Lista de tareas pendientes
Ser feliz es útil porque la energía que desprendes se impregna para bien en todo lo que haces
Hoy después de 10 años he vuelto a visitar a una psicóloga. Creo que es buena idea hablar con alguien con conocimientos para guiarte, que repare en ciertas cosas que pueden pasar desapercibidas. Así que pa’ allá que me fui. ¡Y en coche! He pensado que, puestos a ir, a mejor estaría bien “obligarme” a conducir después de un accidente bastante traumático en el que juré ante el viento que nunca más lo haría.
He llegado bien, sin incidentes.
A los 15 minutos de conversación me recomienda que reduzca notablemente el uso y consumo de redes sociales porque le resulta bastante obvio que, con mi PAS, no me hace bien “enterarme de todo”. “Autocuidados”. Y se ríe. Se ríe muchísimo y me parece muy inteligente y un golpe sobre la mesa a todas las ideas preconcebidas sobre el espacio en el que anidan nuestras preocupaciones y tristezas.
También me ha dicho que me ponga una alarma para comer, ya que cuando voy de culo y no me alcanza el tiempo lo primero que hago es aplazar la comida. Dice que, aunque no siempre haga caso de la alarma, será positivo que al menos sea consciente de lo mucho que paso del tema. Que no me meta presión si de repente no soy un reloj suizo a este respecto, pero que lo intente. Y allí la tengo, a las 14.15.
Me ha dicho que me haga una lista de deberes, de cosas pendientes, de recados. Mejor con un boli y un papel porque hay algo terapéutico en ir tachando las cosas con el boli. “La satisfacción del deber cumplido”. En cuanto entregue este artículo lo tacho de mi lista y solo me quedará una cosa de 13. ¡Ni tan mal!
Ella cree que me vendría bien tener un móvil de empresa, no para estar de guardia, sino para dejar de estarlo. Ayer me decía mi marido que no podía ser que mi horario de oficina fuera “todo el día”. Le he explicado que bailar es, probablemente, lo que más me gusta del mundo, pero llevo dos años sin poder hacerlo porque no me concentro. Tengo una capacidad alucinante para tener el cuerpo en una parte y la cabeza a mil kilómetros de distancia. En algo útil.
Me contesta que “qué hay más útil que ser feliz”.
Esta chica sabe. Habla como frases de agenda y a mí eso me encanta porque lo memorizo rápido. Ser feliz es útil porque la energía que desprendes se impregna en todo lo que haces, para bien. Ha intentado que firmáramos un pequeño acuerdo interno para tratar de hacer caso a sus recomendaciones y sugerencias. Comprendo el sentido simbólico más que burocrático del documento. Con franqueza le he respondido que no obtendrá mayor compromiso por mi parte que mi palabra.
Así que me voy a buscar un móvil y un número nuevo para que, al menos hoy, no me quede ninguna línea por borrar.
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