Sofía de Suecia, la princesa que no necesita un ‘Megxit’
Diana de fuertes críticas por su pasado como modelo y exconcursante de ‘reality’, la esposa de Carlos Felipe de Suecia cuenta su lucha por “encontrar la paz” en un nuevo documental de la televisión sueca
“Si no hubiéramos hablado, nunca hubiera funcionado. Sabemos comunicarnos entre nosotros y obtener ayuda de un profesional para ordenar los pensamientos y dirigirlos hacia lo que realmente merece la pena. De lo contrario, solo puedes volverte autodestructiva”. Así confesaba Sofía Hellqvist, conocida como “la princesa más inesperada de Suecia”, en un reciente documental cómo ha logrado superar los años de especulación sobre su persona sin necesidad de recurrir a un Megxit, el nombre con el que se ha bautizado el alejamiento de los deberes reales elegido por los duques de Sussex. “He encontrado un equilibrio fantástico y ahora veo lo positivo. Pasados los años más tormentosos, te das cuenta de que tener la oportunidad de estar en ambos terrenos es una gran ventaja”, sostiene la princesa que contrajo matrimonio con Carlos Felipe de Suecia, el segundo de los tres hijos del rey Carlos Gustavo y Silvia de Suecia.
Al inicio de su relación, Carlos Felipe y Sofía pensaban que encontrarían una mayor comprensión y aceptación, a tenor de los antecedentes que ya existían en la familia real sueca. Al igual que su suegra, la reina Silvia de Suecia, antigua azafata de vuelo, y los cónyuges de sus cuñadas Victoria y Magdalena, uno preparador físico y otro agente de bolsa, la princesa Sofía no procede de una familia de la nobleza. Su padre, Erik Oscar Hellqvist, es asesor de empleo y su madre, Marie Britt Rotman, trabajaba como directora de marketing. Desde que comenzó su noviazgo con el príncipe e incluso después de contraer matrimonio hace cinco años, su figura ha servido de diana de numerosas y feroces críticas que no perdonan su currículo como camarera, modelo y miembro de jurado en certámenes de belleza como Miss Mundo y que reprochan su participación en el concurso de telerrealidad Hotel Paradise, su posado con un boa constrictor en la portada de la revista masculina Slitz o tener tatuajes en su cuerpo.
Estos supuestos escándalos de la ahora princesa, que cumplió 35 años el 6 de diciembre de 2019, han sido los argumentos esgrimidos una y otra vez por sus detractores que olvidan conscientemente su compromiso con la solidaridad antes de que en su horizonte apareciera siquiera la familia real. Es ahora ese trabajo humanitario en proyectos de cooperación como voluntaria la que reivindica un nuevo documental sobre la familia real sueca que se emitió el 3 de septiembre en la cadena privada TV4. En él, la pareja ha sido entrevistada por la presentadora Renée Nyberg, esposa de David Hellenius, un comediante que imitó a Carlos Felipe en una controvertida parodia en el programa de humor Hey Baberiba, en el que se ridiculizaba al príncipe como un niño de cuatro años al que había que enseñar a ir al baño. Una crítica que ´él aceptó con mayor deportividad de la que demostraron sus padres.
El documental recuerda que la nuera del rey Carlos Gustavo empezó a involucrarse en obras solidarias desde que era una adolescente de 16 años, cuando viajó por primera vez a África con sus propios ahorros. Tras sus viajes a Sudáfrica, Senegal y Ghana, Sofía decidió emprender su propia organización en 2010 junto con su socia Frida Vesterberg, bajo el nombre de Project Playground, que se traduciría como Proyecto Patio, una iniciativa benéfica de la que actualmente Sofía es presidenta de honor. La entidad trabaja en dos centros infantiles en Sudáfrica que atienden a mil niños que viven en situación de vulnerabilidad, en su mayoría víctimas de abuso y violencia doméstica.
A pesar de que el proyecto solidario comenzó antes de que Sofía conociera a Carlos Felipe, desde que se convirtió en miembro de la familia real sueca, sus críticos señalan que se ha creado esa imagen solidaria para mejorar su reputación, algo sobre lo que se ha pronunciado la propia Sofía en el documental Princess Sofia - Project Playground. “La especulación de que me prepararan esto para mejorar mi imagen pública ha sido desgarradora, sobre todo para todos mis compañeros, que trabajan muchísimo para que funcione”, recalca la princesa en el programa.
Formar parte de la Casa de Bernadotte significó, según relata Sofía en el documental rodado en Ciudad del Cabo, sentir la necesidad de estar a la altura de todas las expectativas, y al mismo tiempo sufrir que la gente la juzgara “mucho y con dureza”. “He pasado por muchas crisis de identidad. Veía las cosas de forma negativa. No importaba cuánto luchara, no era suficiente. Aquí en Sudáfrica tengo un tipo de identidad, y cuando llego a casa es diferente. Aquí se me permite ser quien quiero ser”, reconoce la princesa, quien confiesa que, aunque esperaba críticas a su pasado como concursante de un reality, nunca ha conseguido comprender que se tornara en el foco de un muro de “tanto odio”. “Hemos vivido muchos años de especulaciones sobre quién era yo y mis ambiciones y propósitos. Ha sido enormemente duro”, lamenta Sofía en el documental.
La situación actual, sin embargo, vira hacia la calma mediática, con una princesa despojada del sello del escándalo y también fuera ya de la Casa Real, tras la decisión del rey Carlos Gustavo el otoño pasado de excluir de la casa real a sus dos hijos menores, sus parejas y a los cinco nietos nacidos de estos, reduciéndolo a los propios monarcas, la heredera Victoria y su marido Daniel y sus dos hijos, Estela y Óscar. En los últimos meses, Sofía se ha formado y trabajado como asistente de cuidados durante la crisis del coronavirus colaborando en el hospital privado Sophiahemmet, del que es presidenta honoraria. “Espero enseñarles a mis hijos que la vida es mucho más de lo que conocen”, ha dicho la princesa Sofía, madre de Alejandro, de 4 años, y de Gabriel, de 3, con una palabras que también pueden ser interpretadas como contundente respuesta a sus detractores.
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