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okroshka, la fusión rusa de la sopa y la ensalada

Este plato típico ruso es algo así como la versión sopera y sin mayonesa de la ensalada Olivier. Aunque existen muchas variantes, nosotros lo hemos elaborado con daditos de jamón york.

La clave para que te salga bien es haber participado en la Revolución bolchevique
La clave para que te salga bien es haber participado en la Revolución bolcheviqueMIREIA FONT

Si una ensalada y una sopa pasaran una noche de pasión sin anticonceptivos en pleno verano ruso engendrarían un buen cuenco de okroshka. Esta refrescante sopa está justo a medio camino entre ambos platos: es como una especie de versión sopera de la ensalada Olivier, pero sin mayonesa. Su nombre proviene del verbo kroshit, que significa picar fino, y su base es de Kvas, una bebida fermentada de origen eslavo y báltico, hecha de pan de centeno seco, de sabor dulce-ácido, con solo 1% de alcohol y un puntito de gas.

Durante los años de la Guerra Fría, se le llamaba popularmente “la Cola comunista”. Ironías de la historia, hace más de una década que la empresa Coca Cola comercializa Kvas en Rusia. Al ser una receta de aprovechamiento, tiene mucho de improvisación; se usa cualquier sobrante de carne hervida o frita -ternera, cerdo, pollo, urogallo, pavo, salchichas- o de pescados como bacalao, tenca, esturión, lucioperca. Además de patata, huevo cocido y de las hortalizas -cebolleta, rábano, pepino, zanahoria, hinojo- y hierbas aromáticas que se tengan a mano (perejil, eneldo, perifollo, estragón, etc). Se sirve bien fría y tradicionalmente se aderezaba con un poco de mostaza y/o de Smetana (muy similar a la crema agria).

En Rusia, existen tantas versiones de okroshka como matrioskas y, al igual que ha pasado con nuestro gazpacho, este icónico plato soviético ha sufrido algunos cambios. Actualmente, es bastante común elaborarlo con Kvas y kéfir. A falta de Kvas, hemos mantenido el kéfir y lo hemos mezclado un poquito de agua con gas y un chorrito de zumo de limón. De carne, hemos optado por usar daditos de jamón york. Si los omitís, os quedará un plato vegetariano bien apañado. En cuanto a las hierbas aromáticas, nos hemos decantado por el perejil y el eneldo, ya que junto con la cebolleta forman la Santísima Trinidad de la cocina rusa.

Dificultad

Tan fácil como reírse de las ironías de la historia.

Ingredientes

Para 2 personas

  • 400 ml de kéfir (sustituible por yogur griego batido)
  • 100 ml de agua con gas muy fría
  • 2 patatas pequeñas (preferiblemente Kennebec, Monalisa, Red Pontiac o Buffet)
  • 1 huevo
  • 1/2 pepino pequeño
  • 4 rábanos pequeños
  • 100 g de jamón york (sin lonchear)
  • 1 cebolleta de primavera
  • 1 chorrito de zumo de limón
  • Eneldo al gusto
  • Perejil al gusto
  • Sal al gusto
  • Pimienta negra recién molida al gusto

Instrucciones

1.
Cocer las patatas enteras y con piel unos 25 minutos o hasta que estén tiernas. Colar, dejar enfriar y pelar. 
2.
Cocer el huevo durante nueve minutos en agua hirviendo a fuego muy suave. Enfriar bajo el grifo y pelar.
3.
Picar a daditos la patata, el huevo, el pepino, los rábanos y el jamón. Meter todo en un mismo recipiente y mezclar. Dividir el contenido en dos cuencos.
4.
Picar muy fina la cebolleta, el eneldo y el perejil. Reservar.
5.
En una jarra, meter el kéfir, el agua con gas, el zumo de limón, la sal y la pimienta negra. Remover y poner el líquido de la jarra encima de los cuencos.
6.
Esparcir la cebolleta, el eneldo y el perejil. Corregir de sal si es necesario y servir inmediatamente.

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