Vox: un socio preferente para el PP de Mazón
La presencia de la ultraderecha en la política valenciana es de una absoluta normalidad y el artífice de esta normalización es el presidente de la Generalitat

El pleno de las Cortes valencianas celebrado el pasado jueves se desarrolló conforme al guion previsto. Un periodista impuesto en los asuntos políticos podría haber escrito la crónica con antelación, a salvo de ligeras correcciones de última hora. Con excepciones, los debates parlamentarios han llegado a un punto en que su carácter es puramente formal: una representación que el ciudadano observa casi siempre con indiferencia. Los llamativos titulares con los que suelen reclamarnos los diarios pocas veces turban nuestro ánimo. En el pleno del jueves no cabían las sorpresas: conocíamos las preguntas que formularían Compromís y el Partido Socialista valenciano, como sabíamos que Carlos Mazón no respondería a ninguna de ellas. ¿Por qué habría de hacerlo? Cuando el presidente sonríe burlonamente a la oposición o declara sin ruborizarse que “la verdad se está abriendo paso” sabe que, en el escenario de las Cortes, sus palabras no tendrán consecuencias.
Si Compromís pensó que podía obtener algún provecho llevando al Pleno la solicitud de dimisión del presidente de la Generalitat, espero que la realidad les haya abierto los ojos. En política, las exigencias éticas no coinciden siempre con las necesidades prácticas. En una estrategia de relatos, dominada por las emociones, se necesitan herramientas más sutiles para convencer al votante y atraerlo a nuestra causa. Llamar a Mazón “yonqui de la mentira” puede servirnos de desahogo, pero es improbable que nos ayude a inclinar la balanza. No es gritando más que el contrario como conseguiremos imponer nuestras ideas. A una política con experiencia como Susana Camarero no le tiembla la voz: sabe que una mentira repetidas decenas de veces acaba por construir una verdad alternativa con recorrido en el mercado de la opinión pública.
Las manifestaciones producidas para pedir la dimisión de Carlos Mazón pueden reconfortar a la oposición, pero es improbable que solucionen el problema por sí mismas. Socialistas y Compromís no deberían dejarse deslumbrar por sus efectos que suelen ser circunstanciales. El tiempo debilita estas protestas que perderán intensidad conforme avance la recuperación de la dana y regresemos a la normalidad. Llegará un momento en el que estas demostraciones resulten irrelevantes y acaben por verse como muestras partidistas. Los dos centenares de personas que se manifestaron el pasado jueves a la llegada de Carlos Mazón a las Cortes muestran por dónde irán las cosas en el futuro. Vistas así las cosas, cabe pensar que los manuales de Compromís y del PSPV necesitan una actualización para ponerlos en hora con los nuevos tiempos de la política.
El efecto más destacado del pleno fue, a mi juicio, el aval que Carlos Mazón volvió a otorgar a Vox. Podemos decir que, a día de hoy, la presencia de Vox en la política valenciana es de una absoluta normalidad y el artífice de esta normalización es Carlos Mazón. Vox se ha convertido en un aliado indispensable para el presidente de la Generalitat, que se ve obligado a respaldarlo una y otra vez. Lo vimos el pasado jueves, cuando Mazón demandó su apoyo: “Realmente cuento con su colaboración, la única que nos queda es la suya”, y volveremos a verlo en los próximos días, cuando se necesiten sus votos para aprobar los presupuestos. La ventaja para Vox es que, al no estar en el gobierno, no necesita enseñar sus cartas; mientras tanto, su presencia en la sociedad valenciana se ha vuelto usual. Para un partido de la ultraderecha, con escasa afección por el sistema democrático, la situación resulta ideal.
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