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El Madrid de la pandemia emerge en la literatura

En días en que debía realizarse la Feria del Libro coinciden varias obras que tienen a la ciudad y a la palabra como protagonista

Imagen de Marta Sanz, en junio de 2020, durante la primera ola de la pandemia.
Imagen de Marta Sanz, en junio de 2020, durante la primera ola de la pandemia.

El Madrid del año de la pandemia empieza a aparecer como protagonista de diarios y obras de ficción, además del lugar donde algunos escritores terminaron novelas o ensayos que tienen a la ciudad como escenario principal de otras épocas. Coinciden con las fechas en las que la ciudad y los libros hubieran sido los protagonistas culturales con la Feria del Libro de Madrid aplazada a septiembre, del 10 al 26.

Unos escritores quedaron paralizados ante la situación y no se concentraban ni en lecturas ni en escrituras, otros decidieron exorcizar los miedos e incertidumbres paridos por la Covid-19 a través de la palabra en diarios y unos cuantos vieron el confinamiento como una oportunidad mayor de concentración en sus proyectos literarios.

Marta Sanz vivió el confinamiento en Malasaña: “No podía concentrarme”. La tristeza rondaba e intentó “buscar la alegría y la vitalidad en el encierro”. La casa, cuenta la escritora, “empezó a transformarse y las cosas pequeñas adquirieron más relevancia, algo que va mucho con mi literatura”. Así es que el 17 de abril empezó a conjurar todo aquello a través de su debut en Instagram bajo el hashtag #partedemi. Lo hizo hasta el 31 de diciembre. Un testimonio que recoge en Parte de mí (Anagrama) en cuyas páginas Madrid emerge como un cuadro impresionista donde cada post con foto y texto muestra la montaña rusa de emociones y pensamientos que la acompañaron con “curiosidad, miedo e ilusión”.

La portada del libro 'Parte de mí', de Marta Sanz.

El fresco madrileño complementario es el de Jordi Doce. El poeta y ensayista vivió y escribió su vida en pandemia en su casa en las faldas del Parque del Oeste y entre la estación de Príncipe Pío y la Ermita de san Antonio de la Florida que guarda las pinturas de Goya de finales del siglo XVIII. Doce escribió las primeras impresiones en medio de la extrañeza el domingo 15 de marzo, un día después de la declaración del Estado de Alarma. Recuerda que “se hizo el vacío en la ciudad. Irrumpió la escritura como la única forma que tenía de contarme a mí mismo esa extrañeza y la manera de domesticarla era escribiendo. Veía la ciudad por la ventana y cuando sacaba al perro. Comprobé la soledad fantasmal de las calles. Fue como si en el centro se hubiera instalado el silencio de las afueras”. Al ver el espacio urbano vacío de gente descubrió que “es un decorado muy llamativo y elaborado que confirma que necesita humanidad”. Todas esas emociones y pensamientos las condensó en el título del diario: La vida en suspenso (Fórcola).

La portada del libro 'La vida en suspenso', de Jordi Doce.
La portada del libro 'La vida en suspenso', de Jordi Doce.

No todo han sido testimonios fieles a la realidad del Madrid en pandemia. En Arganzuela, en vísperas de la declaración del estado de alarma, un niño de tres años le dio el pie de la novela al dramaturgo y guionista de cine Daniel Remón. Su sobrino Teo se quedó una noche en su casa y le pidió que le contara un cuento. Lo hizo. A los pocos días con la ciudad ya clausurada, Remón empezó a escribir aquel primer domingo una historia en la que un hombre cuenta a un niño una fábula donde los personajes tienen diferentes miedos que deben afrontar y superar para sobrevivir. “No era consciente de lo que escribía”, reconoce el autor. Lo cierto es que, admite, “el panorama era oscuro y empecé a notar cuánto echaba de menos la ciudad. Das por hecho que es tuya y que puedes salir cuando quieres. Sentía que estábamos robando el tiempo. Un tiempo fuera del tiempo. Y ese es un lugar muy interesante para escribir”. Cuando llegó junio la primera versión de la novela estaba acabada. Literatura (Seix Barral) le puso por título, “como la vida que estábamos viviendo”. Allí, desde el Madrid confinado, Remón mezcló los recuerdos de sus padres fallecidos años atrás, sus diferentes fantasmas, los temores esparcidos por el virus para fundir la ciudad del pasado con la del presente.

La portada del libro 'Literatura', de Daniel Remón.
La portada del libro 'Literatura', de Daniel Remón.

Meses antes de la irrupción del coronavirus, en otra casa del mismo distrito de Arganzuela, María Folguera había empezado a escribir una historia de amistad entre dos mujeres que tenía previsto que se desarrollara en primavera de 2020. “Con el Estado de Alarma entré en shock”, confiesa la directora del Teatro Circo Price. En las primeras semanas, la escritora no sabía qué decisión tomar sobre el rumbo de la novela hasta que se dio cuenta de que si quería que la historia se desarrollara en primavera tenía que incluir la pandemia. Al final, revela, “la amistad entre dos mujeres y la catástrofe mundial conduce a las amigas a un nuevo estadio de su amistad”. Hermana - Placer (Alianza) incluye las angustias propias y percibidas y rescata los pequeños placeres de las escritoras que “en este tiempo también han adquirido otra dimensión para todos”.

La portada del libro 'Hermana. (Placer)', de María Folguera.
La portada del libro 'Hermana. (Placer)', de María Folguera.

Por poco ese Madrid emboscado por el virus no entra en la gran biografía de la ciudad que escribía Andrés Trapiello desde 2016. Lo terminó a comienzos de marzo de 2020. Antes de entregarlo a la editorial Destino alcanzó a escribir un Epílogo del prólogo en el que recuerda que “fue Madrid la ciudad más castigada de España. Durante casi tres meses fue una ciudad fantasma, con toda su población recluida en sus casas, día y noche, atemorizada y angustiada”. Tras dar cifras de muertos y contagiados por el virus, Trapiello recoge el sentir que plasmaron también en sus libros Marta Sanz, Jordi Doce, Daniel Remón y María Folguera al dar las gracias “al trabajo silencioso de tantas personas de diferentes oficios y profesiones que velaron con abnegación por nuestra supervivencia”.

Hace un año muchos se preguntaban si la experiencia de la pandemia haría mejor a la humanidad, Marta Sanz cree que “por desgracia vemos lo contrario. Seguimos perdiendo derechos conquistados, se perpetúan discursos agresivos y xenófobos, se habla de invasiones, se trata de aplastar la cabeza de los más débiles y aumentan las demandas nacionalistas. Ese es el miedo que siento ahora”.

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