Maria Callas en holograma: la ópera se hace virtual para abaratar sus precios
Recitales con hologramas y conexiones vía satélite con los grandes teatros del mundo son algunas de las alternativas que encuentra el espectador para disfrutar del género sin vaciar sus bolsillos
Resulta curioso, en tiempos de coronavirus, ver las gradas del recién inaugurado Gran Teatro Bankia Príncipe Pío prácticamente llenas para ver cantar a un holograma. La imagen espectral de Maria Callas, fallecida en 1977, surge en el escenario acompañada de un orquesta de carne, hueso y cuerdas. Durante 90 minutos, interpreta retazos de su exitosa carrera ante las 1.000 personas que ocupan las butacas sin necesidad de cumplir ningún código de etiqueta ante ella. ¿Será capaz la gran soprano, ajena en esta reencarnación a cualquier contacto físico, de despertar emociones en la audiencia? El espectáculo Callas en concierto (en holograma), que estará en cartel hasta el 21 de marzo es una de las formas alternativas para que el público disfrute de la ópera evitando los elevados precios del Teatro Real.
“Lo de las entradas de Madrid es un disparate. En lugares como París es más barato, cuando la calidad de sus producciones y sus estrellas es más alta que la de aquí”, lamenta Francisco García Rosado, vicepresidente de la Asociación de Amigos de la Ópera de Madrid. La entrada más cara para adultos en lo que queda de temporada en la Ópera de París es de 280 euros. En el Teatro Real es de 299 euros para mayores de 35 años, sin contar las noches de estreno, que se acerca a los 400 euros. Por eso, opciones como las veladas con el holograma de Callas, cuyo coste máximo es de 45 euros, son una forma de salvar el escollo económico para los espectadores de la capital. El empresario Luis Álvarez, fundador del teatro madrileño, es el encargado de exportar a Europa el montaje de Callas creado por la empresa estadounidense Base Hologram, cuatro años después de que lo descubriera en Las Vegas.
Para revivir a la soprano griega en tres dimensiones, el montaje recurre a un sistema watchout, en el que varios proyectores funcionan a la vez como si fueran uno, y a una pantalla especial llamada gasa holográfica. Álvarez ya cuenta con los derechos de imagen de Roy Orbison y Whitney Houston, cuyos hologramas se pasarán por Príncipe Pío en un futuro cercano, y ultima las negociaciones con la familia de Amy Winehouse. “Al principio, me resultó una técnica interesante pero no lo suficientemente precisa. En este tiempo, la evolución ha sido tan grande que ahora ya es algo que puede asombrar al público”, cuenta en el teatro instantes antes de comenzar uno de estos conciertos semivirtuales de Callas. En este primer pase del viernes, la diva se pone caprichosa y la proyección se colapsa a la media hora de comenzar el recital. Son los riesgos de apostar por uno nueva tecnología que, por otro lado, no se alejan mucho de los achaques y rabietas ocasionales de las estrellas de la música reales. En la segunda de las funciones programadas para ese día, todo sale a la perfección y la soprano completa su recital sin el menor problema.
Como amante de la ópera, García Rosado es un gran conocedor de la trayectoria de Callas y de sus modos sobre un escenario. Tras presenciar el espectáculo considera que esta resurrección es “un milagro visual”. El holograma logra, en su opinión, regresar a la cantante a los escenarios. “Los rasgos físicos y los movimientos son de ella. Y la proyección no es plana, así que a los pocos minutos, te olvidas de que es un holograma”, comenta el experto sobre esta curiosidad visual. En lo que cree que falla el espectáculo es en su calidad sonora, con una orquesta de menos de 20 músicos que necesita del apoyo de las grabaciones de estudio para completar todos los instrumentos que acompañaban a la Callas. Al no existir grabaciones de suficiente calidad de los recitales en directo de los años 50 y 60, las grabaciones en estudio de Warner Classics sirven de parche. El reto del montaje consiste en sincronizar perfectamente estas grabaciones con el sonido en directo de la orquesta y la gesticulación del holograma. Pero al empresario Luis Álvarez no es algo que le preocupe, ya que no ha concebido esta propuesta “para contentar a los puristas del género, que buscan un sonido no amplificado, sino para despertar el interés de un público mucho más amplio”.
Viajar al MET Opera desde un cine de Madrid
El vicepresidente de la Asociación de Amigos de la Ópera de Madrid también es visitante habitual de los cines madrileños que cada mes dedican algunas de sus sesiones a emitir ópera en sus pantallas “con las salas llenas de gente que no suele acudir al Real”, dice. Y no son pocos cines los que lo hacen. El género aparece en las pantallas de Cinesa Proyecciones, Yelmo, Cines Conde Duque y Kinépolis, entre otros, con entradas que cuestan en torno a los 20 euros.
Desde el 2011, los cines Yelmo conectan varios sábados al año, en directo vía satélite, con la Metropolitan Opera House de Nueva York dentro de su programa +Que Cine, una selección de contenidos alternativos que también incluye proyecciones de ballet y teatro procedentes de los mejores escenarios del mundo. El 14 de marzo programa en cinco de sus salas de la Comunidad de Madrid la producción neoyorquina de El holandés errante protagonizada por el bajo-barítono sir Bryn Terfel. “Aunque acude un público muy diverso, la experiencia de venta es muy similar al de cualquier templo tradicional de la ópera: los viejos y nuevos aficionados al género empiezan a comprar los abonos de temporada desde el primer día que salen a la venta y no tardan mucho en agotarse”, comenta por teléfono Ángela Malvone, responsable de +Que Cine.
El mayor reto técnico de los Yelmo en estas conexiones, explica, es el de mantener la señal del satélite incluso en los días de tormenta. Para ello, hacen un “ensayo general” una semana antes de la emisión y una prueba técnica minutos antes de la llegada de los espectadores a la sala. “Si la ópera lleva toda la vida retransmitiéndose por la radio, no hay razón para que no busquemos otras formas de disfrutarla sentados en una butaca”, comenta un grupo de espectadores de Callas en concierto (en holograma) a las puertas del teatro tras pasar una noche con la diva.
Subvenciones escasas
“Si los presupuestos aumentaran en general, los precios podrían ser más asequibles”, responden desde el Teatro Real a la queja de la Asociación de Amigos de la Ópera de Madrid relacionada con el elevado coste de sus entradas. En la última temporada, las subvenciones públicas supusieron aproximadamente el 25% del presupuesto del Real. El resto se completó con la venta de entradas y los patrocinios privados. “Es un hecho que el nuestro es el teatro de la ópera con menos ayudas públicas de toda Europa”, comentan por teléfono desde el coliseo madrileño, que a pesar de todo prefiere no establecer una relación directa entre el descenso de sus precios y el aumento de ayudas públicas. “Intentamos facilitar el acceso a la ópera desde otras vías, como My Opera Player”, recuerdan. Esta plataforma incluye un amplio archivo en vídeo de grandes producciones por menos de siete euros al mes.
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