La primera ola de covid provocó la pérdida de 1.979.323 consultas entre marzo y agosto
El mes en el que se perdieron más visitas a los especialistas fue abril, entonces, los hospitales hicieron el 45,9% de su actividad usual
La primera ola de covid causó la paralización casi total de la actividad habitual en los hospitales de Madrid, tocó todas sus áreas: quirófanos que no operaban, salas de pruebas que no hacían pruebas y consultas cerradas. En la comunidad, entre marzo y agosto, dejaron de hacerse 1.979.323 de esas visitas a los especialistas. Fueron las sucesivas —aquellas que sirven para el seguimiento de los pacientes con una patología ya diagnosticada— las que más acusaron la sacudida inicial de la pandemia, se perdieron 1.105.635. De las denominadas primeras consultas, en las que los médicos ven a los enfermos por primera vez y habitualmente derivados desde atención primaria, fueron 873.688 las que no pudieron realizarse.
El blindaje al que se vieron sometidos los hospitales a partir de mediados de marzo para evitar que el virus siguiese circulando provocó un panorama al que jamás se habían enfrentado, de vacío y silencio, se prohibieron las visitas, se frenó todo aquello que no fuese urgente: no tenían recursos, materiales ni humanos, para hacer frente a la pandemia y a la vez mantener la asistencia ordinaria, y evitar más contagios era primordial. Lo urgente era tratar a los infectados de covid y aliviar cuanto antes una presión asistencial que llevó la estructura al límite. Los hospitales llegaron al pico en ingresados en planta el 2 de abril, con 16.174 pacientes; tres días después, esa cima llegó a las UCI, con 1.520 críticos, para entonces trabajaban al 291% de su capacidad original.
¿Dónde estaban el resto de pacientes, los ictus, los infartos, los crónicos o los pluripatológicos a los que había que hacer seguimiento? Aunque no hay un desglose por especialidades, todas se vieron afectadas. Solo en cirugías, dejaron de practicarse 93.001 entre marzo y agosto, según los datos entregados por la Comunidad a la diputada y responsable de Sanidad de Más Madrid en la Asamblea Mónica García con las cifras por hospitales de intervenciones realizadas de marzo a agosto de 2019 y 2020. Ocurrió lo mismo con las consultas, primeras y sucesivas, también incluidas en ese desglose de números.
Nueve meses después, García, anestesióloga en el 12 de Octubre, se sigue preguntando dónde están y cómo van a recuperarse todos esos pacientes. La Comunidad alega que la reactivación está dentro de “los planes de elasticidad” de los hospitales, protocolos que recogen la reestructuración necesaria de cara a sucesivas olas y, en principio, también el procedimiento para volver a la rutina asistencial. Sin embargo, el virus aún no ha dado margen para que esa vuelta se produzca.
La última semana, además, los datos reflejan un repunte que el consejero de Sanidad, Enrique Ruiz Escudero, ha reconocido como “leve” aunque, dijo ayer en una entrevista en Telecinco, no ha tenido “repercusión” a nivel asistencial. La pasada semana, explicó en referencia al puente, la asistencia a los centros sanitarios se concentró “en tres días”, algo a lo que puede deberse la subida en la incidencia acumulada, que este lunes se situaba en 227 casos por cada 100.000 habitantes en los últimos 14 días; el viernes, último día de la semana que el Ministerio de Sanidad ofrece datos, estaba en 207.
En cualquier caso, aunque mínimo, esta cifra al alza no es positiva para la capacidad asistencial de los centros, que acumulan ya nueve meses de presión por la covid. Mónica García apunta que “todas las especialidades tienen patologías crónicas que de alguna manera pudieron quedar desatendidas” y que, “además, todo lo leve se puede agudizar”. Un sistema colapsado, dice, significa “que no tienes acceso a la protección de la salud, y una parte indispensable como la prevención, la de coger las cosas a tiempo, no puede hacerse”. La paralización de aquellas consultas que no entraban dentro de lo urgente, “provocará, previsiblemente, un efecto bumerán de patologías muy pasadas y muy cronificadas, lo leve se habrá agravado”, añade.
En esto, explica García, tuvo mucho que ver el colapso de la atención primaria: “Alrededor de un 70-80% de las primeras consultas vienen derivadas de los médicos de familia, pero los centros de salud también estaban bloqueados”. A pesar de eso, la lista de espera para primeras consultas se ha reducido en 177.382 personas desde el comienzo de la pandemia, en febrero había 453.117 pacientes esperando, en octubre (último mes con datos disponibles) hay 275.735. ¿Cómo? Por la suma de aquellos que no acudieron por miedo a la situación durante primavera y a los que se aplazó o no se citó por no urgir.
