Se venden ‘bebés’ al gusto del consumidor
Miles de personas han asistido este fin de semana a la feria Daris en Madrid para alzar, besar y comprar la réplica hiperreal de un recién nacido
Jessica Díaz, malagueña de 30 años, dará a luz en febrero a su tercer hijo. Tiene uno de 11 años y otro de 7. Pero en febrero también pasarán a ser seis niños viviendo en su casa, tres de carne y hueso y otros tres bebés reborn, muñecos de silicona o vinilo hiperrealistas, “renacidos”, como lo dice su traducción. Ha viajado hasta Madrid para asistir a la Feria Daris, en Rafaelhoteles (Atocha) para buscar hacer una réplica exacta de su próximo recién nacido. Lo quiere como recuerdo, y en algún momento para dárselo como regalo a su suegra. “Es igual al que hace la escultura de la mano, o el del pie. En vez de verlo por foto, pues estoy viendo una réplica exacta de mi bebé, y es bonito tenerlo”, cuenta mientras camina por los pasillos del salón de eventos. Hay 70 puestos vendiendo bebés completos, o las bases para hacerlos desde cero, o partes del cuerpo como las cabezas, los ojos, el pelo, y también la ropa. Por los pasillos caminan principalmente mujeres, niñas y coleccionistas con muñecas en brazos, en cunas y en coches, que comparten sus experiencias siendo “madres”. Este domingo, muchas hicieron hasta dos horas de cola en el frío antes de que abrieran las puertas, a las 11 de la mañana. Todas vienen a ver, alzar, besar y comprar los modelos. Su apariencia, peso y hasta su piel son prácticamente idénticas al de uno real.
El amor de Díaz por estos juguetes llegó gracias a su madre, que tiene al menos una decena de ellos en casa. Cuenta que fue específicamente en una reunión de coleccionistas en la Plaza Mayor de Málaga. Reconoce que a su pareja, que está de pie a su lado durante la entrevista, no le gustan “para nada”, pero que ella les ha tomado el gusto. “Mi madre me regaló un dineral de cochecito, pero yo no soy de salir a pasearlos, tampoco es que tenga tiempo. Entonces ahora, como ya he adecuado la habitación del bebé, los tengo ahí”, cuenta mientras se toca su barriga de seis meses. Apenas nazca, se lo llevará a una de las escultoras para que lo vea y pueda crear uno idéntico.
Una de sus opciones es personalizarlo con Mónica Parres, de 43 años, que viene a Madrid desde el norte de España a presentar sus obras en la feria desde hace 10 años. Se metió en el mundo hace casi 14 años tras ver una en internet. Quiso aprender a hacerlas y con el tiempo se convirtió en escultora y artista de bebés reborn de silicona, trabajo que comparte con el de ser auxiliar de enfermería en un geriátrico. Confecciona y vende modelos hiperrealistas desde los 1.500 hasta los 3.500 euros. “Yo veo algún modelo, lo grabo en la memoria, cojo la bola de arcilla y empiezo a esculpirlo. Luego se hace un molde, ahí se pone la silicona líquida y se cataliza”, explica. Algunos vienen con su ombligo de recién nacido, con pelo natural de oveja injertado uno a uno, con sus genitales y hasta con flexibilidad en la boca y lengua para darles biberón. Tiene expuestos unos 10 bebés y tarda al menos un año elaborando cada uno.
Recientemente, ha extendido su oferta de productos. Ahora también ofrece bebés gorilas hiperrealistas. Estos, mucho más pequeños que los bebés humanos, cuestan 100 euros. “A mí me encantan los gorilas y hay mucha gente que le encantan los monos, entonces cuando lo ven se enamoran”, añade la mujer mientras tres clientes esperan que termine de conversar para hacerle más preguntas sobre su trabajo. En la feria ha vendido varios, entre ellos el más caro: de 3.500 euros que tiene un sistema de sonido que llora y se ríe. Como los bebés de verdad, los muñecos deben tener algunos cuidados: “Hay que ponerle un polvo, ya que la silicona es un aceite que suda. También hay que tener mucho cuidado al tratarlos; si son muy blandos no puedes cogerlos por la cabeza, se pueden llevar a rasgar”, explica. Alicia Jiménez Plaza, madrileña de 60 años, también se enamoró de este mundillo tras regalarle un bebé reborn a su hermana. “Yo compro la base en blanco y luego les doy vida. Pinto cada capa, los tonos de la piel, las venitas, las rojeses”. Ella también hace bebés reborn en vinilo, que tienen solo la cabeza y las extremidades de un material duro, pero su cuerpo es de tela. Cobra desde 850 euros por los de vinilo, hasta 2.000 por los de silicona. Le han encargado desde prematuros hasta bebés de más de un año.
