Asistentes virtuales que ayudan al estudio
Las plataformas ‘online’ son valiosas aliadas en el aprendizaje si, advierten los expertos, se emplean adecuadamente
Las aplicaciones móviles han colonizado nuestras vidas. Las utilizamos para entretenernos, para comunicarnos, para organizarnos, para mejorar nuestra salud física y mental, e incluso para investigar y estudiar. Y es ahí, en el ámbito educativo, donde encontramos un nuevo paradigma en el lugar y la forma en la que investigan los estudiantes. Así lo ve Violeta Agudín, profesora de la Universidad Camilo José Cela e investigadora en creatividad aplicada a la educación, quien sostiene que aunque las técnicas de estudio suelen ser muy parecidas, la inclusión de la tecnología ha cambiado el modelo de los espacios de aprendizaje: “Incluso el móvil en el transporte público puede ser útil para investigar o hacer tareas. El formato físico de los datos (libros y material educativo) sigue utilizándose, pero se ha avanzado mucho en el acceso con plataformas y aplicaciones para investigar que requieren de un mayor trabajo autónomo. Las plataformas son maravillosas para agilizar la gestión, entregas y acceso al material de clase, y es muy intuitivo tanto para el alumnado como para el profesorado”, explica.
Jesús Valverde, profesor del departamento de Ciencias de la Educación de la Universidad de Extremadura y miembro del grupo investigador Nodo Educativo, comparte esta idea y añade: “La comunicación es, potencialmente, más fluida y accesible a través de los diversos canales disponibles”, y “los estudiantes pueden elaborar sus propios materiales educativos y realizar sus tareas académicas de manera más productiva y eficaz”.
Elegir bien
A la hora de seleccionar las aplicaciones más adecuadas, Violeta Agudín recomienda pensar en el coste de las aplicaciones —si son gratuitas o no— y elegir teniendo en cuenta las ventajas e inconvenientes de ambas opciones. La experta considera importante también analizar si se adaptan a lo que necesitamos y si tienen una buena accesibilidad. Ve apropiado el uso de aplicaciones como Canva y Genially para presentaciones y diseño de contenido, mientras que Dialnet y Docsity cree que son útiles como buscadores académicos. Zotero, según la experta, es de las más utilizadas para redactar y cumplir con los formatos académicos, y Microsoft to Do para trabajos grupales. Por último, destaca el uso de apps como Evernote para organizar y generar notas de voz en el calendario de curso y una mejor gestión de tareas.
María Asunción Martínez, coordinadora del proyecto ProDIGITAL de la Universidad Miguel Hernández (Murcia) y coautora de TIC’s para la docencia y el aprendizaje, considera esencial que el alumno tenga claro cuál es el objetivo que persigue y se centre en localizar aplicaciones que vayan a resolverlo de la forma más eficaz. Según esta experta, al hablar de tipos de apps se deben diferenciar los objetivos: búsqueda de información y recursos, agregadores y organizadores de contenido, comunicación-interacción, creación de contenido digital, colaboración web, planificación y seguimiento de proyectos-aprendizajes y análisis de información.
Para Jesús Valverde son interesantes las herramientas para la comunicación didáctica con docentes y estudiantes. “Todas las universidades disponen de una aplicación LMS (learning management system) que se reconoce como el ‘campus virtual’. Este tipo de aplicaciones incluyen diversas herramientas para establecer la comunicación (foros, chat, mensajería personal, etcétera)”, señala. También destaca las plataformas específicas en función de la especialización, que son importantes en el ejercicio profesional y cuyo aprendizaje forma parte del currículo, así como los servicios online de las bibliotecas universitarias que ofrecen el acceso a bases de datos y gestores bibliográficos.
Explica Lorena Delgado, directora de Global Campus Nebrija e investigadora del Grupo CEDI de la Universidad de Nebrija, que cada aplicación tiene su ventaja si se usa adecuadamente para un fin en concreto. Insiste en que ahora está en auge el uso educativo de la inteligencia artificial o el famoso ChatGPT, pero no dejan de ser herramientas y aplicaciones que podemos utilizar para que nos ayuden en la gestión de nuestro aprendizaje, y que se llevan investigando más de 15 años. “En general, todas las aplicaciones son herramientas que nos ayudan a ser más eficientes en las tareas, pero lo fundamental es saber pensar y tomar decisiones a partir de toda la información que tenemos. Las herramientas nos pueden ayudar a ello, pero hay que aprender a usarlas estratégicamente”, señala.
Luces y sombras
La pandemia por coronavirus llevó a estudiantes y docentes a la búsqueda de aplicaciones que facilitaran el aprendizaje online. María Asunción Martínez explica que el uso de recursos digitales hoy en día es una ventaja importantísima en todos los aspectos de nuestra vida, con la que no contábamos hace 25 años. También en lo que respecta al aprendizaje. “Hoy es relativamente fácil comunicarse, acceder a contenidos y aprendizajes para ser autodidacta o semiautodidacta, y resolver dudas, colaborar vía internet, trabajar y gestionar proyectos de modo coordinado sin necesidad de contacto presencial. Los recursos y aplicaciones web son sin duda positivos para el aprendizaje”, sostiene. No todo es positivo. Entre los inconvenientes que encuentra señala la adicción. “Todo, utilizado con coherencia, cuando podemos sacarle provecho a su uso para ser más eficientes, es positivo. La tecnología es una ayuda que no debemos menospreciar y poner a un lado, siempre con nuestro cerebro como controlador total”.
Para Violeta Agudín, la ventaja más evidente es la accesibilidad: permite el aprendizaje fuera y dentro del aula; deja de haber ciertas barreras, sobre todo en el tiempo y los espacios del aprendizaje, y es que a golpe de tecla tenemos disponibles plataformas educativas que fomentan, según las edades, el aprendizaje autodirigido y un acceso a la información o los recursos casi inmediato. ¿La cara B? Para Agudín, de algún modo, en estos formatos se fomenta la cultura de la inmediatez (24 horas y 7 días disponibles) y sería aconsejable marcarse como objetivo humanizar más el formato, tanto para estudiar como para trabajar.
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