Abril: el mes crítico
El mes en el que ocurrió de forma más crítica fue abril. Entonces, los hospitales hicieron el 45,9% de su actividad usual en consultas si se compara con el año anterior —1.138.937 en 2019 frente a 523.132 este año—. Mayo fue el segundo, con 525.010 menos; y en tercer lugar marzo, cuando se perdieron 375.092. A partir de junio, la actividad se fue recuperando, aunque en agosto, un mes en el que los hospitales, por vacaciones, funcionan a medio gas, todavía se arrastraban las secuelas que había dejado la covid y la segunda ola había llegado, se hicieron 97.989 menos que al año anterior (671.850 en 2019 y 573.861 este 2020). Aunque esto no ocurrió de forma homogénea en todos los centros.
En números absolutos, los ocho grandes (los denominados grupo 3) fueron mayoritariamente los que más perdieron. A excepción de La Princesa y el Puerta de Hierro —con 48.662 y 37.606 visitas de especialidades menos, respectivamente— el resto encabeza la parte alta de la lista por consultas perdidas: el Clínico San Carlos, 238.832, el Gregorio Marañón, 221.733, el 12 de Octubre, 199.292, el Ramón y Cajal, 186.464, la Fundación Jiménez Díaz, 135.755 y La Paz, 94.900.
En este último centro, el segundo en tamaño de la comunidad tras el Marañón y que tiene la mayor plantilla sanitaria (7.397 nóminas), una anestesista sintetizaba así la situación en la que se encontraban el 6 de abril: “Nos batimos cada jornada con lo que venga, no pensamos en mañana, el día en el que estás es siempre el más importante”. Aún así, sin margen para organizar nada más allá del siguiente turno, si se observa el descenso porcentual, La Paz no fue de los que más sufrió la paralización de las rutinas por el virus.
Asistencia a medio gas
Los que más perdieron, porcentualmente, fueron el hospital de Guadarrama, que pasó de 576 en 2019 a 43 en 2020, un 92,5% menos; y el Doctor Rodríguez Lafora, que pasó de 1.021 el pasado año a 82 este año, un 92% menos. Sin embargo, no son representativos del contexto del resto, ya que son centros especializados sin atención integral: Guadarrama es un centro de media estancia especializado en la atención y cuidados de personas con necesidad de rehabilitación y cuidados y Lafora trata a pacientes que precisan hospitalización psiquiátrica breve, cuidados psiquiátricos prolongados o trastornos adictivos relacionados con el alcohol y otras sustancias de abuso.
Del resto, teniendo en cuenta los ocho hospitales de referencia, cuatro se mantienen entre los 10 hospitales que más consultas dejaron de hacer: el Clínico San Carlos, con un 57,8% menos, el Marañón, con un 46,8%, el 12 de Octubre, con un 42,1%, y el Ramón y Cajal, con un 37,3%. Además del Santa Cristina, con una pérdida del 49% de consultas, así como el del Henares (48,9%), el de la Cruz Roja (39,8%) y el de Getafe (36,2%).
La salud y sus determinantes sociales
Que el Gregorio Marañón, el 12 de Octubre o el hospital de Getafe estén entre los que más sufrieron la paralización de su actividad rutinaria por la pendamia “no es casual”,´ dice Mónica García, diputada y portavoz de Sanidad de Más Madrid en la Asamblea. “Está relacionados con la población a la que cubren, aquellos que atienden zonas con peores condiciones socioeconómicas, con más incidencia del virus, perdieron más”. García, anestesióloga en el 12 de Octubre, hace referencia a su centro: “¿A quién atendemos? A la población de Usera, Carabanchel, Villaverde Muy golpeadas por el virus”.
Otros, como la Fundación Jiménez Díaz o el Puerta de Hierro, aguantaron mejor. “Por los determinantes sociales de la salud de la ciudadanía que les toca atender”, ahonda García. Una población generalmente con acceso a mejores condiciones habitacionales, trabajos con más flexibilidad para el teletrabajo y más capacidad económica para tomar las medidas de prevención y protección contra el virus, así como de aislamiento en caso de una infección. “Dónde y cómo vives importa a la hora de hacer frente a una pandemia como esta”, resume la anestesióloga.
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