Innovación positiva para el clima
Las soluciones ‘climate-positive’ buscan reparar o capturar la polución en el momento en que se produce y acelerar la descontaminación
Los efectos del cambio climático son cada vez más evidentes y amenazan la supervivencia de miles de especies animales y vegetales. Para evitar que el desastre vaya a más y limitar el calentamiento global a 1,5 °C por encima de los niveles preindustriales es imprescindible tomar medidas a todos los niveles.
Cada año se emiten a la atmósfera en torno a 50.000 millones de toneladas de gases de efecto invernadero. Naciones Unidas ha lanzado una advertencia: para 2030 deberían reducirse casi a la mitad estas cifras. Ya no es suficiente con que empresas, industrias y ciudadanos reduzcan su huella de carbono. Hay que ir más allá: además de minimizar las emisiones, se deben adoptar e implementar planes para revertir el daño ambiental. Una herramienta muy poderosa para avanzar en esta dirección son las nuevas tecnologías. Es aquí donde se enmarcan las soluciones denominadas climate-positive, un planteamiento muy novedoso que busca generar un impacto neto positivo en el clima.
“Hasta hace no mucho se hablaba de reducir, compensar o minimizar las emisiones. Con estas nuevas tecnologías lo que se busca es recuperar o regenerar, por lo que su impacto en el medio ambiente es positivo. Hay un enorme cambio de perspectiva”, sostiene Raúl Mir, CEO de Angela Impact Economy. Hasta ahora el desarrollo económico siempre ha traído aparejado un lado oscuro en forma de impacto medioambiental. “Con este nuevo enfoque se podrá generar crecimiento sin dañar”, añade Mir. ¿Cómo? La innovación va a permitir que ciertas emisiones simplemente no se produzcan o que se capturen en el momento mismo en el que están siendo generadas. Esta fórmula ayuda a combatir el calentamiento global con mayor intensidad.
Atrapar y transformar
Para eliminar el dióxido de carbono, las soluciones climate-positive se pueden basar en tecnologías de captura y almacenamiento. “Ya hay sistemas que atrapan CO2 y lo almacenan, o incluso que directamente lo capturan y transforman para utilizarlo, en combinación de otras sustancias, como fertilizantes, combustibles sintéticos o materiales de construcción”, comenta el experto. Su mayor campo de aplicación es la descarbonización de sectores cuyos procesos productivos emiten CO2, con independencia del combustible utilizado en sus actividades, como ocurre con la fabricación de cemento o la siderurgia de alto horno. La captura de dióxido de carbono también es clave para el impulso de combustibles sintéticos que contribuirán a descarbonizar el transporte pesado.
Este nuevo modo de abordar la crisis climática abre un sinfín de posibilidades. No solo para la supervivencia misma del planeta, también para el crecimiento de las empresas. Además de la evolución tecnológica, se habilitarán nuevas cadenas de valor para su implantación y modelos de negocio asociados a los mercados voluntarios de carbono, cuyo crecimiento en los próximos años es imparable. El hecho de que las corporaciones inviertan en este terreno les abrirá, además, las puertas a nuevas fuentes de financiación y ayudas, con la consiguiente ventaja competitiva que puede suponer en costes, acceso a operaciones comerciales y posicionamiento a medio plazo.
No obstante, la mayoría de estas tecnologías tan disruptivas se encuentran en una fase muy inicial. “Muchas de ellas aún tienen bajo nivel de madurez, y requieren de desarrollo para alcanzar su viabilidad a escala industrial”, afirma el responsable de servicios de Sostenibilidad en Accenture, Nicolás Gavela.
Impulsar la inversión
Los fondos de capital riesgo de impacto o de climate tech son los que en gran medida están impulsando la inversión en este campo, que es extremadamente caro. Porque la principal barrera para la implantación de estas herramientas radica en el precio. Eliminar una tonelada de CO2 equivalente (CO2e) a través de estas soluciones tecnológicas se sitúa entre los 50 y 150 dólares, en el caso de captura y almacenamiento en plantas industriales con captura de carbono, y más de 300 dólares si es mediante captura directa del aire. “Conllevan un alto consumo de energía y todavía precisan de mejoras tecnológicas, lo que impacta en los costes y en las decisiones de inversión”, admite Gavela.
Otra herramienta con enorme potencial en este ámbito es el blockchain. En 2020, Liverpool se convirtió en la primera ciudad climática del mundo. El uso de las cadenas de bloques facilita la seguridad y el intercambio de créditos tokenizados de carbono, con el objetivo de compensar el impacto climático de la localidad británica en más del 110%. Además de con soluciones tecnológicas, también se puede generar impacto positivo en el clima con medidas basadas en la propia naturaleza. Por ejemplo, mediante la captura natural de dióxido de carbono que se produce en superficies reforestadas o en los océanos.
En la última COP28 celebrada a finales del año pasado en Dubái se puso de manifiesto que la inversión en soluciones verdes es 30 veces menor que la que se realiza en actividades perjudiciales para el medio ambiente, que ronda los siete billones de euros anuales. En 2023 se registraron inversiones en tecnologías de eliminación de CO2 por algo más de mil millones de euros, concentradas sobre todo en Estados Unidos. “La cifra es muy limitada si se tiene en cuenta que representa menos de un 0,1% del total de inversiones en energías limpias”, concluye el directivo de Accenture.
Dióxido de carbono como materia prima
Cada vez más compañías incorporan las acciones climate-positive en sus estrategias. La multinacional de origen alemán Henkel ha trazado una hoja de ruta con tres líneas de actuación que pasan por incrementar la eficiencia mientras se ahorra energía y materiales; descarbonizar al mismo tiempo que se sustituye el CO2 por fuentes renovables, y utilizar el dióxido de carbono como recurso convirtiéndolo en una materia prima. “No solo queremos asumir la responsabilidad de las emisiones que causamos, sino ir un paso más allá. Suministramos a la red eléctrica el excedente de energía procedente de renovables que no utilizamos para que otros puedan aprovecharla para reducir sus emisiones”, explican desde la empresa germana.
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