Miguel Bosé negó en el juicio la paternidad de los cuatro hijos que tiene junto a Nacho Palau
El cantante quiere que los niños vivan con él pero sin pasar por la declaración de filiación que los declararía hermanos legalmente y padres de todos ellos a los dos progenitores
El pasado lunes se celebró en el juzgado número 4 de Pozuelo de Alarcón, Madrid, el juicio que enfrenta a Miguel Bosé y su expareja, Nacho Palau, y en el que se pretende conseguir la declaración de filiación de sus cuatro hijos: Diego, Tadeo, Ivo y Telmo. Todos ellos nacieron a través de vientres de alquiler, una práctica prohibida en España. Los dos primeros son hijos biológicos de Bosé y los otros dos, hijos biológicos de Palau. Las dos parejas de mellizos se llevan siete meses y durante casi ocho años vivieron como hermanos en lo que, según Palau, era un proyecto de familia que el cantante niega ahora. Fuentes conocedoras del caso han declarado a este periódico que Bosé se negó a reconocer durante el juicio que los niños sean de los dos padres, y por tanto hermanos con los mismos derechos, como reconocería legalmente una sentencia favorable a la acción judicial emprendida a instancias de Nacho Palau.
El deseo de Bosé es que los cuatro niños vivan juntos con él pero no pasar por esta declaración de filiación. Esto supondría un punto de partida desigual para ellos y también para los padres, especialmente para Palau, que perdería la posibilidad de tomar decisiones sobre la educación y forma de vivir de los que considera sus cuatro hijos al no estar reconocida su paternidad sobre dos de ellos. Una actitud que, según personas que conocen al cantante, tiene mucho que ver con su carácter: “En el fondo, de lo que se trata es de no estar sometido a nadie ni tener que contar con Nacho en nada que tenga que ver con los hijos”. Unas afirmaciones que siguen la línea de declaraciones pasadas del artista que llegó a decir, antes de conocerse que era padre, que no quería tener hijos en pareja para no tener que afrontar las consecuencias de una posible separación.
Bosé, que en todo momento evitó encontrarse con la prensa y accedió a las instalaciones judiciales a través del garaje para conseguirlo, no estableció ningún tipo de contacto durante el encuentro con el que fue su pareja durante 26 años y volvió a México inmediatamente después de celebrarse el juicio. Palau, por su parte, manifestó a los periodistas que esperaban a la entrada del recinto que lo único que quiere es que los cuatro hermanos se críen juntos como tales. “Confío en que se haga justicia”, dijo.
Tras el tenso momento que vivió al reencontrarse con su expareja Palau confiesa sentirse “agobiado”. “He recibido muchos mensajes, la mayoría de apoyo, pero no me gusta todo lo que está pasando incluso si es bueno para mí”, afirma en relación con las informaciones que aparecen en los medios y que afectan a sus hijos y también a Bosé. “El juicio fue complicado pero estoy contento; ahora solo puedo esperar y ver lo que decide el juez”.
Su abogado desmiente totalmente las informaciones que han aparecido en algunos medios según las cuales Miguel Bosé ha ofrecido a Palau un acuerdo por el que le pagaría una vivienda en México cerca de los niños y le ayudaría a encontrar trabajo allí. Aunque sí ha reconocido que hubo conversaciones entre los representantes legales de las dos partes previas al comunicado que emitió su despacho en octubre de 2018. “Si se hizo un comunicado anunciando acciones legales, es obvio que no se llegó a un acuerdo entonces”, aclara.
Las pruebas y los testigos que intervinieron en el juicio, entre los que se encontraban la madre, la hermana y el cuñado de Nacho Palau y la periodista María Eugenia Yagüe —como autora de un artículo que publicó en 2013— trataron de aportar luz al tipo de proyecto de familia que Bosé y Palau tenían como pareja. El entorno de Nacho Palau confirma de hecho que ambos iniciaron los trámites para ser padres a través de vientres de alquiler al mismo tiempo y que luego las circunstancias llevaron a que las dos parejas de mellizos nacieran con siete meses de diferencia, aunque su intención era que ocurriera prácticamente al mismo tiempo. También que Palau propuso como testigo a Lucía Bosé, con quien mantuvo una cálida relación hasta su fallecimiento el pasado 23 de marzo. “Por lo que él sabe, Lucía tenía intención de ir a declarar. Por su carácter no tenía ningún problema en hacerlo incluso en contra de lo que pensara su hijo”, dice una fuente que recuerda que la abuela visitó a Nacho y a sus dos hijos en Chelva poco antes de las últimas navidades. Tras su separación, Diego y Tadeo viven con Miguel Bosé en México manteniendo el alto nivel de vida que permite la situación económica de su padre, e Ivo y Telmo, lo hacen con Nacho Palau en Chelva, un pueblo de Valencia donde su abuela paterna tiene una vivienda y su padre trabaja en una fábrica de embutidos, tras cambiar radicalmente su estilo de vida después de su separación del cantante.
La sentencia, más allá del trasfondo mediático de sus protagonistas, podría llegar a sentar jurisprudencia en un tema pendiente de resolución en la legislación española y que afecta a muchas otras nuevas formas de familia que existen en la sociedad pero no encuentran marco legal en el que enmarcar sus conflictos. El problema más grave que no está resuelto en nuestro sistema jurídico es el del alcance del concepto de “posesión de estado” como título suficiente para determinar la filiación. Y ello va unido al concepto de “paternidad intencional”, según explican fuentes jurídicas. Nuestro sistema jurídico tiende, pero por ahora solo está dando tímidos pasos a través de la jurisprudencia, a dar valor a la verdad socioafectiva por encima de la verdad biológica; reconocer que es más importante ser padre que progenitor según establece el ADN.
En este limbo se dirime la vida de los cuatro hijos de Bosé y Palau y la de otros niños de padres no famosos que se encuentran en parecida situación. Si la sentencia que dicte el juez Enrique Presa, titular del juzgado encargado de este caso, reconoce la filiación de los cuatro hermanos, de ello se derivarán consecuencias que afectan a su guarda y custodia, a cómo vivirán, con quién y los derechos de cada uno de los progenitores, como ocurre con cualquier pareja en un caso de separación. Y sentará jurisprudencia aplicable a casos similares. Si, por el contrario, se rechaza la filiación, los cuatro hermanos seguirán viviendo a 9.000 kilómetros de distancia, viéndose telemáticamente cada semana y presencialmente durante el tiempo que Diego y Tadeo pasan en España durante las vacaciones, y crecerán en entornos diferentes que profundizarán sus diferencias. Incluso en el caso de que existan futuribles recursos, los años que puedan pasar entre un escenario judicial y otro se entienden demasiados para cuatro niños de 10 años.
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