Del Gabinete de Ayuso a la tele o la consultoría: la vida fuera de la política de los seis exconsejeros de Cs
Tras salir del Gobierno al romperse la coalición con el PP, los antiguos altos cargos cuentan a qué se dedican y cómo se supera el pasar de gobernante a gobernado
La traumática experiencia de pasar en un segundo de gobernante a gobernado la resume Javier Luengo, exconsejero de Políticas Sociales de la coalición que formaron el PP y Ciudadanos en la Comunidad de Madrid, así: “Es como ir a 300 kilómetros por hora en un Ferrari, y que de repente el coche no ande, o desaparezca”. Ocurrió el pasado 10 de marzo. Ese día, la presidenta Isabel Díaz Ayuso decidió disolver la alianza gubernamental del PP con Cs, y adelantar las eleccion...
La traumática experiencia de pasar en un segundo de gobernante a gobernado la resume Javier Luengo, exconsejero de Políticas Sociales de la coalición que formaron el PP y Ciudadanos en la Comunidad de Madrid, así: “Es como ir a 300 kilómetros por hora en un Ferrari, y que de repente el coche no ande, o desaparezca”. Ocurrió el pasado 10 de marzo. Ese día, la presidenta Isabel Díaz Ayuso decidió disolver la alianza gubernamental del PP con Cs, y adelantar las elecciones autonómicas, pese a que deben celebrarse de nuevo en 2023. Los seis consejeros del partido naranja, que habían amanecido con un sueldo anual de 100.556,52 euros, llegaron sin trabajo a la hora del almuerzo. Lívidos y desconcertados. Unos mudos. Otros, con la boca llena de rayos y la cabeza repleta de símiles terroríficos —“Esto ha sido un misil. ¡Un tiro en la nuca!”—. Así han digerido el cambio casi tres meses después.
“Salí del Gobierno un miércoles, y el jueves ya estaba trabajando en lo de toda la vida: abogado de litigios, ahora con especialización en asuntos públicos. ¡Tengo hipoteca y dos hijos!”, cuenta por teléfono desde Sevilla, donde tiene una reunión, Manuel Giménez, el exconsejero de Economía. “Para un profesional liberal, haber estado en el Gobierno puede verse como un componente sexi”, prosigue. “He hecho una conexión entre mi profesión, los fondos europeos, y el acompañamiento a compañías que necesitan entender los tiempos de la Administración, cómo funcionan esos fondos, y cuáles de sus proyectos tienen sentido para ellos”, añade. Y remata: “A la política [en Cs] entramos por convicción, no por necesidad. Ahora se ve que es verdad”.
No todos los consejeros de Cs hicieron una transición tan vertiginosa como la de Giménez. La impredecible disolución del Gobierno dejó a la mayoría noqueados. Con la vida planificada para los cuatro años de la legislatura, el terremoto redujo a escombros todas sus certezas.
El móvil deja de sonar
Adiós a mil proyectos inacabados a mitad de legislatura. Adiós al coche oficial, al despacho y al poder. Adiós a las cámaras, los micrófonos y los debates parlamentarios. Adiós a los colaboradores que habían dado el salto desde el sector privado siguiendo a los líderes. Hola a la incertidumbre. Al vértigo de lo nuevo. Y al silencio del teléfono. De repente, perdido el poder, el móvil deja de sonar.
“Necesité un tiempo para recomponer esquemas mentales y vitales a corto y medio plazo”, reconoce Luengo, que sustituyó a Alberto Reyero al frente de las Políticas Sociales en octubre de 2020. “Estaba volcado en la consejería y sus proyectos, y de repente todo se para. Frustra, pero hay que aceptarlo con naturalidad”, describe. “Ahora valoro volver a la defensa de los derechos de los más vulnerables”, añade sobre la excedencia que tiene en Plena Inclusión Madrid, una red de organizaciones de personas con discapacidad intelectual. “Cuando vienes de fuera de la política, lo ves diferente y sabes que hay que adaptarse, como cuando fue al revés y me requirieron para el ámbito político”.
Giménez y Luengo llegaron a la Real Casa de Correos desde la sociedad civil, avalados por su trayectoria, y no por su pertenencia a un partido. También lo hizo Eduardo Sicilia, el exconsejero de Universidades, que busca destino “sin prisa”. Su aproximación al vacío que generó la salida del Gobierno tiene algo de filosófica.
“He decidido programarme un tiempo sabático de tres meses. Es un proceso sano en el que intento asentar la experiencia fantástica que he vivido y combinarlo con estudiar y actualizarme”, cuenta este exdirectivo del BBVA, que aplica ahora la misma receta que en sus “transiciones laborales” previas. “En el camino he tenido aproximaciones y propuestas y es probable que en breve cierre algún tipo de colaboración en el ámbito universitario y de la educación; en el de la innovación y la tecnología; con otra pata en la consultoría estratégica y en la inversión en start-ups”, añade. “A mí, el trabajo y los retos intelectuales me dan la vida”, subraya. “Lo que ocurrió fue traumático, la sensación fue de tristeza, pero cuando lo entiendes lo encajas con profesionalidad y cierras capítulo”.
Garrido, político profesional
El caso de Garrido es diferente. Fue un político profesional. Durante 30 años, desempeñó todos los puestos imaginables, desde concejal a presidente de la Comunidad, hasta el último, consejero de Transportes. ¿Y ahora?
“He vuelto a trabajos técnicos, pero una de las cosas que tiene volver a la vida civil es que uno se reencuentra con la privacidad”, responde sin detallar su ocupación este ingeniero de minas. Además, Garrido se ha convertido en colaborador del programa Todo es mentira, de Risto Mejide, en Cuatro, siguiendo un camino que ya anduvo su amiga y expresidenta regional, Cristina Cifuentes. “Me está resultando divertido”, concede. “Me permite opinar de los demás en vez de ver cómo los demás opinan de mí”.
A Garrido le fichó para Cs Aguado, que acaba de dejar la política, no ha dado pistas sobre su futuro y no respondió a las llamadas de EL PAÍS. Lo mismo, pero en un sentido muy diferente, le ocurre a la exconsejera de Cultura, Marta Rivera de la Cruz: sin decir nada, se ha dado de baja de Cs, y ya se ha dejado fotografiar en dos ocasiones con Díaz Ayuso, que ha dicho contar con ella para su nuevo Gobierno.
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