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El Seprona acorrala al ‘Amigo de los Loros’ por 55 denuncias y busca más estafados

Un juzgado de Ourense investiga a un criador “sin licencia” que se prodigaba en YouTube y utilizaba los nombres de dos laboratorios para emitir “certificados falsos de salud y sexo”. Los clientes afirman que recibieron aves de 2.000 euros enfermas y sin legalizar, o que nunca llegaron

El Seprona acorrala al ‘Amigo de los Loros’ por 55 denuncias y busca más estafados
Momento de la detención de A. V. en Verín, en una fotografía difundida por la Guardia Civil de Ourense.

A. V. tiene tatuajes de loros por todo el cuerpo, también en la moto y en el papel pintado. En su casa hasta la tela del sofá es especial para que estos animales puedan vivir a sus anchas. Es el Amigo de los Loros, protagonista junto a sus aves psitácidas de coloridos vídeos de YouTube en los que encontrar consejos para la cría y el cuidado de papagayos, cotorras, guacamayos, ninfas y otros parientes de esta enorme y exótica familia que ronda las 400 especies. En una entrevista en la Televisión de Galicia, hace dos años, A. V. contaba abiertamente que en su casa de Ourense convivía con “100 parejas”, es decir, 200 animales. Eso sin contar “las crías”, porque si las sumaba llegaba a “trescientos y pico”. En el plató del programa Quen anda aí?, el criador aparecía con Apolo en el brazo, una cacatúa tritón, blanca, de ojos azules y preciosa cresta amarilla, según él entrenada para trabajar con niños “en centros de Down y autismo”. Explicaba que sus ejemplares se vendían, dependiendo de la especie, entre 350 y 20.000 euros, y que era él quien elegía a los compradores, porque no todo el mundo estaba “capacitado” para tener un hermoso y longevo papagayo. “Un loro puede llegar a morir de pena”, recalcaba en el Faro de Vigo en 2019.

A mediados de marzo, A. V. fue detenido por agentes del Seprona (Servicio de Protección de la Naturaleza) de Ourense tras una investigación iniciada en 2022, cuando se registraron las primeras denuncias por estafa de clientes de Cataluña y la Comunidad Valenciana. Después de conseguir centralizar todos los casos de fraude que han ido surgiendo por España en el Juzgado de Instrucción 1 de Ourense, la Guardia Civil asegura que reúne ya 55 supuestos perjudicados y espera que la difusión de la noticia haga aflorar más. Estas personas dicen que recibieron el ave enferma, o que se les murió al llegar, o que nunca llegó. Cuentan que jamás recibieron de parte del criador el certificado CITES (Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres), los papeles que se exigen a cualquier dueño de una de estas aves y que se vinculan a una anilla en la pata, que en este caso, según la Guardia Civil, “era también falsa”.

Las fuentes del Seprona consultadas añaden que los únicos documentos que el youtuber les enviaba con los loros a esas personas que pagaban “1.000 o 2.500 euros” eran unos análisis falsificados: pruebas de sexado con el membrete de un laboratorio de Pontevedra, y documentos con el sello de otro de Madrid que garantizaban que los animales no portaban infecciones, como la peligrosa bacteria Chlamydia psittaci, transmisible a los humanos. La Guardia Civil cuenta que estos laboratorios se han unido a la causa como perjudicados. No reconocen como suyos esos informes.

“No hay muchas personas que tengan estas aves, así que los que se van conociendo forman grupos de WhatsApp”, comenta un integrante del equipo del Seprona de la Comandancia de Ourense. Fue por esta vía como entraron en contacto distintos clientes supuestamente estafados por A. V. “Ninguno de ellos tenía el certificado CITES” que expide el Gobierno, asegura el guardia civil, y A. V. “que no estaba dado de alta como criador, ni tampoco su criadero”, nunca llegó a registrar oficialmente ninguno de los polluelos.

La Guardia Civil está convencida de que vendía ejemplares nacidos en su casa (burlando la obligación legal de notificar cada huevo de psitácida que incubaba) e investiga ahora sus relaciones con Portugal. Sospecha que esta frontera era la puerta para introducir ejemplares del comercio internacional de “especies muy protegidas” de Brasil y Ecuador, “de las que él no tenía parejas” con las que obtener puestas. “Esa va a ser la forma de demostrar que además de delitos continuados de estafa y falsedad documental, cometió tráfico e importación ilegal de aves de 32 especies protegidas”, aseguran desde el Seprona, “al mismo tiempo, se busca una solución para legalizar todos estos loros que para el Gobierno no existen”.

En conversación telefónica con EL PAÍS, el criador niega que sus aves no tengan el CITES en regla: “He vendido más de 2.000 loros y todos con el certificado; solo dos personas no lo tienen todavía y es porque aún tiene que venir de Portugal”. Este vecino de Verín asegura que la investigación se basa en “mentiras” de “29 personas”. “Fueron ellas quienes mataron a sus animales, y en un caso fue MRW, la empresa transportista, porque el pollo murió de hipotermia en el viaje”, justifica. “Llevo años ayudando desinteresadamente a la gente, en mi canal de YouTube, con miles y miles de visitas, tengo un vídeo en el que salgo yo explicando qué papeles hay que exigir cuando se compra un loro... personas que compraron animales a timadores venían luego a mí en busca de ayuda”.