Ambas coinciden en que el grueso de las personas que las adquieren son coleccionistas que llegan a tener decenas de modelos, dependiendo de sus gustos. Tere Erranz, de 61 años, se pasea con una bebé de silicona en un coche y otro que acaba de comprar en brazos. “Mira su ropita y los zapatos. Ah, y la manta, me encanta”, le decía a otra coleccionista mientras le enseñaba su nueva adquisición. En su casa tiene una habitación acondicionada para niños en la que tiene a sus 10 bebés reborn junto a sus coches. “A veces me apetece cambiar a uno, le pongo pijama y le cambio el pañal. Al otro día al siguiente y así”, cuenta. Sabe que hay personas que las llaman locas, pero eso no la desvela. “Me da lo mismo, toda la vida me han gustado los muñecos”, comenta. “Yo tengo hijas ya mayores, no me considero loca. Nos gusta eso como al que le gusta coleccionar cualquier otra cosa”.
Otro de los públicos que ha tomado fuerza en los últimos años son las niñas. “Me encantan porque parecen de verdad y parezco mamá”, afirma Ana, de 10 años, con su nuevo bebé de un mes y de pelo rubio en brazos. Dice, al lado de su madre, que lleva años ahorrando para comprarse estos juguetes. Es su tercero. El primero le costó unos 900 euros ―de segunda mano― y este le ha costado 450. “Tengo a Mateo, Martina y ahora este creo que se llamará Martín”, añade con una sonrisa de ilusión. Otros niños se inclinan por bebés de fantasía, como los de la película Avatar, por ejemplo, que también son creados por las artistas.
El origen de los bebés reborn se remonta a la II Guerra Mundial en Alemania, según los propios expositores, cuando las madres rehacían los muñecos de sus hijos para que parecieran nuevos. Las niñas ya no se conforman con los muñecos hechos por partes, ni con los de las tiendas, ahora exigen más. Eso es lo que cree Sandra Del Moral, una de las coordinadoras del evento: “Tú en las comuniones pedías una muñeca, pero ya las niñas de hoy en día quieren un bebé reborn y para los 10 quieren un móvil”.
Feria Daris
La Feria Daris ha cumplido ya una década. El evento nació en Madrid como una idea de María Valle, la pintora de bebés reborn para compartir su arte. Empezó siendo gratuita en un pequeño salón cerca del Santiago Bernabéu. Ahora cobran entrada y todos los años esperan a miles de personas. “El mundo youtuber ha dado a conocer esto”, asegura Del Moral. Su público va desde niñas de cinco años hasta personas de 70 y pico. “Empezó con coleccionistas, como quien tiene cochecitos, porque al final es una obra de arte. Pero también se usa para terapias de alzhéimer, niños con autismo, gente que no puede tener bebés y que lo intentan sustituir un poco en cierta forma. Viene todo tipo de gente”, añade.
Los años anteriores habían recibido la visita de unas 2.000 personas; este año ese número se superó el sábado, primero de los dos días. Las entradas tenían un coste de 7 euros para un día y 12 euros para ambos. También se ofrecía una entrada VIP de 30 euros que incluía regalos, sorteos de muñecos y el acceso anticipado.
El fin de semana entraron y salieron cientos de personas del hotel con sus bebés en coches, en brazos y en bolsas. Escenario que, para cualquier despistado, pudo haber sido un simple evento infantil.
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