Carlos Sobera: “Vivir es la oportunidad de liarla parda”
El también actor, que ha hecho de la naturalidad su sello, habla sobre la polémica por sus anuncios de una casa de apuestas y confiesa su sueño de tener una librería
Conquistó a los telespectadores con su sentido del humor y su característica forma de crear suspense con el ya icónico arqueo de cejas en el programa ¿Quién quiere ser millonario?. Tras más de veinte títulos en los formatos de concursos, hace cuatro años Carlos Sobera abandonó su zona de confort, como la describió entonces, al cambiar de registro y adentrarse en los reality shows como Cupido televisivo en el programa de citas First Dates, que esta semana ha estrenado nueva temporada. Sobera, de 60 años, ha sabido posicionarse como uno de los rostros más familiares del entretenimiento —y de los que genera más simpatías— en sus 25 años de carrera desde que debutó en la televisión vasca.
En 2016 el presentador cambió de rumbo, algo que ahora recuerda como un paso natural. “Sentí la necesidad de abordar registros diferentes para poder crecer como profesional y me pareció el momento oportuno con mi reincorporación a Mediaset”, explica Sobera a EL PAÍS. Para él la diferencia entre los formatos está clara: “Los realities son muy diferentes, sobre todo porque juegas con material muy sensible como son las emociones que ponen a los concursantes en juego cada programa. Hay que prestarles más atención aún si cabe, hay que estar atento a lo que pasa y desplegar más la psicología en un reality que en un concurso, que es mucho más sencillo y nada complejo en este sentido”. Dio el paso con First Dates, formato que le atrajo por “la frescura de las historias, la grandeza de los personajes y la posibilidad de conectar gente y formar parejas”. En la edición de este año, comenta, son las historias de siempre, pero adaptadas a tiempos de la covid.
Sobera está asentado en el grupo de Paolo Vasile como uno de los presentadores estrella, donde también está al frente del programa de testimonios y sorpresas Volverte a ver desde 2018 y, tras su paso por Supervivientes, este otoño se ha estrenado como moderador del debate de la segunda edición de La isla de las tentaciones. Ahora hay ocasiones en las que considera que presentar un solo programa le resultaría aburrido. El directo del reality le mantiene en tensión: “Hay más inputs de interés para el profesional y con emoción en juego. También exigen de ti mucha dosis de improvisación, de naturalidad y de control”. Es precisamente esa naturalidad lo que ha hecho siempre al presentador ser uno de los más queridos por el público.
Pero entre tanta aparición televisiva también ha generado alguna controversia. El martes 3 de noviembre fue trending topic tras el anuncio del Gobierno de la regulación de la publicidad de las casas de apuestas, entre cuyas medidas se incluye la prohibición por parte de personajes famosos de promocionar a estos operadores del juego. Sobera, así como otros rostros conocidos como José Coronado y Jorge Javier Vázquez, ha participado en estas campañas. “La mayoría de los famosos hemos abandonado la publicidad de este tipo mucho antes de que el ministro Garzón actuara, y lo hicimos por sensibilidad hacia la respuesta de una parte del público”, declara Sobera. A pesar de no ser el único, el presentador fue a quien los tuiteros escogieron como objetivo de los chascarrillos y quien más críticas ha recibido por ello. “Acepté todas las críticas como me corresponde, solo me enfrenté a los demagogos y a todos los que no mostraban la más mínima educación a la hora de expresarse”, añade.
La pequeña pantalla es solo una más de sus facetas. El presentador, que nació en Barakaldo (Vizcaya), se licenció en Derecho por la Universidad de Deusto y fue profesor de Publicidad de la Universidad del País Vasco entre 1987 y 1997. Además, actuó en diversas series de televisión, como Al salir de clase, y obras de teatro. Continúa sobre las tablas. A finales del próximo enero estrenará Asesinos Todos. “Con el teatro tengo más que satisfecha mi necesidad de interpretar”, sentencia. Es una de sus grandes pasiones, donde comenzó con 18 años con su propio grupo en la Universidad. “Allí coloqué focos, barrí escenarios y continué coordinando el Aula de Teatro y dedicándome a escribir”, cuenta. En 2016 compró el teatro Reina Victoria de Madrid, que vendió dos años después. Ahora continúa unido a él como productor teatral y gestor a través de su empresa Arequipa Producciones, aunque ha abierto un paréntesis de tres años en la gestión para poder concentrarse en la actuación.
Menos conocida es su pasión por los libros. Un sueño de la infancia le llevó a crear dos empresas, 4 Elementos Editorial y Librería Huatulco, dedicadas a la venta de libros y material de papelería. Ninguna de ella fue bien. “No me arrepiento, aunque perdí mucho dinero, no porque la gente no lea, sino porque no supe gestionar bien la librería”. Pero eso no ha hecho que se rinda. “A Dios pongo por testigo que cuando me jubile pondré una librería de nuevo y lucharé contra los molinos de viento”, declama.
Los vaivenes los deja para su vida profesional. En lo personal, Carlos Sobera mantiene una relación desde hace más de 15 años con la abogada y productora Patricia Santamarina. Ambos ya pasaron por el altar anteriormente. Sobera contrajo matrimonio con la farmacéutica Elena Casado y Santamarina con Rody Aragón, del clan de Los payasos de la tele. Sobera y Santamarina tienen una hija en común, Natalia, de 12 años, y otra del primer matrimonio de ella, Arianna, de 22 años, y a quien Sobera considera como hija propia, ya que la conoció cuando solo tenía cinco años. Ambas, afirma, se sienten orgullosas de él, aunque están en una edad en la que les gusta más la ficción.
El pasado año el presentador habló de los problemas de salud a los que tuvieron que hacer frente tanto él como su pareja. El verano de 2018, aunque no habló de ello hasta un año después, sufrió un principio de gangrena a raíz de una fístula que se le infectó y se complicó por su diabetes. “Si la bacteria entraba en la sangre podría morir. A mi mujer le dijeron que estuviera preparada para todo”, desveló. Además, en febrero del pasado año Santamarina sufrió un derrame cerebral. Todo esto ya ha quedado atrás, Santamarina “está fenomenal y ha progresado extraordinariamente”, cuenta Sobera. Y tras unos meses “de obediencia civil y casi militar” debido a la pandemia, ambos están ya inmersos en sus nuevos proyectos. Un día a día que Carlos Sobera vive como “una oportunidad para liarla parda”. “No hay que perder ni un solo minuto y hay que convertir cada día en una fiesta para la imaginación”, concluye.
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