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MÚSICA
Crónica
Texto informativo con interpretación

Amaia despliega su nueva mirada al pop en un concierto impecable

La cantante de Pamplona celebra su primera parada de su nueva gira en el Sant Jordi Club de Barcelona, donde este sábado repite para estar mañana domingo en Madrid. Todo vendido

Amaia durante el concierto con el que inicia la gira de presentación de su nuevo disco ' Si abro los ojos no es real' este viernes en Barcelona. Foto: EFE / Marta Pérez | Vídeo: EPV

Es la misma, pero de igual forma en que los años hacen evolucionar a las personas, Amaia está en plena mutación. Sí, sigue pareciendo tierna, aniñada, a veces fijada en una visión romántica del amor, que a su edad vive de fogonazos y rupturas, y muestra una inseguridad que ahora más que nunca se antoja un recurso para combatirla. La mostró al preguntar al final del concierto ¿se os ha hecho demasiado largo? Llevaba cerca de dos horas en el escenario protagonizando un espectáculo en cuatro actos que ni sus más furibundos detractores podrían descartar de un plumazo, pero ella parecía seguir necesitando confirmaciones, el bramido afirmativo de la asistencia. En realidad ya había dictado sentencia la confirmación de su nuevo concepto, de tacto más electrónico sin olvidar lo analógico, esa forma de abordar el repertorio y de cómo presentarlo estéticamente. Amaia ha crecido, se ha sofisticado, ha abierto más ventanas, ha hallado nuevos sonidos y se ha asentado como una voz descollante en el pop nacional alcanzando públicos dispares. De ello dejó prueba en el primer concierto de su nueva gira en el Sant Jordi Club de Barcelona, donde este sábado repite para estar mañana domingo en Madrid. Todo vendido.

Pero lo importante es que además de agotar las entradas dejó al público con ganas de más tras dos horas sin pausa. Mayoría femenina sin acompañantes masculinos en plan pasmarote, pues ellos también estaban muy dentro del espectáculo. Uno, casi al final, afirmaba exultante: “Los mejores 35 euros que me he gastado últimamente”. Ella cantaba sólo con un guitarrista Yamaguchi, una jota, un recuerdo a un parque de su Pamplona natal y el concierto se acercaba a la desembocadura con otra demostración vocal de Amaia, voz transparente pero a la vez con cuerpo, capaz de subir robusta y con una potencia que en varias fases de la actuación no precisó de la proximidad del micro, bajado hasta medio cuerpo como por casualidad, no pareciendo un ejercicio pirotécnico para deslumbrar.

Amaia, durante su actuación este sábado en Barcelona.
Amaia, durante su actuación este sábado en Barcelona. Marta Perez (EFE)

Pero al chaval lo que le había robado el corazón fue la versión de Santos que yo te pinte de Los Planetas, llevada un delicado terreno pop con intención de balada que sólo al final aceptó percusión electrónica. Jotas y Los Planetas, amén de Papa Levante, Me pongo colorada, el Zorongo gitano de García Lorca que entre otras han cantado Carmen Linares y Ana Belén El encuentro, de Alizzz, y fragmentos en otros de sus temas de La tarara y del Ave María de Bisbal. Además de canciones propias como el homenaje a Marisol, Tocotó fue el primer calambrazo que sintió el público en los inicios del concierto, y a Mecano mediante MAPS, una canción dedicada a su madre, presente en el recinto, y con una letra que cualquier madre desearía escuchar en boca de su hija antes de licuarse bajo su efecto: “si nos encontráramos con 24 años/nos confesaríamos en la cola del baño/me harías una peca, te pondría pintalabios”. Complicidad femenina en estado puro. El público brincaba, las parejas se aproximaban y bailaban hasta los más patosos.

Amaia también bailó, trotó, caminó a paso ligero y saltó por el escenario, y lo hizo como Amaia hace las cosas, como si fuese una fan de cualquier artista que escuchando sus canciones bailase frente al espejo de su habitación, bajo los pósters. Desarma su ausencia de impostura, su naturalidad, su franqueza…hasta dijo que se mordía las uñas antes de tocar el arpa en Y ya está ante un silencio inédito en un concierto, logrado con una canción en la que se habla de la muerte. Es un tema ya adulto sobre el que reflexiona tanto en primera persona como recordando a la de su abuela en Despedida. Por supuesto, amén de Si abro los ojos no es real, su último y mejor disco al completo, interpretó éxitos de sus otros dos trabajos, siete cortes de Cuando no sé quién soy , de donde escogió, no sin humor, Bienvenidos al show para cerrarlo y cuatro de No pasa nada, entra las que no faltaron Quiero que vengas y Quedará en nuestra mente. La Amaia de ayer, la Amaia de hoy en una transición que no permite hablar de dos Amaias, sino de una sola que va creciendo personal y artísticamente y como quienes tienen intención de mirar, sabiendo mirar, y aprender, desechando lo que les aparta de su camino, camina con los ojos abiertos y se muestra permeable con la seguridad de poder tocar en escenario guitarra, teclado y arpa.

Amaia, durante su concierto este viernes en Barcelona.
Amaia, durante su concierto este viernes en Barcelona. Marta Perez (EFE)

Y hablando de escenario, la producción, en su concepto, ya valía el precio de la entrada. Una pasarela con escaleras en un lateral presidía el entarimado, ocupando su parte trasera. En su parte inferior tres cubículos, en uno de los cuales Amaia tocó eventualmente el piano, por ejemplo en Fantasma, acompañada por una lámpara de pie de Miguel Milá. En los otros dos cubículos estuvieron seis instrumentistas (cuerda y viento) adicionales a los seis componentes de la banda, todos multinstrumentistas, y también compareció un coro (del Taller de Músics) que desplegó sencillas coreografías que alcanzaron su mayor plasticidad en Nuevo verano, una especie de recreación multiplicada y en plano general de la portada del segundo álbum de Queen. Como ocurre con los artistas carismáticos, nada de ello opacó el trote ingenuo de quien de verdad llenó el escenario con su espontaneidad y llaneza. Amaia ha sobrevivido a OT y a lo que implica hacerse famosa antes de los 20. Y encima escribe su propio guión. Eso sin dejar de parecer una frágil mariposa pizpireta que no ha perdido las escamas de sus alas.


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