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El renacer de Brooke Shields: la novia de América que sobrevivió al Hollywood más cruel y que ahora triunfa en Netflix

A sus 58 años, la actriz y modelo se ha convertido en la inesperada triunfadora de la primavera cinematográfica con ‘La madre de la novia’. Una rehabilitación profesional que llega tras ser defenestrada durante décadas de la meca del cine y haberse sobrepuesto a una infancia marcada por la explotación

Brooke Shields, en un evento celebrado en el MoMa de Nueva York, el pasado 12 de marzo.Foto: VARIETY (VARIETY VIA GETTY IMAGES)

En la semana en la que toda la prensa internacional, los grandes popes de la industria del cine y las marcas de lujo tienen sus ojos centrados en lo que sucede en la alfombra roja del festival de Cannes, la mirada del espectador común está puesta en el fenómeno más inesperado de Hollywood. Con su primer éxito cinematográfico en más de 25 años, Brooke Shields se ha convertido en uno de los grandes nombres de la primavera gracias a La madre de la novia, la comedia romántica que bate récords de reproducciones en Netflix estos días. Paradigma del arquetipo de juguete roto de la meca del cine y ejemplo a su vez de resiliencia y supervivencia tras décadas de sinsabores personales y profesionales, la actriz y modelo neoyorquina de 58 años abraza eufórica una resurrección mediática alzada por un público incapaz de borrar de su memoria a la adolescente que cautivó a una generación. “Estamos increíblemente agradecidos de que améis tanto esta película”, afirmaba en sus redes sociales.

Con 26 millones de visionados en apenas siete días, La madre de la novia es oficialmente el nuevo gran éxito de la plataforma, que refuerza así una estrategia nada disimulada por hacer de la nostalgia y sus referentes dosmileros (Lindsay Lohan, Adam Sandler o próximamente Cameron Diaz) el principal reclamo en películas que conjugan bajos presupuestos y altas audiencias. Situándose en el top 10 en más de 90 países y ocupando actualmente el primer puesto en España, esta comedia romántica vapuleada por los críticos ―”Te dan ganas de meterte en el océano con tal de no seguir escuchando los diálogos”, escribió uno de ellos― ha conseguido conquistar al público recuperando una fórmula tan usada como efectiva: durante la celebración de la boda de su hija en un resort paradisiaco, una madre soltera descubre que su futuro suegro (Benjamin Bratt) es el hombre que le rompió el corazón en la universidad. Shields no solo celebra que una mujer madura sea la protagonista de un filme con tantos millones de espectadores, sino que además pueda ejercer de interés romántico del mismo. “Tenemos que celebrar a las mujeres en este tramo de edad. Espero que inspire a muchas a saber que este periodo de sus vidas no es el principio del fin, sino una oportunidad para volver a empezar”, declaró a principios de mayo en la revista Parade.

Ella es el mejor ejemplo de esa oportunidad para escribir una nueva página vital. La propia Shields tildaba de “milagro” haber sobrevivido a una carrera que arrancó extremadamente pronto, protagonizando el anuncio de una marca de jabones con apenas 11 meses de edad. Con su madre Teri como manager, una modelo divorciada y adicta a la bebida que vio en su hija la solución a sus problemas financieros, la pequeña Brooke fue explotada e hipersexualizada hasta el punto de aparecer desnuda en unas fotografías artísticas que acabaron en las páginas de la revista Playboy cuando tenía tan solo 10 años. Unos meses después estrenaría la película La pequeña, en la que ejerce como prostituta y que fue censurada en varias ciudades por exhibir “pornografía infantil”, y en 1980 su popularidad se disparó con el taquillazo El lago azul, donde aparece prácticamente desnuda la mayor parte del metraje. “En ella ven tanto la inocencia como a la niña sexy. Es la fruta prohibida, el todo en uno, y es muy apetitosa”, corroboraba su madre en un programa de televisión de la época. Su hija, sin embargo, siempre aseguró haberse sentido protegida por ella.

