Menos como un colegio y más como un hotel: así son las nuevas residencias de estudiantes que llegan a España
Los centros recién inaugurados ofrecen más sensibilidad con el medio ambiente, con la salud mental de sus estudiantes y cuentan con trabajadores de la edad de los inquilinos para que les comprendan mejor
Servicios y fragancias diseñados en exclusiva, música elegida para encajar con el interiorismo, relaciones públicas con apariencia y funciones de influencer. Desde hace años los hoteles han evolucionado hacia un concepto boutique en el que todo está pensado para transmitir que estamos viviendo una experiencia única. Tendencia que se está trasladando ahora a las residencias de estudiantes. En Bilbao, muy c...
Servicios y fragancias diseñados en exclusiva, música elegida para encajar con el interiorismo, relaciones públicas con apariencia y funciones de influencer. Desde hace años los hoteles han evolucionado hacia un concepto boutique en el que todo está pensado para transmitir que estamos viviendo una experiencia única. Tendencia que se está trasladando ahora a las residencias de estudiantes. En Bilbao, muy cerca del San Mamés, abrió una a principios del 2021 de estética industrial, tonos rosa y lavanda, mesas de picnic en la terraza y, en la sala de estudio, cortinajes de terciopelo rojo, además de sillas y muebles con ruedecitas que se desplazan al gusto de los universitarios con el fin de crear un espacio modular.
Otras van incluso más allá. Algunas han armado sus espacios y equipos en base a estadísticas propias, como Yugo, compañía con centros en Estados Unidos, Emiratos Árabes, China, Japón o Australia y también en Barcelona, Madrid, Alcalá de Henares, Oviedo, Salamanca y Sevilla. De la encuesta que realizaron a estudiantes españoles a principios de este año, la empresa sacó un dato clave: el 44% admite que su salud mental ha empeorado con la pandemia, a lo que se suma la incertidumbre que genera el salir del nido por primera vez. “Ahí está el tema de si, por ejemplo, van a ser aceptados o no socialmente, si harán amigos cuando se marchen de sus respectivos pueblos”, explica desde Madrid el galés Christopher Holloway, director de Yugo.
Cuenta Holloway que su solución pasa por tener a trabajadores en plantilla que les comprendan, y para eso deben ser de su edad: un 26% del personal que está en recepción u organizando el complejo son estudiantes universitario o de formación profesional. Hablan con los chavales, les escuchan e interactúan con ellos, y no solo a través de torneos deportivos, también en actividades espirituales. “Somos una entidad laica pero hace años que entendimos que hay mucha gente con una fuerte creencia, que no tiene por qué ser cristiana ni siquiera religiosa”. A veces, según él, es una cuestión casi existencial o filosófica. De ahí que en las residencias se planifiquen desde sesiones de yoga y meditación a debates que abren las puertas a la exploración de distintas formas de pensar.
De hecho, esas conversaciones han llevado a la compañía a ser uno de los patrocinadores de la Liga Española de Debate Universitario. El galés reconoce que estas asableas han marcado la programación y el diseño de sus espacios comunes. Les pasó en el edificio El Faro de Moncloa en Madrid cuando abrió en 2019. Su sala principal contaba con televisión y futbolines, y nadie entraba nunca, hasta que un grupo de unos veinte estudiantes preguntaron por un sitio en la ciudad donde poder montar obras de teatro. “Pintamos la sala de negro, le pusimos unas cortinas y cambiamos el espacio para que cumpliera con sus necesidades”, recuerda Holloway.
Yugo no es la única compañía que ha integrado el debate dentro de su programación. También lo ha hecho la residencia cercana al San Mamés de Bilbao, perteneciente a Resa, empresa con 40 ubicaciones a lo largo del país. Eleonora Guardini, su directora comercial y de marketing, es quien lo detalla: “El objetivo es practicar la oratoria, porque seguro que a los jóvenes les será de gran utilidad de cara al futuro”. El curso pasado montaron incluso equipos de debate académico que acuden a competiciones profesionales, junto a jornadas de integración, microteatro, torneos de videojuegos –algunos dedicados solamente al League of Legends– y una sección muy enfocada al bienestar, en el que Resa lleva centrándose sobre todo desde 2019. El programa actúa en dos direcciones. A los trabajadores se les forma para que puedan detectar cualquier problema de salud físico y/o mental en los estudiantes, mientras que para estos hay cursos que les ayudan a gestionar el estrés o adaptarse a los cambios, con consejos de nutrición añadidos.
