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Las urgencias del hospital Infanta Sofía van también a la huelga: “Tememos por la seguridad de los pacientes”

Los urgenciólogos del centro público de la Comunidad de Madrid anuncian paros indefinidos a partir del 28 octubre y se suman a los de Atención Primaria, que comienzan el 25

Toñi Ruiz, auxiliar de enfermería del hospital Infanta Sofía, en una protesta a finales de septiembre por la sanidad pública.
Toñi Ruiz, auxiliar de enfermería del hospital Infanta Sofía, en una protesta a finales de septiembre por la sanidad pública.ULY MARTÍN
Berta Ferrero

A la Comunidad de Madrid se le multiplican las huelgas sanitarias. Primero, la de las urgencias de Atención Primaria, programada a partir del 25 de octubre. Y, tres días después, la de las urgencias del hospital Infanta Sofía, que de tanto llenar el vaso de agua, se ha derramado. “Empezamos a temer por la seguridad de los pacientes”, asegura Marina Parras, urgencióloga desde hace 21 años y delegada sindical de la Asociación de Médicos y Titulados Superiores de Madrid (Amyts). La gota que ha hecho colapsar el sistema de este centro de San Sebastián de los Reyes, en el norte de Madrid, ha sido la falta de efectivos. Llevan avisando desde 2018, aunque el grito de socorro se escuchó especialmente este verano, cuando denunciaron que hacían turnos con la mitad de los médicos necesarios, y que el estrés y la depresión se había apoderado de la mayoría de los sanitarios, cada vez con más bajas por enfermedad. Once a la vez en julio. Eso, cuando no se autodespedían, como han hecho 14 en el último año, cinco de ellos desde el pasado agosto. El resto, una plantilla formada ahora por 32 urgenciólogos fijos y nueve con contratos exclusivamente para las guardias, ha decidido gastar una última bala antes de ponerse a buscar otro trabajo: a partir del 28 de octubre irán a la huelga. Luego ya se verá. “No hay solución”, sentencia Parras.

La situación de las urgencias del hospital es dantesca. Tanto, que la gerencia escribió el jueves pasado por la tarde a siete personas que libraban el fin de semana para que fueran a cubrir huecos. “Nos lo dicen con menos de 24 horas de antelación y nos piden que vayamos. Yo, cuando hay una incidencia gorda, no hace falta que me digan nada. Si se cae un avión, voy. Con la pandemia, voy. Con un atentado, voy. Pero no había ninguna incidencia especial, simplemente nos piden que vayamos porque no cubren los turnos. Era el único fin de semana que librábamos en todo el mes. Esto no puede continuar así. No podemos más, por nosotros y por los pacientes”, lamenta Parras, que recuerda que la gerencia del hospital les ha dicho en diferentes reuniones que “la situación ya es conocida por la dirección médica y se tiene que sacar adelante el servicio con la plantilla que hay”.

La Comunidad de Madrid todavía no ha respondido si piensa reforzar de alguna manera el servicio. “La atención en el Servicio de Urgencias del Hospital Universitario Infanta Sofía se está prestando con normalidad. Los pacientes son atendidos por criterios de prioridad clínica, en función de su gravedad y patología”, se ha limitado a decir un portavoz, sin especificar si los profesionales son suficientes o no. “Actualmente, hay tres bajas médicas, dos de ellas cubiertas”. Los datos del planillo de trabajo, sin embargo, muestran que hay cinco médicos de baja, dos de ellos cubiertos con contratos de sustitución.

La caída en desgracia de las urgencias de este hospital no es nueva, aunque tampoco ha sido siempre así. El Infanta Sofía nació en 2008 y se convirtió en una de las niñas bonitas del Gobierno regional, entonces gobernado por Esperanza Aguirre. Amplio, moderno, en una zona en expansión al norte de la región, iba a convertirse en uno de los centros de referencia. Llegaban médicos jóvenes, con una carrera por delante. La población asignada al centro por aquel entonces era de 269.249 pacientes. Y la previsión era que aumentase de la mano de los planes urbanísticos de la zona.

Pero los buenos tiempos se torcieron pronto. Los sanitarios apuntan que el declive comenzó cuando caló la idea del exconsejero de Sanidad Manuel Lamela de que el futuro se encontraba en el modelo de gestión sanitaria público-privada, que afectaba directamente a varios hospitales, entre ellos el Infanta Sofía. Una idea que recogió su sustituto en el puesto, Juan José Güemes, y que defendió también Javier Fernández-Lasquetty, actual consejero de Hacienda. Pero aquel proyecto se truncó y se paralizó tras la marea blanca. El hospital siguió funcionando como público y el equipo de urgencias consiguió en 2012 el premio al mejor servicio de Madrid. Parecía que todo iba sobre ruedas.

