición con Sumar pasa por que ERC vote a favor y Junts, al menos, se abstenga en la segunda votación de la investidura. En ERC molesta que, por haber formado parte del acuerdo de la legislatura pasada, se dé por descontado su apoyo de nuevo. La portavoz republicana Marta Vilalta ha insistido este lunes en las tres condiciones que en el tramo final de la campaña pusieron facilitar la repetición de un Ejecutivo progresista: el traspaso de Rodalies, el fin del llamado déficit fiscal, y el mantenimiento de la mesa de diálogo “para negociar un referéndum”.
Junts, que este lunes también reunió la Ejecutiva del partido, ha dejado la puerta a explorar un acuerdo que tiene que pivotar sobre “autodeterminación y amnistía”. Su portavoz, Josep Rius, no ha negado la posibilidad de que se incluyan otras peticiones sectoriales como las que hace ERC pero envía la pelota al tejado de los socialistas. “Estaremos muy atentos a lo que diga el señor Pedro Sánchez cuando salga a expresar cuál es su propuesta para convencer al resto de formaciones políticas de que le den un eventual apoyo a su investidura”, ha asegurado Rius. Un mensaje que, implicitamente, muestra que no les corre prisa por finiquitar la negociación y no se sienten interpelados por el riesgo de una repetición electoral.
El referéndum de independencia ha sido la gran línea roja de Pedro Sánchez, que ha negado por activa y por pasiva que vaya a suceder. Y es, al mismo tiempo, el medio deseado por el secesionismo para conseguir su meta. El tablero por ahora sería explorar ese espacio del medio y la voluntad de ello se ve en que Junts no desempolva aún el todo o nada del “referéndum sí o sí” y los republicanos en campaña han optado por la vaporosidad de pedir “no levantarse de la mesa de diálogo”. Rius ha aceptado que una de las posibilidades que se podría someter a negociación es, como ya dijo su candidata Míriam Nogueras en campaña, que el Gobierno transfiera a Cataluña la competencia para convocar referendums.
En Junts, sin embargo, reina la cautela y más cuando, por ejemplo, justamente este lunes se haya conocido la decisión de la Fiscalía de instar al Tribunal Supremo para que reactive las euroordenes contra Carles Puigdemont y Toni Comin, en rebeldía en Bélgica. “Con lo que ha dicho Pedro Sánchez, con lo que ha hablado del independentismo, con lo que no está dispuesto a hacer, yo no veo la investidura por ninguna parte ahora mismo”, ha asegurado el secretario general del partido, Jordi Turull, en una entrevista a RAC-1. Con todo, algo vira lentamente entre las declaraciones de Puigdemont del 16 de julio al Ara diciendo que “Sánchez no será presidente por los votos de Junts” y un Turull que cree que “el independentismo no puede dejar pasar una oportunidad como esta”, en referencia a la influencia en la investidura.
También hay un gran elefante en la habitación: la situación de Puigdemont. Sacando pecho de la caída de la crispación social en Cataluña, Sánchez llegó a decir en campaña que el expresident había dejado de ser “un problema” para convertirse en una “anécdota”. Turull se ha regodeado en que la coyuntura actual demuestra que el independentismo “sigue vivo” y ha descartado que se busque una solución a la medida para el exjefe del Govern. “Si hay una amnistía pero no hay un referéndum, el conflicto político no se soluciona”, ha dicho..
Sobre la mesa también está, aunque por razones muy distintas, el futuro de Laura Borràs. El próximo presidente del Gobierno tendrá que resolver la petición de indulto que el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña ya ha anunciado que solicitará al considerar desmesurada la pena de prisión que impuso el propio tribunal a la expresidenta del Parlament por delitos de prevaricación y falsedad. El PSOE negó que fuera a concederlo y aún falta que el Tribunal Supremo se pronuncie sobre el recurso.
Pero más allá de la posibilidad de un acuerdo para la investidura que podría demostrar que se puede interlocutar de otra manera con el Gobierno, Junts ve en toda la situación la oportunidad perfecta para atar corto a Esquerra. Ambos partidos llevan desde el fiasco de las elecciones municipales haciendo llamamientos a la unidad independentista y el propio Rufián invitó en la precampaña tanto a Junts como a la CUP a pactar conjuntamente el “precio” que tendría el apoyo en bloque a una investidura de Sánchez. Rius ha precisado sus condiciones para esa negociación interna, donde también quiere que estén entidades como la ANC e insistiendo en las dos peticiones que hace casi un año hicieron que la coalición Ejecutivo independentista de la Generalitat saltara por los aires: un frente común en el Congreso y una dirección estratégica del secesionismo.
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