De las encuestas de Yugo, hay otro dato que el director menciona: un 76% de los estudiantes está bastante preocupado por el cambio climático. Una cifra que a la vez reflejó el pasado septiembre el diario inglés The Guardian –la población por debajo de los 25 años se está decantando cada vez más por profesiones relacionadas con la lucha medioambiental–. Estos datos chocan, sin embargo, con un estudio realizado en 2020 por Vogue Business a un centenar de zetas, los nacidos a partir de mediados de los noventa. Más de la mitad reconocían seguir comprando la mayoría de sus prendas en cadenas de moda rápida.
Como el resto de generaciones, esta puede que tampoco sea la panacea ni la salvación de la humanidad, pero residencias como las que Yugo tiene repartidas por todo el mundo, 99 en total, ayudan a concienciar. A la salida de cada una de ellas, por ejemplo, tienen instalados contenedores de plástico. “Al final de la semana los abrimos y les decimos: ‘Mirad, esta cantidad de basura es solo vuestra’. Con la intención de que sean conscientes de la de plásticos que tiran al día”, explica Holloway. Al ver lo efectiva que es la idea, la Universidad de Cambridge ha desplegado la misma iniciativa a lo largo de su campus. Y en las residencias de Resa, las que se encuentran cercanas al mar, organizan jornadas de recogida de basura y limpieza de playas entre los universitarios.
En las residencias españolas de Yugo tampoco olvidan el alto índice de desempleo, ni el hecho de que cursar un grado ya no es una garantía laboral en nuestro país. Y a los veinteañeros eso les preocupa, de acuerdo al estudio de Yugo. Razón por la que en sus centros ofrecen prácticas mientras se estudia e informan sobre salidas profesionales alternativas a las convencionales. “Yo estudié filología francesa y aquí estoy, gestionando residencias de estudiantes”, comenta el director riéndose: “A veces vienen directivos de ONG para explicar a los chavales que se pueden hacer otras cosas, porque trabajar en un despacho de abogados si has estudiado derecho, o convertirte en el directivo de una empresa tras cursar ADE, ya no es tan fácil como antes”.
A los jóvenes aquí se les enseña además conocimientos domésticos básicos, hay cursos de cocina tal y como señala Holloway: “Mi madre flipaba cuando vio las fotos de los estudiantes aprendiendo a planchar una camisa. Me decía: ‘Pero hijo, ¡si eso yo te lo enseñé cuando tenías 12 años!’. El tema es que estamos ante otras generaciones, los niños de hoy en día han crecido de otra manera”. El propósito es que salgan de Yugo preparados para enfrentarse a las labores de la vida real, como darse de alta en la compañía de la luz o de telefonía, limpiar y encargarse de las tereas de la casa. Porque en estas residencias no hay nadie que lo haga por ellos. No es un hotel o un colegio mayor al uso, aunque adentro sí han instalado cámaras de seguridad y en algunos edificios no se permiten visitas por la noche.
El director se defiende: “Las cámaras están para evitar que alguien de fuera entre a robar, no para controlar que el de la habitación 417 salga al pasillo a las cuatro de la madrugada a hacer el tonto. Las visitas a altas horas están prohibidas por una cuestión de aforo y de evacuación en caso de incendio, no porque queramos aguarles una cita de Tinder o de Grindr”, puntualiza él.
La única peculiaridad es que, a diferencia de los colegios mayores, aquí no se separa a los estudiantes por su género y del sexo se habla abiertamente. Dentro del sector es sin duda un cambio de paradigma, tal vez mucho más significativo y revolucionario que un concepto de experiencia boutique. O que cualquier innovación a nivel de diseño y arquitectura. Lo cual marca a los jóvenes a lo largo de su vida hasta el punto de que, según Eleonora Guardini de Resa, muchos tienen al equipo directivo como si fuera una segunda familia: “Los hay que vienen al cabo de unos años a explicarnos cómo les va la vida, o algunos nos invitan incluso a sus propias bodas”.