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Rainn Wilson, actor: “A pesar de estar ganando mucho dinero en una gran serie, muchas veces quería más”

El intérprete, conocido sobre todo por su papel en la versión estadounidense de ‘The Office’, estrena una serie documental en la que busca la felicidad en diferentes países. Él dice haberla encontrado: “Me siento floreciente”

Rainn Wilson
Rainn Wilson en Hollywood, California, en agosto de 2018.Axelle/Bauer-Griffin (FilmMagic/Getty Images)
Ixone Arana

Rainn Wilson (Seattle, 58 años) interpretó al ambicioso y carente de empatía vendedor de papel y granjero de remolachas Dwight Schrute en la versión estadounidense de The Office durante los ocho años que duró la serie, de 2005 a 2013. De hecho, es el único del reparto que aparece y tiene diálogo en sus 188 capítulos. Dwight es un tipo extravagante al que no le gusta sonreír porque “mostrar los dientes es una señal de sumisión en primates”, y posee muchas mascotas exóticas, incluyendo una piraña ―aunque la tira por el retrete―, ranas, un lobo —este se le escapa―, un mapache y una zarigüeya. Rainn, en cambio, es muy sonriente, como demuestra a lo largo de toda la entrevista con EL PAÍS, pero si en algo se parece al personaje con el que se ganó un hueco en el corazón de miles de espectadores es en su gusto por las mascotas insólitas. “Tenemos dos cerdos vietnamitas, una hembra de pavo real, dos pitbulls rescatados, dos conejillos de indias, un burro y un cebrasno ―un animal híbrido, resultado del cruce entre una cebra y un asno, que en este caso se llama Derek―. Y mi esposa tiene dos caballos”, enumera por videollamada desde su rancho de California, donde vive con su mujer y su hijo (y toda esta curiosa fauna).

A Rainn Wilson no le gusta usar la palabra “feliz” para referirse a su estado de ánimo, prefiere decir que se siente “eudaimónico”. “Los griegos usaban la palabra eudemonía, que describe el florecimiento humano y una meta mucho mejor que la felicidad. Me siento floreciente. Intento conectarme con la naturaleza, con mi familia, con Dios, con mi sentido de propósito, con el arte y, en ese sentido, estoy prosperando”, asegura. Pero no siempre fue así. A pesar de tener éxito, una maravillosa familia, una bonita casa y gente tatuándose su cara ―la de Dwight― en el pie ―literalmente―, el actor ha lidiado varias veces con la depresión, según explica en la introducción de Rainn Wilson y la geografía de la felicidad, la serie documental producida por AMC Networks que se estrena este miércoles 6 de marzo en el canal de televisión ¡BUENVIAJE! (disponible con Movistar Plus+). En ella, se adentra en cinco países (Islandia, Bulgaria, Ghana, Tailandia y Estados Unidos), en busca de entender y contagiarse de las sociedades más alegres del planeta. “En todos los lugares a los que fui había familias, grupos, tribus y personas que se unían para quererse y conectarse, y fue realmente esclarecedor lo universal que es eso”, comenta.

A lo largo de los cinco capítulos, Wilson se sumerge desnudo en una caldera de magma ―con su compañero de reparto en Megalodón Ólafur Darri Ólafsson que, como él, tiene un destino terrible en la película― o pelea contra una kickboxer de 12 años en el ring de un gimnasio tailandés, entre otras hazañas. Pero también se sincera sobre una infancia infeliz y una adolescencia difícil. Revela, por ejemplo, que su madre lo abandonó cuando tenía dos años, y que tuvo muchas carencias como niño. “Creo que todo el mundo sufrió algún tipo de trauma infantil y lo importante es aceptarlo, aprender de él, curarlo y no ser una víctima suya”, considera ahora. También comenta que pasarse los fines de semana jugando a Dragones y mazmorras y tocar el fagot ―él quería el saxofón, pero le disuadieron― le hicieron sentirse “un bicho raro” en su juventud. “Ha sido un camino largo, de muchas décadas, hacia el autodescubrimiento”, reconoce.