Pero las previsiones se hicieron realidad. La población creció hasta 333.756 habitantes contabilizados en 2021, mientras que la plantilla es prácticamente la misma que en 2008. En urgencias, de hecho, ha pasado de 28 a 32 adjuntos, cuatro contrataciones gracias a la pandemia, con personal que ya trabajada allí mismo con contratos temporales. “Es el centro con menor presupuesto anual (172 millones de euros) y con menos facultativos (384) de todos los hospitales gemelos como el Infanta Leonor (205 millones y 534 facultativos), aunque tenga más población asignada (333.756 frente a 312.000)”, explica el sindicato Amyts en un comunicado.

La situación empezó a complicarse de verdad antes de la pandemia, hace tres años, cuando las urgencias contaban ya de forma permanente con un facultativo menos asignado todos los fines de semana, es decir, había ocho de guardia, cuando lo recomendado por las camas asignadas y la población atendida es de nueve. “Esto obliga a que los facultativos tengan que hacer entre cinco y nueve guardias, con dos fines de semana mínimo al mes. Algo que supone una clara vulneración de las instrucciones de la propia Consejería sobre el descanso obligatorio”, lamenta Amyts.

Caída en picado tras la pandemia

Con la pandemia, la cuerda se estiró al máximo. Trabajaron más que nunca. Los turnos dejaron de ser turnos y las horas de trabajo se multiplicaron. Y cuando la situación sanitaria se relajó y la suya en particular se mantuvo por la falta de efectivos, las bajas por estrés y depresión empezaron a hacerse una realidad en su día a día. En verano los turnos se sacaron con la mitad de sanitarios necesarios. Llegaron los autodespidos. En total, el servicio de Urgencias del Hospital Infanta Sofía ha sufrido la pérdida de 14 facultativos eventuales.

La situación tocó fondo en julio y agosto, cuando los médicos hablaron en medios de comunicación como este periódico. “A este contexto hay que añadirle un incremento, en el último año, de la presión que tiene que ver con el cierre de las urgencias de Atención Primari (SUAP), el déficit de los centros de salud y la larga lista de espera en consultas de especializada. Todo esto está provocando una huida masiva del Hospital Infanta Sofía: desde noviembre del 2021 hasta el 1 de junio de 2022 se han perdido hasta nueve profesionales con destino a otros servicios de Urgencias de la Comunidad de Madrid con mejores condiciones”, lamenta la urgencióloga Itziar Fortuny.

La huelga de las urgencias del Infanta Sofía llega en un momento en que la sanidad de la Comunidad de Madrid se encuentra en entredicho. Se suma a la de las urgencias de Atención Primaria, prevista para el 25 de octubre, porque el plan de la consejería de sanidad consiste en abrir los 78 puntos de atención continuada (PAC) que había antes de la pandemia (formados por los 41 Servicio de Atención Rural y los 37 SUAP), pero con casi la mitad de la plantilla. Y se suma también a la dimisión de la gerente de Atención Primaria, Sonia Martínez Machuca, por “razones de salud” y porque “ha decidido que no es el mejor momento para estar al frente del problema más grave que tiene la Consejería de Sanidad”, según palabras del viceconsejero Fernando Prados Roa.

Desde julio, ha habido seis salidas y ocho cambios en la Consejería de Sanidad. A la renuncia de Martínez Machuca se ha unido un proceso de examen a los gerentes de todos los hospitales públicos de la región, según documentación a la que ha accedido EL PAÍS. En ese contexto, la Comunidad ha decidido prescindir del gerente del hospital Clínico San Carlos, que llevaba 21 años en el cargo, y también del gerente del Gregorio Marañón. Y añaden ahora desde Amyts: “Mientras, siguen ahí el gerente del Infanta Sofía, que se cargó las urgencias del hospital del Tajo, y la directora médica, que se cargó las urgencias de Alcorcón. Es la tormenta perfecta”.

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Sobre la firma

Berta Ferrero
Especializada en temas sociales en la sección de Madrid, hace especial hincapié en Educación o Medio Ambiente. Ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS. Es licenciada en Periodismo por la Universidad Cardenal Herrera CEU (Valencia) y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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