Brooke Shields y su compañero en 'El lago azul', Christopher Atkins, en los años ochenta en Nueva York.
Brooke Shields y su compañero en 'El lago azul', Christopher Atkins, en los años ochenta en Nueva York.Images Press (Getty Images)

Brooke se convirtió en todo un icono cultural, en el epítome de la feminidad del nuevo tiempo. Fue la más joven en copar la portada de la edición estadounidense de Vogue, la revista Time la eligió como rostro de la moda de los ochenta en uno de sus números y con 15 años conmocionó a Estados Unidos con un anuncio de vaqueros de Calvin Klein que acabó siendo censurado en varias cadenas de televisión por sus insinuaciones eróticas. “¿Quieres saber lo que se interpone entre mis Calvin y yo? Nada”, sostenía la modelo adolescente mientras se contorsionaba ante la cámara. Según la prensa de la época, se embolsaba 10.000 dólares al día.

Su popularidad mediática, sumada a su amistad con Michael Jackson o George Michael y a su presencia en las fiestas de Studio 54 junto a mitos como Andy Warhol, la erigieron en la jovencísima novia de América. Pero en la cúspide de su fama, y justo al alcanzar la mayoría de edad, decidió parar. En un movimiento insólito para la época, congeló su carrera como actriz para graduarse con honores en Lenguas Romances en la prestigiosa Universidad de Princeton. Hollywood no le perdonaría el hiato.

Brooke Shields y Michael Jackson, en la ceremonia de los Grammy de 1993.
Brooke Shields y Michael Jackson, en la ceremonia de los Grammy de 1993.John T. Barr (Getty Images)

“Cuando terminé asumí que volvería a rodar una película al año. Pensaba: ‘Soy inteligente, les encantará una actriz inteligente’. Pero al regresar fue como la noche y el día. No empezaba de cero, sino desde menos 10. No podía encontrar papeles porque no entendían qué era yo. ¿Modelo? ¿Actriz? Fue un momento muy difícil para mí”, reflexionaba la neoyorquina en una entrevista. El año pasado, Shields desveló por primera vez que, tras cenar con un productor cinematográfico para planear ese regreso a la industria, este se abalanzó sobre ella en su habitación de hotel y la violó. “No peleé mucho. Me quedé congelada. Un ‘no’ habría sido suficiente, pero solo pensé: ‘Mantente con vida y después te marchas’. Solo me callé y esperé”, evocó la artista, que entonces acababa de cumplir 20 años. Posteriormente, su breve y tumultuoso matrimonio con el tenista Andre Agassi ―los trofeos volaban de la estantería con frecuencia― y su regreso a Broadway y a la televisión reinstauraron un estatus de estrella que no tardó en volver a desvanecerse.

Shields lleva fuera del radar del gran Hollywood desde entonces y, aunque nunca se ha retirado de la meca del cine, sus oportunidades se han circunscrito a su trabajo como dobladora de obras de animación, personajes episódicos en series y algún protagonista en telefilmes con aspiración a ambientar la sobremesa. Sin embargo, desde el lanzamiento el pasado año del celebrado documental sobre su vida, Brooke Shields: La mujer más bella, la de Manhattan ha decidido aprovechar la oportunidad de regresar a la primera línea y este verano lanzará su marca Commence, una línea de productos para el cabello especialmente pensada para las mujeres mayores de 40 años. Además de contar con más de dos millones de seguidores en Instagram, también acompaña los primeros pasos como modelo de su hija Grier, de 19 años. La joven es la más pequeña de sus dos retoños junto al productor y guionista Chris Henchy, con quien se casó en 2001, y juntas ya han protagonizado campañas para firmas como Tommy Hilfiger y Victoria’s Secret. Aunque tiene quien la suceda, ella por ahora no piensa en la retirada.

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