Rainn Wilson en el último capítulo de 'Rainn Wilson y la geografía de la felicidad', en Los Ángeles, donde reside actualmente.
Rainn Wilson en el último capítulo de 'Rainn Wilson y la geografía de la felicidad', en Los Ángeles, donde reside actualmente.PEACOCK (PEACOCK)

Sin embargo, fue precisamente interpretar a uno de los bichos más raros de The Office (ahora disponible en Prime Video, Netflix y Movistar Plus+) lo que le hizo alcanzar su máxima popularidad hace una década. Y eso tampoco le bastó. “Hubo momentos en The Office en los que me sentí miserable. Ojalá lo hubiera disfrutado más. A pesar de que estaba ganando mucho dinero en una gran serie, teniendo muchas oportunidades y grandes amigos, muchas veces sentí que simplemente quería más. Es esa eterna hambre humana de nunca estar satisfecho con lo que tienes”, confiesa el nominado al Emmy y ganador de dos Premios del Sindicato de Actores por ese papel. Él quería dar el salto a la gran pantalla, ser una estrella de cine. Apareció en películas como Juno, Sahara, Mi súper ex-novia o Transformers: La venganza de los caídos. Pero para la mayoría de espectadores sigue siendo Dwight. “No solo hizo reír a la gente, que era nuestro objetivo, sino que a muchos les trajo curación, conexión y un significado profundo. Y eso es lo que realmente me sorprendió: cuán importante es la serie, el papel que ha jugado en la vida de las personas”, admite Wilson, que en enero compartió en Instagram la foto de un mensaje en una servilleta que le había dejado una azafata durante un vuelo. “The Office me ayudó a superar algunos de los días más oscuros de mi vida. No puedo agradecerte lo suficiente por eso”, decía.

De izquierda a derecha: los actores B.J. Novak, John Krasinski, Jenna Fischer, Rainn Wilson y Steve Carell, en la serie 'The Office'.
De izquierda a derecha: los actores B.J. Novak, John Krasinski, Jenna Fischer, Rainn Wilson y Steve Carell, en la serie 'The Office'.Paul Drinkwater (BWP/Cordon Press)

Más allá de su predilección por los animales exóticos ―cuando era pequeño vivió en Nicaragua y tenía un loro y un perezoso―, Wilson considera que ese personaje que todavía protagoniza algunos de los memes más famosos de las redes sociales tiene poco que ver con él. “Soy bastante friki, como Dwight. Puedo ser obsesivo, como Dwight. Y puedo ser socialmente incómodo, como Dwight, pero ahí es donde trazaría la línea”, dice riéndose (no como Dwight). El próximo abril, Steve Carell, que interpreta a su jefe, Michael Scott, en la comedia, debuta en Broadway y Wilson no se lo piensa perder. “Voy a ir a ver su obra a Nueva York. También hablé el otro día con Jenna [Fischer, que interpreta a Pam] y envío mensajes de texto a los demás todo el tiempo. Son una familia querida”, aclara sobre los compañeros con los que compartió una oficina a la que, dice, no querría volver: “Lo hice durante una década. Ahora estoy tratando de desarrollar otros proyectos”.

Entre esos nuevos proyectos se encuentra su participación en la serie Cocina con química (Apple TV), protagonizada por Brie Larson; su papel en la película Ezra, protagonizada por Robert de Niro, que se estrena a finales de mayo en Estados Unidos; o su trabajo en la película Code 3, para la que todavía están buscando distribuidor. También acaba de publicar un libro: Soul Boom: Why We Need a Spiritual Revolution (Bum del alma: por qué necesitamos una revolución espiritual). “La espiritualidad nos conecta con el misterio de ser un ser humano. El misterio de la naturaleza, la búsqueda de lo trascendente. Nos da comunidad y un amor mayor, más elevado. Y creo que esta es una de las cosas que más necesita la humanidad en estos momentos”, argumenta Wilson respondiendo al título de la obra. El actor se crio en la fe bahaí ―que cree en la igualdad de la humanidad y las bendiciones a través de un único Dios―, como demuestra el tatuaje de una estrella de nueve puntas que luce en su muñeca izquierda, símbolo de esta religión. Como adulto joven, después de “familiarizarse íntimamente” con las drogas y el alcohol y luchar con las grandes preguntas, regresó al redil, según explica en otro libro, su autobiografía The Bassoon King (El rey del fagot), publicada en 2015.

Antes de dedicarse a la interpretación, Rainn Wilson fue vendedor de seguros, paseador de perros, cocinero de galletas. Luego se convirtió en el vendedor de papel y granjero de remolachas más odiosamente querido de la ficción. El caso es que ahora es feliz o, mejor dicho, eudaimónico. “He encontrado propósito y satisfacción en la conexión. Eso es lo que he encontrado. Así que estoy muy bien”, reafirma sonriente, en calma.

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Sobre la firma

Ixone Arana
Es redactora de Estilo de Vida. Antes de incorporarse a EL PAÍS, donde también ha escrito para la sección de Madrid, trabajó en 'Cinco Días', principalmente en la sección de Fortuna. Graduada en Periodismo por la Universidad del País Vasco y Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS.
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