Los vecinos de la mancomunidad de San Cristóbal en Madrid quieren que un juez impida a los niños jugar en sus accesos a la salida del cole
Los demandantes pretenden privatizar una plaza en Chamberí, mientras que los padres del colegio San Cristóbal piden que no les quiten el único espacio que tienen sus hijos para socializar en plena ciudad
Las tardes de juego de los alumnos del colegio público San Cristóbal, del distrito madrileño de Chamberí, están en peligro. La junta de la mancomunidad de San Cristóbal, conocida como el Parque Móvil, ha llevado este martes a los tribunales al Ayuntamiento de Madrid con la intención de que se privatice el uso de la explanada, aislada de la calle de Bravo Murillo por una valla con dos accesos, que no solo sirve de patio de colegio, sino que desde hace décadas también es un sitio de encuentro para las familias y estudiantes a la salida de las clases. A pesar de que la plaza está declarada como zona verde y su uso tiene carácter público, algunos de los vecinos de la mancomunidad se oponen a compartir el espacio con los niños que juegan allí en las tardes de lunes a viernes.
Cuando suena la campana sobre las cuatro de la tarde, una veintena de padres espera a sus hijos a las puertas del San Cristóbal, a un costado de la plaza. En lugar de irse a casa, a la biblioteca o a otro parque, los adultos se sientan en los bancos o en la escalinata que preside el espacio mientras los más pequeños corren incansables de un lado a otro. Esta es una plaza especial por muchas razones, entre ellas, porque para evitar confrontaciones con los vecinos se han acordado ciertas reglas, que se pueden leer en los carteles pegados en las paredes por toda el área. Los niños saben que solo pueden usar pelotas de goma espuma, que no hacen ruido al rebotar, que las bicicletas están prohibidas y que hay cuatro asientos al inicio de la plaza exclusivamente destinados a las personas mayores. Todo se cumple a rajatabla, pero para ciertos vecinos no es suficiente.
El conflicto existe porque la mancomunidad mantiene el riego y cuidado de la plaza desde los años noventa del siglo pasado, pero el Ayuntamiento la contempla como parte de sus zonas verdes públicas. El objetivo de la demanda es que el consistorio reconozca la propiedad privada de este espacio, rodeada por varios edificios de vecinos, la iglesia, un polideportivo y varios comercios pequeños. Parte de los vecinos de la mancomunidad ya ha intentado vetar el paso a la explanada por sus propios medios en otras ocasiones, sin éxito, pero ahora ha tomado el camino judicial con la esperanza de conseguirlo. Más Madrid ya anunció que presentaría una moción de urgencia en el pleno del Ayuntamiento del jueves para que este se haga con la propiedad de la plaza y pueda zanjarse la disputa por su uso.
“Es una pena que, por querer dormir una siesta, nos quieran quitar este parque”, comenta Samuel Gómez, que tiene un hijo en tercero de Primaria, mientras conversa con otros padres y madres. Todos coinciden en que la privatización de la plaza supondría el fin del colegio ―que solo tiene un pequeño patio dentro de sus instalaciones― porque los estudiantes no tendrían dónde hacer actividades al aire libre como la educación física o jugar en el recreo. El AMPA del San Cristóbal ha aclarado en un comunicado que el colegio es copropietario de la plaza, porque también forma parte de la mancomunidad, así que esperan que las salidas en horas lectivas no se verían afectadas, pero sí las que ocurren después de clases.
Además de las familias que perderían este valioso espacio, del que dicen no hay otro en todo Chamberí, los dos comercios al interior de la explanada prácticamente morirían con la privatización. Los padres también piensan en qué será de la pequeña tienda de chuches de Carmen Rodríguez. “Los niños son los que le dan vida a mi local, los que me ayudan a vivir. Tendré que cerrar, pero yo me siento muy feliz aquí”, se lamenta Rodríguez. Un padre que va saliendo de la tienda se para y le dice: “Así es, no te equivocas”.
La directiva del AMPA asegura que el Ayuntamiento les ha confirmado su intención de continuar apoyando el uso público de la plaza, en la que muchos de los 3.000 vecinos de la mancomunidad también jugaron desde que fue fundada hace cerca de 80 años. Carolina Cazo-López hoy tiene dos hijos, uno en tercero y otro en sexto de Primaria, en el colegio, pero recuerda cómo hace más de 30 años ella también corría por este lugar, al que llama “un centro social de Chamberí”. “Este es uno de los puntos diferenciales del colegio, es alucinante que quieran quitárselo”, comenta.
Pablo Gutiérrez comenzó a ser parte del San Cristóbal desde este curso, cuando su hija entró a segundo de Infantil, pero ya se siente parte de esa comunidad escolar que se crea en gran medida en la plaza. La elección de este colegio no fue casualidad: le contaron que aquí los niños jugaban a la peonza al salir de clases y que corrían libremente sin peligro gracias al vallado del parque. Cuenta que le impresiona cómo los niños más mayores se reúnen con los más pequeños y que no se ven pantallas en ningún lugar. A esto lo llama “lujo en Madrid”.
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