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Plum cake de avellana y chocolate

¿Piensas que eres un inútil para la repostería? El llorar se va a acabar con esta receta facilona y maravillosa, apta para manazas y destinada a alegrar tus mañanitas. O tardes. O sobremesas.

Tiene miga
Tiene migaANA VEGA 'BISCAYENNE'

Desde que salió el vídeo del bizcocho para torpes sé que hay mucha gente que se ha animado a meter la patita en la repostería casera. Personas que creían ser negadas absolutas para la repostería se han reconciliado con los postres caseros, y la felicidad campa a sus anchas por el orbe entero. Y es que no hace falta saber hacer tartas perfectas para disfrutar con el dulce en casa: mejor será elaborar algo sencillote que hornear por encima de tus posibilidades y que te salgan fistros culinarios. Puede que fardar de macarons o tartas de chorromil pisos parezca atractivo, pero los sudores que conllevan y la alta posibilidad de que algo se vaya al garete no valen la pena.

Al fin y al cabo, algunos de nuestros mejores recuerdos reposteros son de dulce pim-pam-púm: tarta de galletas, pijama, el sempiterno bizcocho de yogur de limón que hacía tu madre usando el vasito de yogur como medidor… Todos buenísimos y a prueba de modas absurdas, como tiene que ser. El plum cake (dígase plumquéi de toda la vida) es otro de esos dulces eternos. Minimalista y frugal, al borde del no-postre, es lo típico que se hacía cuando venían visitas y se quería quedar bien sin tirar la casa por la ventana. Sin orfebrería confitera, cremas ni adornos, parece relegado al puesto del desayuno, pero no desmerece en ninguna sobremesa ni tampoco en la merienda, untándolo hasta los nudillos en café con leche.

A cualquier hora y casi en cualquier situación, el plum cake pega con todo, y entra en la categoría de pecado venial en vez de mortal porque no contiene demasiado azúcar (a no ser que te lo comas entero de una sentada). Completamente personalizable, puede llevar distintos frutos secos añadidos, semillas o tropezones de cualquier clase. En este caso yo le he puesto avellana molida y trocitos de chocolate negro, pero siéntete libre de ponerle lo que te salga de la punta de la nariz. Nueces, almendras, anacardos, pistachos, pasas, orejones, arándanos secos o incluso remolacha o zanahoria asada.

Déjate de agobios y olvida por un momento eso de que “la repostería es una ciencia matemática”. Esta receta sale bien incluso cambiando el orden de algunos factores, y en cuanto al molde, usa uno de plum cake, valga la redundancia. Es decir, uno alargado y rectangular: la mayoría tienen capacidades similares y valdrán de sobra. Arremángate y enciende el horno, sobre todo si estás de bajón, pachucho o en una situación desesperada: para eso no hay nada mejor que un dulce casero sin pretensiones.

Dificultad: Para zotes de la repostería.

Ingredientes

Para 8 personas

  • 125 g de mantequilla
  • 150 g de avellanas tostadas
  • 60 g de chocolate negro
  • 3 huevos
  • 180 g de azúcar
  • 250 g de harina
  • 1 cucharadita de impulsor (levadura Royal)
  • Sal

Instrucciones

1.
Derretir la mantequilla dentro del molde que se vaya a utilizar, colocándolo encima del fogón a media potencia. Cuando la mantequilla esté líquida, inclinar el molde para que recorra el fondo y las paredes del mismo.
2.
Moler las avellanas o cortarlas lo más finamente posible, picar el chocolate en trocitos pequeños, o usar directamente pepitas.
3.
Batir los huevos con el azúcar usando unas varillas. Mezclar aparte la harina junto la levadura y una pizquita de sal.
4.
Añadir la harina a la mezcla de huevos y azúcar en varias tandas, mezclando bien después de cada adición. Revolver bien hasta lograr una mezcla homogénea y luego agregar la mantequilla derretida que estaba en el molde.
5.
Volver a batir y después agregar la avellanas y el chocolate.
6.
Hornear los primeros 15 minutos a 180 grados y después bajar la temperatura a 160, hasta que la parte superior se haya tostado y una aguja pinchada salga seca (unos 40-45 minutos más, es decir, 60 en total).

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