Jorge Javier Vázquez se sincera sobre sus problemas con el alcohol: “No desearía volver a ese pasado en el que bebía para olvidar”
Después de que el actor Mario Casas hablara sobre por qué ya no bebe alcohol, el mediático presentador reflexiona en su carta semanal en ‘Lecturas’ sobre los motivos que le llevaron a dejar la bebida y cómo es su vida desde entonces
El presentador de televisión Jorge Javier Vázquez (Badalona, 54 años), motivado por las declaraciones de Mario Casas sobre por qué no bebe alcohol en La Revuelta el pasado 7 de noviembre, ha realizado un análisis sobre sí mismo desde los años donde la bebida era un elemento transversal en su día a día hasta su vida actual de sobriedad absoluta. El motivo detrás de sus reflexiones, publicadas en su carta semanal de la edición del 27 de noviembre de la revista Lecturas, no es hablar sobre sus adicciones —ya lo hizo en su libro Antes del olvido (2022)— sino ayudar a personas que puedan encontrarse en la misma situación en la que él se vio envuelto relatando cómo es su vida ahora que ha dejado de lado la bebida. “Quizás a alguien que le hayan recomendado dejar de beber y que piense que no va a ser capaz porque el mundo se convertirá en un lugar mucho menos atractivo. Conozco esa sensación”, afirma el mediático presentador sobre su experiencia.
“Vivo mucho mejor sin alcohol”, afirma Jorge Javier. “No me gustaría volver a lo de antes: resacas, estados de ánimo cambiantes y energías bajas. Y no sé si volveré a hacerlo porque ya no lo echo tantísimo de menos”. Sin embargo, durante la mayor parte de su vida, la sobriedad no ha sido una máxima. “No concebía una vida sin alcohol”, cuenta en su texto. “He bebido mucho durante muchos años de mi vida. Para evadirme, para salir por la noche, para no pensar. Por no estar conforme con mi trabajo. Con mi realidad. Conmigo mismo”. En un principio, tal y como él relata, el consumo del alcohol para el presentador era un placer. Sin embargo, acabó convirtiéndose en una tortura mental a la que él mismo se sometía por ser incapaz de superar su adicción y por el escrutinio público que acarreaba su fama: “¿Me habrán grabado? ¿Me habrán hecho fotografías? ¿Me chantajearán?”. Y, tras varias sesiones con su psicóloga, donde él se resistió muchísimo a dejar de lado el alcohol, al final se sumergió de lleno en la abstinencia.
Para el presentador, el consumo o no consumo de alcohol supone habitar dos realidades muy distintas. “Emociones y sentimientos que llevan dormidos o anestesiados durante años por culpa del alcohol comienzan a desperezarse, a cobrar vida. Y puedo aseguraros que reencontrarse con ellos es muy emocionante”, cuenta sobre su experiencia de sobriedad. Para él fue difícil aplicar una política de tolerancia cero, de eliminar completamente el alcohol de su vida: “Dejar de beber implica también enfrentarse a pelo a momentos tristes. De infelicidad”, cuenta. Sin embargo, asegura, la lucha tuvo recompensas: “Poco a poco empiezas a darte cuenta de que no hace falta beber para sentirte bien. O para vivir momentos de euforia. E incluso de felicidad”. Además, añade un aliciente: mañanas sin resaca. “Mi vida es mucho mejor desde que no bebo. Más rica. Con mayores matices”.
Además, Jorge Javier ha querido hacer unas reflexiones sobre el principal problema al que se enfrentó —y se enfrentan muchas personas— cuando decidió dejar la bebida: la presión social y el estigma que acarrea no tomarse una copa en eventos sociales. Lo hace explicando la razón por la que la frase “venga, va solo una”, tan común en cenas y reuniones, es tan problemática: “No solo te tomarías una copa sino media docena y que bastante te cuesta no aceptarla como para que te venga un brasas a recordarte que ya no bebes porque no lo controlas”. Además, en su escrito se dirige directamente a aquellas personas que insisten en que todo el mundo se tome una copa: “No aceptar que alguien no bebe me parece una de las mayores muestras de mala educación, egoísmo y nula empatía. Cuando alguien dice ‘no’ a una copa, no insistáis”.
La sobriedad, a Jorge Javier, le ha devuelto una vida que, durante años, anestesió con una botella: “Nunca antes me había sentido tan cómodo conmigo mismo. He aprendido a descubrir lo que es esencial. No beber conlleva también algo importantísimo: dejar de hacerte daño”, cuenta el presentador que ha descubierto lo que significa, para él, llevar una vida sin alcohol. “Desde que no bebo estoy más lúcido. Soy consciente de lo que quiero y a quién quiero. Y tengo muy claro que no desearía volver a ese pasado en el que bebía para olvidarme de quién era y de la vida que llevaba”. Ahora, consciente de que no es sano anestesiar su realidad, ha comenzado una vida saludable alejado de los excesos a los que se sometía durante su juventud.
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