Optimismo cauteloso y muchos vestidos de fiesta en el cierre de la semana de la moda de Madrid

La pasarela madrileña ha tenido que esperar 77 ediciones para recibir la visita de un presidente de Gobierno. Sucedía la tarde del viernes, cuando Pedro Sánchez acudía inesperadamente al desfile de Teresa Helbig junto a su mujer, Begoña Gómez. Es habitual ver a políticos en activo o retirados en la primera fila de esta convocatoria –unas horas antes que Sánchez paseaban por el pabellón 14 de Ifema Yolanda Díaz o Cristina Cifuentes– pero en el ámbito gubernamental los nombres solían circunscribirse a autoridades locales o provinciales de Madrid y a ministros. Generalmente ministras y la reina Letizia (en dos ocasiones, con 12 años de diferencia entre ambas), quizá por ese embustero cliché de que la ropa es cosa de mujeres.

“La moda de autor en España genera mucho más que el cine español, pero se habla menos de ella”, defendía el presidente de la Asociación de Creadores de Moda de España (ACME), Modesto Lomba, el pasado lunes en un encuentro con alumnos de la escuela universitaria ESNE, en el marco de las actividades de Madrid es Moda. Concretamente, en 2021, facturaba 764 millones, casi 20 veces más que el cine. Como el audiovisual, también crea imagen de país: el sector genera un 40% de sus ventas fuera de España, según datos de ACME. La tardanza en producirse la asistencia de un jefe del Ejecutivo es solo una evidencia más de que falta apoyo económico, institucional y hasta simbólico. Por faltar, falta hasta amparo dentro del propio pabellón, donde a veces la moda queda eclipsada por los altavoces de los patrocinadores o los selfis de los visitantes, que por primera vez han podido comprar entradas. Los diseñadores se quejan y miran con envidia a vecinos como Italia o el Reino Unido, que han sabido cimentar con solidez su industria en las últimas décadas.

Dejando a un lado los problemas de siempre, esta no ha sido una edición de lamentos. Todo lo contrario, entre los creativos españoles domina una sensación de optimismo cauteloso: “A pesar del momento de incertidumbre, por nuestra parte hay una apuesta y esperamos demanda”, explica el diseñador de Otrura, Sergio de Lázaro. “Siempre hemos ido poco a poco, pero acabamos de abrir un punto de venta en Nueva York y el mes que viene estaremos en Paris Fashion Week con compradores. Las perspectivas son optimistas”. Su colección abría la jornada del viernes conceptualizando el caligrama que la ropa le sirve a cada persona para dejarse ‘leer’ por el resto. “Nuestras prendas son gráficamente lo que queremos comunicar y yo lo que quiero es que estas ilusionen. Y luego ya, que el que las lleve exprese con ellas lo que quiera”.

La ambición de emocionar al consumidor está presente en el discurso de creativos tan dispares como Custo Dalmau, Teresa Helbig, Maya Hansen o Roberto Torretta. Eso y la atención a los detalles es lo que diferenciará a sus propuestas de las de la industria de la moda rápida. “Nosotros proponemos volver al trato personal con el cliente”, cuenta el director creativo de Garcia Madrid, Manuel García, “partimos de la premisa de la calidad y de tejidos como el cachemir, la lana, la seda con trazabilidad, sabiendo de dónde viene cada cosa”. Su sastrería contemporánea y desprejuiciada subió a la pasarela al actor Pepón Nieto o a varios modelos con falda: “Son un reflejo de la sociedad, desde hace dos temporadas hay hombres que las demandan”.

Triunfan los vestidos en los que es posible contar hasta quién ha cosido cada abalorio, como en la cuidadísima propuesta de Teresa Helbig, que esta vez viaja a la Inglaterra del siglo XVI para dedicarle una carta de amor a Ana Bolena. El trabajo artesano de cada una de sus prendas y el poderío de su taller hacen que no tenga nada que envidiar a ninguna casa internacional de lujo. Pero, a diferencia de las grandes enseñas, que lo fían todo a la difusión masiva, ella prefiere hablar de cercanía y de la necesidad de conmover para diferenciarse: “Ha llegado el momento de comprar prendas que nos emocionen, porque no necesitamos más ropa. Cosas que perduren, que acompañen durante años”.

En las dos últimas jornadas de la pasarela predominan los trajes de fiesta que componen casi la totalidad de las propuestas de firmas como la ganadora del premio L’Oréal Paris de esta edición, Isabel Sanchís, pero también las de Odette, Hannibal Laguna o Fely Campo. Vestidos que, además de seducir con el recurso de las lentejuelas, representan un pedazo sustancial del sector, que fía mucho de su peso a confeccionar piezas a medida para bodas y eventos similares. “Nuestra colección tiene mucha energía por un tema emocional, queremos que arranque un suspiro”, comparte Maite Casademunt, al frente de Lola Casademunt by Maite. “Creo que hacemos una moda con ADN y eso fideliza mucho, hay gente a la que le encanta y gente a la que no, pero tiene personalidad”. La comercial y ecléctica enseña crece a ritmo constante y cuenta ya con puntos de venta en 20 países.

Maya Hansen, por su parte, entiende su desfile como espectáculo, “para que la gente recuerde que estamos aquí, porque luego vendemos los clásicos de siempre”. Mientras que desde Claro Couture prefieren verlo como un canal más, como lo es la alfombra roja en la que suelen colocar sus vestidos de gala: “El desfile es el mejor escaparate para todos los estilistas que visten a las clientas para la alfombra roja. Aunque no mostramos todo lo que tenemos en el atelier, les sirve como referencia”, comenta la diseñadora Beatriz Claro.

También con brillos, pero sobre una propuesta más urbana, Custo Barcelona disfruta de la tendencia nostálgica que rescata sus hitos de los noventa. “El próximo mes presentaremos además una colección cápsula en París inspirada en ello”, cuenta. Y más allá de los destellos, destaca la siempre solvente propuesta de Roberto Torretta, que confía en ofrecer un armario elegante para vestir de la mañana a la noche, esta vez bailando con la paleta de color del pintor Egon Schiele. El creativo fue uno de los que contó en su casting con Lorena Guitián, que se ha alzado con el premio L’Oréal Paris a mejor modelo (la maniquí fue portada de S Moda en el número de diciembre de 2020).

Duarte parte de la Grecia de los años sesenta para desarrollar una colección que huye de estereotipos. En solo siete años ha construido un discurso sólido: “Los clientes se mantienen fieles y eso es buena señal”, dice su diseñador, Carlos Duarte, “que vuelvan a comprar es lo fundamental para que la marca tenga futuro y a nosotros está volviendo tanto el consumidor final como los multimarca o los department stores [grandes almacenes]”. Distintos enfoques y propuestas para seducir a un consumidor que, pese a todo o a pesar de todo, lo único que quiere es volver a disfrutar.