Valencia despide las Fallas del coronavirus
Una falla indulta de las llamas una media luna para no ofender a la comunidad musulmana y la dona para su mezquita
Valencia despidió anoche unas de las Fallas más atípicas de su historia. El fuego consumió las fallas, conocidas popularmente como las del coronavirus, año y medio después de lo previsto. Unos 700 monumentos, entre grandes e infantiles, fueron pasto de las llamas mucho antes que otros años para cumplir en la medida de lo posible (algunas se retrasaron) con el toque de queda en vigor. El virus lo ha cambiado todo. Las comisiones han organizado una fiesta sometida a estrictas normas sanitarias, con mascarilla obligatoria en los actos falleros, control de aforos, sin verbenas y con el toque de queda de una a seis de la madrugada.
En los cuatro días festivos, en los que la ocupación hotelera ha rozado el 60%, se ha visto en la calle un festejo contenido, concebido para que los falleros pusieran punto y final a la fiesta aplazada en dos ocasiones e iniciasen un nuevo ciclo. Las Fallas se suspendieron por primera vez el 10 de marzo de 2020, solo unos días antes de que se decretara el estado de alarma y se confinase a la población por la covid-19, y el aplazamiento pilló a los organizadores con los monumentos acabados y listos para plantar en las calles.
El busto de la icónica Meditadora, figura central de la falla del Ayuntamiento, estaba ya de hecho instalado en la vía pública cuando se aplazaron y hubo que quemarlo en un acto sin público porque era más complicado desmontarlo para guardarlo que prenderle fuego, así que se reservó la cabeza de la yogui, que es la que ha ardido este domingo por la noche. Diseñada por el artista urbano Escif y ejecutada por los artistas falleros Manolo Martín y José Ramón Espuig, esta falla se ha convertido en un icono de las Fallas de la pandemia, de la resistencia ante una crisis que ha dejado noqueado a un sector festivo del que dependen miles de familias, y el principal reclamo visual y turístico de la ciudad.
El resto de monumentos se almacenaron en grandes recintos de la capital a la espera de ser quemados cuando el coronavirus diera tregua. La fiesta volvió a aplazarse en marzo de este año porque los objetivos de vacunación quedaban lejos y se decidió trasladarla al segundo semestre del año. Todo un periplo.
Este domingo, cuando las fallas tocaban a su fin, el alcalde de Valencia, Joan Ribó, se mostraba convencido de que estos actos “no tendrán un reflejo significativo en el número de personas afectadas por la pandemia”. Y añadió: “Los controles de las fallas han funcionado muy bien, y en el espacio público, que era un temor que teníamos, sobre todo la noche del sábado, no ha habido problemas graves. Hemos visto botellones pero no más que un fin de semana normal. Somos la primera gran ciudad que hace sus fiestas de una manera controlada”. Cruz Roja ha atendido a un total de 35 personas, lo que supone la cifra más baja de asistencia de al menos las dos últimas décadas y que contrasta con las 944 que llevó a cabo en las Fallas de 2019, las últimas de antes de la pandemia.
Los atípicos festejos —es la primera vez en la historia que se celebraban en septiembre— se despiden con un puñado de incidentes. Comenzaron con mal pie, cuando las tormentas sembraron el caos la noche de la plantà de los monumentos el pasado 1 de septiembre. Algunos cayeron al suelo y muchos sufrieron daños por la lluvia torrencial y las fuertes rachas de viento, pero la fiesta continuó.
Estas fiestas han dejado también un rosario de anécdotas, alguna tan controvertida como la decisión de la falla Duque de Gaeta-Pobla de Farnals de indultar del fuego las figuras de una mezquita y de una media luna por petición de la comunidad musulmana. Según informó la comisión en un comunicado, tras un diálogo con ellos “se ha resuelto el indulto”, y la media luna ha sido donada para que la expongan en su mezquita. María Luz Vidal, vicepresidenta de la falla, precisó ayer, a la vista del revuelo que el episodio causó en las redes sociales, que el diálogo con ellos “ha sido cordial. No ha habido imposiciones. Nosotros no queremos ofender a nadie, así que las hemos retirado y donado”, explicó. Según Vidal, lo que afectó a los musulmanes fue el texto escrito en árabe dentro de la luna porque remitía al Corán. El asunto acabó con un acto simbólico a las seis de la tarde de ayer en el que los falleros entregaron la figura a los fieles musulmanes.
Además de en Valencia, este domingo se han quemado fallas en localidades como Gandia, Torrent (con un beso lésbico de dos falleras en lo alto de un monumento que se ha vuelto famoso), Sagunto o Catarroja, que también sufrieron la tormenta torrencial de esta semana.
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