A. V. salió varias veces en la prensa hablando de sus aves. Cuenta que llegó a las psitácidas “por casualidad” un día que fue a Carrefour, vio una ninfa, la compró y la bautizó con el nombre de Elvis. Ha exhibido en las entrevistas a su pareja de loros yacos, de color gris, Vera y Elmo. El Seprona llevó a cabo una “comprobación” rutinaria de su colección de aves (17 parejas) en 2019, al descubrir que tenía muchos ejemplares. “Entonces no sospechábamos que vendiese, él nos dijo que no lo hacía”, cuenta un portavoz. Hasta tres años después, cuando empezaron las primeras denuncias, algunas presentadas ante los Mossos d’Esquadra, no pusieron de nuevo el foco en él.

“Si les dan algunas frutas, se les para el buche”

El investigado explica que los polluelos que se murieron después de ser entregados fue debido a los malos cuidados de los compradores. “Yo les iba mandando pautas de alimentación, de cómo hay que ir cambiándoles la dieta en los primeros meses y los advertía de las frutas que no pueden comer, porque se les para el buche”, relata el criador, “todo esto se va a ver en el juicio, lo puedo demostrar”.

“El año pasado por estas fechas”, recuerda un agente, “notamos un bajón muy grande en su actividad y dejó de colgar sus vídeos en el canal Amigos de los Loros”. La investigación nacida de las reclamaciones de particulares llevaba un año en marcha, “y él, que estaba también en foros de WhatsApp de dueños de loros, pudo enterarse”, reconoce el guardia civil. En 2023, el criador de 49 años había cambiado su residencia, había dejado su negocio de tiendas de telefonía (cuyo CIF, según la investigación, “utilizaba para el criadero”, conocido como Aviario AVA) y había iniciado una nueva existencia como hostelero, cuentan desde el Seprona. La prensa local cubría el estreno de su hamburguesería de Verín.

El 15 de marzo, los teletipos daban un titular distinto: “Cae en Ourense una trama de tráfico ilegal de aves con conexiones internacionales y estafados en toda España”. El caso, bautizado por los investigadores como Operación Arensivia, en recuerdo del simpar sargento de las tiras cómicas Historias de la Puta Mili (El Jueves), trascendió en foros de amantes de los papagayos mucho antes de que la Guardia Civil informase del arresto de A. V. y la investigación de dos mujeres, su pareja y la gerente de una clínica veterinaria de Verín, como presuntas “cooperantes necesarias” de sus actividades. Mensajes escritos hace meses en una página que recoge comentarios y puntuaciones de usuarios de restaurantes ya le pedían cuentas al sospechoso: “estafador y maltrato animal”, “solo decir que el señor A.V. [...] ha estafado a muchísimas personas”.

En sus vídeos, A.V. aparece “empapillando” delicadamente a sus bebés con una jeringuilla. “Se entregan con tres meses”, contaba en la televisión, “la primera cara que ven al nacer es la mía, y les quito la herencia genética de salvajismo dándoles papilla cada día. Tiene que estar a 42 grados, como si se la diesen sus padres”, a más temperatura “se les quemaría el buche”.

"Soy una cabeza de turco"

“Mi único fallo, y eso lo reconozco, fue utilizar los análisis negativos de chlamydia de los padres” para garantizar la salud de las crías dice el investigado a EL PAÍS. “Y esto por querer hacerlo bien”, se queja A. V., “porque es inútil hacer la prueba a un loro de bebé, porque puede dar falso negativo o falso positivo”. El criador lamenta que hayan involucrado en la causa a su pareja, porque hay diversas documentaciones “a su nombre”, y a su hermana, “que es veterinaria”. Y considera que la Guardia Civil lo utiliza “como cabeza de turco” porque “lo que quiere es llegar al hombre que de verdad le interesa, la persona que me vendía la mayoría de los bebés desde Portugal y que, ese sí, tenía cosas... y está desaparecido”.

La Operación Arensivia se desarrolla en colaboración con miembros de la UDEV de la Policía Nacional en Madrid. Según los agentes, “dentro de su modus operandi el detenido [ahora en libertad condicional] le cobró a varios perjudicados dinero de manera anticipada 2.000 euros, sin llegar a mandar nunca el ave”. Los últimos afectados por esta práctica, dice el Seprona, son vecinos de pueblos de su misma provincia. Pero los que sí llegaron, algunos enfermos y “en pésimas condiciones sanitarias”, son guacamayos “sin papeles” sin procedencia justificada y “desconocido lugar de origen”. Las anillas de las patas “las ponía él mismo en su casa”, cuenta un investigador. ”Para el caso eran lo mismo que una placa de matrícula falsa”.

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