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El heredero de Rueda atribuye su juicio a “una venganza” de Joan Llinares, director de la Agencia Antifraude, y Vicent Todolí, exdirector de la Tate Modern

El hijo del artista declara como acusado en la causa por la supuesta compra irregular de obras por IVAM, que se suspende por la indisposición del abogado de Consuelo Ciscar

Ferran Bono
Jose Luis Rueda IVAM
José Luis Rueda, en la Audiencia de Valencia, y en primer plano, Consuelo Ciscar, el pasado martes.Mònica Torres

Rodeado de maquetas y bocetos de su padre adoptivo que él lleva consigo, José Luis Rueda ha defendido con vehemencia este jueves la autenticidad de las 98 obras de Gerardo Rueda que vendió y donó por 3,4 millones de euros en 2004 y 2006 al Institut Valencià d’Art Modern (IVAM), durante la dirección de Consuelo Ciscar, entre 2004 y 2014. Vehemencia que también ha exhibido para lanzar críticas y acusaciones contra determinados expertos por provocar el juicio y por haber “destrozado el nombre” de su padre. “Las esculturas que antes se vendían a millón y medio ahora valen cero”, ha asegurado en la Audiencia de Valencia, que juzga si aquellas dos operaciones fueron fraudulentas.

En especial, Rueda ha señalado a Joan Llinares, exadministrador del museo valenciano y actual director de la Agencia Valenciana Antifraude por designación de las Cortes valencianas, y a Vicent Todolí, exdirector artístico del IVAM en sus primeros años y exdirector de la Tate Modern de Londres. Los ha acusado de perpetrar “una venganza” contra él y, supuestamente, contra la obra del creador, utilizando para ello a la fiscalía. Se ha presentado como una víctima, una persona “extremadamente generosa con el IVAM” y que no necesitaba el dinero, antes de someterse a las preguntas de la fiscal.

Llinares y Todolí están llamados a declarar como testigo y perito, respectivamente, por la acusación popular representada por Acción Cívica contra la Corrupción. En el primer día del juicio, el pasado martes, las defensas pidieron la exclusión de ambos expertos al considerar que no tenían ninguna relación con los hechos juzgados ni trabajar en el IVAM en el momento de los mismos, a pesar de lo dicho hoy por Rueda. Las acusaciones incidieron en la pertinencia y el prestigio de la trayectoria profesional de ambos, además de recordar que Llinares fue el administrador del IVAM a propuesta del director que sustituyó a Ciscar, José Miguel G. Cortés, y cuando la Intervención de la Generalitat realizó un primer informe que detectó numerosas irregularidades durante la gestión de la exdirectora. Todolí y Llinares formaron parte del equipo fundacional del IVAM, inaugurado en 1989, cuando el museo adquirió un rápido prestigio en el circuito nacional e internacional.

Ciscar, su jefe económico, Juan Carlos Lledó y José Luis Rueda se enfrentan a penas de entre seis y cinco años de cárcel por los presuntos delitos de malversación, prevaricación y falsedad documental. El interrogatorio de Rueda se ha tenido que suspender por la indisposición del abogado de Císcar, Juan Molpeceres, que ha tenido que retirarse para ser sometido a un examen médico.

La presidenta de la sala ha deseado una pronta recuperación al letrado y ha convocado a las partes para retomar la vista el próximo lunes a las 10 horas -una fecha que no estaba incluida inicialmente en el calendario de sesiones del juicio-, aunque se ha comprometido a informarles si hay novedades antes.

El heredero de Rueda ha declarado alrededor de una hora, tiempo que ha empleado para afirmar reiteradamente que tiene todo el derecho a reproducir y copiar las obras de su padre, como lo han tenido los heredero de Julio González o Joan Miró, que toda la operación fue legal y contaba con el respaldo de todos los conservadores del museo implicados en la compra y donación de obras, la mayoría de las cuales fueron fundidas y materializadas 10 años después de la muerte del artista en escalas y materiales diferentes. Císcar y Lledó también intentaron involucrar en todo momento al personal del museo en las dos operaciones en sus respectivos interrogatorios.

Rueda ha insistido en que, como heredero legal de la obra, tiene derecho a disponer de hasta 12 copias y ha insistido en que de las cerca de 800 esculturas que componen las colecciones del Reina Sofia o el IVAM, solo unas pocas decenas fueron elaboradas estando los autores en vida, el resto son póstumas.

A preguntas de la Fiscalía, Rueda ha negado que ofreciese al IVAM una pieza (el Gran Relieve, una de las más significativas y voluminosas) que ya había sido comprada por el Reina Sofía, y ha afirmado que su padre “dejó fundidas cinco piezas, aunque sólo tres montadas, ya que pesan 4.000 kilos y requieren de varios operarios para su ensamblaje”.

La fiscal le ha preguntado de forma insistente sobre cómo propuso la compra al IVAM y con quién desarrolló la negociación, a lo que el hijo del escultor madrileño ha respondido que el vínculo inicial de su padre se produjo durante la dirección de Carmen Alborch (1988-1993) y que él dirigió cartas a Consuelo Císcar -en 2004 y 2006- para proponerle adquisiciones y donaciones.

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Sobre la firma

Ferran Bono
Redactor de EL PAÍS en la Comunidad Valenciana. Con anterioridad, ha ejercido como jefe de sección de Cultura. Licenciado en Lengua Española y Filología Catalana por la Universitat de València y máster UAM-EL PAÍS, ha desarrollado la mayor parte de su trayectoria periodística en el campo de la cultura.

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