Kiko Rivera pone precio a la deuda de Isabel Pantoja con él: cinco millones de euros
El enfrentamiento entre la tonadillera y su hijo comenzó el pasado noviembre, cuando el ‘disc jockey’ acusó a su madre de utilizarle como tarjeta de crédito disponiendo a su antojo de la herencia que le dejó Paquirri
Isabel Pantoja y Kiko Rivera, el único hijo que tuvo con el torero Francisco Rivera Paquirri, eran madre e hijo “del alma” hasta que hace apenas cinco meses, cuando las cuentas de uno y otro empezaron a mostrar fisuras y los platós de Telecinco se convirtieron en el diván en el que el disc jockey mostró las costuras de una familia que no parece tan idílica como vendían la tonadillera y sus canciones.
El nuevo capítulo de esta novela televisada con personajes reales ha vuelto a ver la luz en forma de exclusiva en la revista Lecturas. Esta vez para cifrar la cantidad que Isabel Pantoja debe a su hijo por la herencia de su padre, que murió el 26 de septiembre de 1984 a causa de una cornada mientras toreaba en la plaza de la localidad cordobesa de Pozoblanco. Que hayan pasado 36 años desde entonces no ha sido bálsamo suficiente para las heridas que aquella muerte provocó en dos familias: la de Isabel Pantoja, que quedó viuda con un hijo de siete meses, y la que el torero había formado anteriormente con Carmina Ordóñez con quien tuvo a sus dos hijos mayores, Fran y Cayetano Rivera, que actualmente tienen 47 y 44 años. Ellos dos llevan reclamando a la cantante objetos de Paquirri desde que este falleció y quedaron arreglados los papeles de su herencia.
Kiko Rivera ha sido claro y contundente después de recabar información económica sobre sus presuntos bienes, consultar con sus abogados y pedir reiteradamente a su madre ―eso sí, en público, no en privado― que resuelvan sus conflictos y le pague lo que es suyo. Y el resumen de tanto dolor y rabia como afirma tener se resume en una frase: “Mi madre me debe casi cinco millones”. Desde su punto de vista, Isabel Pantoja ha gestionado el patrimonio y la herencia de Paquirri de forma egoísta y con una ambición por el dinero que su hijo sitúa en el centro del conflicto que les enfrenta actualmente.
El hijo de la pareja cuyo amor ha representado durante años la esencia de la España cañí —el torero y la tonadillera— quiere como primera medida vender su parte de la finca Cantora, donde vive enclaustrada actualmente Isabel Pantoja. Por esta parte de la finca más querida por Paquirri —que en su testamento legó a su hijo pequeño, aunque los arreglos posteriores de la herencia los dejó en manos también de Pantoja— el disc jockey pide entre 1,5 y 2 millones de euros libres de cargas, según él mismo detalla en la citada revista.
Afirma que quiere hacerlo antes de que su madre “se vaya de España”: “Después que haga lo que quiera”. La empresa, en cualquier caso, no está resultando sencilla porque como explica Rivera solo puede enseñar la finca y no la casa. “Soy copropietario, pero ella es la que vive allí”, afirma en referencia a su madre, “por tanto enseñamos la finca, pero no podemos enseñar la casa por dentro”. El hijo de la cantante da algunos datos más que reflejan el tenso momento por el que pasa la relación con su madre: “La llave que yo tenía ya no vale, han cambiado el candado. La persona que ha ido a enseñar la casa es amiga de la familia”.
El comienzo de este enfrentamiento que parece abocado a romper la relación que existía entre madre e hijo comenzó el 13 de noviembre de 2020 cuando Kiko Rivera se plantó en un plató de Telecinco frente a Jorge Javier Vázquez a desgranar el conflicto, hasta ese momento privado, que le enfrentaba a su madre y que también salpicaba a sus dos hermanos de padre: Fran y Cayetano Rivera. Pasada la madrugada, después de horas en las que la cámara había enfocado sin piedad el rostro desencajado del hijo de viuda de España, llegó la bomba: ese hecho que ocurrió el 2 de agosto de este “maldito 2020” como dijo el propio Kiko y marcó un antes y un después en la relación con su madre.
Hasta entonces se había visto a un hijo asombrado ante papeles y fechas que demostraban, hasta donde él sabía explicar, que los deseos de su padre en cuanto al destino de sus bienes en el momento de su muerte, no habían sido respetados. Al menos no como él lo había dejado escrito en su testamento. El espectador que se topó con la entrevista permaneció enganchado a las palabras que iba desgranando un hijo que hasta hacía tres meses adoraba a su madre y la había defendido a capa y espada: “Mi madre, según esto”, dijo Kiko Rivera blandiendo una carpeta con papeles, “no es buena persona desde hace 34 años”. “Lo hago público porque he preguntado en privado muchas veces y la respuesta siempre ha sido: ‘no tengo nada’, como dando pena”. “Han dicho que soy un mantenido, pero esto demuestra [afirmó mostrando una carpeta que llevaba en su mano] que yo he sido la tarjeta de crédito de mi madre”. “No puedo dejar de querer a mi familia, pero no puedo perdonar”. “Llevo años perdidos de relación con mis hermanos”. “Mamá ¿por qué me has hecho esto? Me has criado pensando que todo lo que se llamaba Rivera era malo”. “Toda mi vida he pensado que mi abuelo, mis tíos, mis hermanos no me querían y eso es muy triste porque no sé cómo se puede recuperar ese tiempo”.
Los papeles que mostraba para sostener sus palabras contenían fechas, disposiciones del padre fallecido sobre cómo repartir los bienes entre sus tres hijos, sus padres y hermanos y su viuda, Isabel Pantoja, con quien se había casado el 30 de abril de 1983. El resumen de esta parte larga y densa es que Kiko Rivera cree firmemente que su madre le ha despojado de parte de su herencia y que ha utilizado Cantora, la finca que le legó su padre en propiedad y de la que ella tenía en principio el usufructo, para conseguir créditos que ahora la lastran. Todo realizando movimientos legales mientras él era menor de edad y su madre era su representante pero también parte interesada en los arreglos.
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