A la venta la Casa Kaufmann, la vivienda con la que Richard Neutra burló la normativa urbanística y creó uno de sus espacios más memorables
Cuesta 25 millones de dólares y fue concebida para el empresario Edgar Kaufmann, quien se entregó al lujo y los placeres con la misma seriedad que sus vecinos de Palm Springs, meca del California Modernism
Detrás de un gran edificio (casi) siempre hay un gran cliente. De no ser por el dinero, empeño y buen gusto de familias como los Médici, los Borbones franceses o los Guggenheim, tal vez el crucero de la catedral de Santa María del Fiore en Florencia permanecería al descubierto y sin cúpula, Versalles sería un suburbio insignificante a las afueras de París, y la orilla de la ría de Bilbao seguiría siendo un sitio sucio e industrial, en lugar de un espacio público que invita al paseo.
Aunque es posible que el nombre de Edgar J. Kaufmann (1885-1955) no resulte tan conocido como los anteriores, este empresario y filántropo de Pittsburgh desarrolló una labor de mecenas muy importante para el desarrollo de la arquitectura del siglo XX. En 1934 le encargó a Frank Lloyd Wright una residencia de fin de semana que acabaría por convertirse en una de las obras más famosas y reconocibles del mundo: la Casa de la Cascada. Una década más tarde, cansado de los fríos inviernos en los bosques de Pensilvania, Kaufmann decidió construirse un refugio familiar en el desierto de California. De aquel capricho surgió la Casa Kaufmann (o Kaufmann Desert House; Palm Springs, 1946-1947), otra pieza capital de la arquitectura moderna que recientemente la inmobiliaria de la prestigiosa casa de subastas Sotheby’s ha puesto a la venta por 25 millones de dólares.
En esta ocasión, el proyecto le fue confiado a Richard Neutra (Viena, 1892 – Los Ángeles, 1970), miembro de pleno derecho del panteón de los grandes arquitectos modernos del siglo pasado. Neutra nació y creció en la Viena secesionista de Otto Wagner y Gustav Klimt, y entre 1914 y 1917 combatió en Albania y Serbia como oficial de artillería del ejército imperial austriaco. Trabajó para Adolf Loos, de quien aprendería su inclinación por las formas geométricas puras desprovistas de accesorios decorativos (Loos publicó su célebre ensayo Ornamento y delito en 1908), y después lo hizo bajo las órdenes de Erich Mendelsohn en Berlín.
En 1923 cogió un ferry con destino a Nueva York, y poco después se mudó a Chicago, donde conoció a Frank Lloyd Wright. Estuvo en su estudio tres meses. Le decepcionó su arquitectura pesada de piedra y excesivamente ornamentada, así que en 1925 se marchó a Los Ángeles. Su ascenso en la soleada California fue meteórico y en 1932, fue el único arquitecto de la costa oeste invitado a participar en la mítica exposición Modern Architecture: International Exhibition del MoMA, junto a figuras como Ludwig Mies van der Rohe, Le Corbusier o Walter Gropius. Cuando Kaufmann llamó a Neutra, el arquitecto estaba en el mejor momento de su carrera. Kaufmann lo sabía muy bien. Un buen cliente sabe esas cosas.
La casa que se construyó en Palm Springs es una muestra de abstracta sensibilidad centroeuropea en pleno desierto americano. Como toda buena obra moderna, carece de un alzado claro o predominante. Se expresa al exterior como un collage tridimensional de líneas y planos que se yuxtaponen y se compenetran en equilibrio asimétrico. Su rotundidad geométrica y el contraste del acero y el vidrio con el jardín sobre el que se posa le confieren un aspecto mecanicista que deja a la vista un interior cálido y confortable.
Neutra ensayó en esta obra todo tipo de estrategias para poner en práctica su propia filosofía de diseño, el “biorrealismo” (en 1954 publicó un libro que recoge sus teorías: Survival Through Design; en español, “supervivencia a través del diseño”), y que entre otros principios propugnaba que la arquitectura debía favorecer el contacto físico y visual de sus habitantes con la naturaleza. Grandes ventanales deslizantes, la mayoría de ellos de suelo a techo, proponen transiciones horizontales en un viaje constante entre el interior y el exterior que saca el mejor partido al paisaje y al suave clima californiano. El diseño de un mobiliario ambiguo y un sofisticado sistema de control térmico cuidadosamente camuflado refuerzan la disolución de los límites. No hay barreras. Para Arthur Drexler, director del departamento de Arquitectura y Diseño del MoMA, “es posible estar sentado dentro de un salón de Neutra y tener la plena sensación de encontrarse fuera de casa”.
“La glorieta”, el salón prohibido
A pesar de su aspecto lujoso, es una casa relativamente pequeña: tiene solo 293 metros cuadrados (la Casa de la Cascada tiene 650, más del doble). La organización en planta sigue un esquema de dos ejes en cruz, en cuya intersección se sitúa el salón y comedor, corazón público de la casa. En cada uno de los extremos este, oeste y norte se ubican respectivamente la habitación, despacho y vestidor de los señores Kaufmann; la cocina, despensa y dos habitaciones para el servicio; y dos habitaciones dobles para invitados. Cada dormitorio dispone de cuarto de baño (la casa tiene un total de seis) y terraza propios, independientes entre sí y de la zona social de la casa, a la que se conectan por una serie de galerías y terrazas abiertas al jardín de cactus y rocas de inspiración japonesa.
El lugar más especial de la casa es lo que Neutra llamó “la glorieta”, una estancia a cubierto sobre la vivienda a la que se accede por unas escaleras exteriores situadas junto a la galería de entrada. El arquitecto tuvo que ingeniárselas para burlar la normativa local que prohibía construir edificios de más de una altura, por lo que este espacio se encuentra completamente abierto, salvo por un sistema de lamas verticales orientables de aluminio que sirven para resguardarse del implacable viento del desierto. El resultado es un salón al aire libre que se eleva para ofrecer unas vistas inigualables de la sierra de San Jacinto al calor del fuego. Forrada con piedra natural de Utah de color crema tostada, la chimenea atraviesa toda la casa, desde el salón en planta baja hasta la glorieta, y se alza como un monolito prismático vertical de aspecto rugoso que contrasta con la horizontalidad tersa de los remates metálicos y los grandes paramentos de vidrio.
Todo empieza y acaba en la piscina
La piscina, por su parte, es algo más que un accesorio para refrescarse. De hecho, se construyó antes que la propia casa. Es sabido que Neutra puso las excavadoras a funcionar sin tener los planos completamente terminados. Aquello no respondía a una maniobra de improvisación, algo absolutamente ajeno al arquitecto austriaco, meticuloso hasta lo obsesivo. Al contrario, era consciente de que, con los trabajos de excavación empezados, las obras no se podrían detener como consecuencia de las políticas de racionamiento derivadas de la escasez de materiales de la inmediata posguerra.
Inesperadamente, la piscina se convirtió en un aliado perfecto para Neutra, que tomaba decisiones mirando directamente al reflejo de la casa en el agua, en lugar de al propio edificio. Es una lámina de reflexiones que propone al espectador visiones alternativas, a la vez que el lugar ideal para disfrutar de la vida relajada y hedonista de Palm Springs en los años centrales del siglo XX, cuando aquel pequeño pueblo en medio del desierto se convirtió en el “patio de recreo de Hollywood”.
Cary Grant, Walt Disney, Frank Sinatra, Bob Hope, Bing Crosby, Clark Gable, Liberace o Kirk Douglas, así como destacados políticos, intelectuales y magnates de los negocios como el propio Kaufmann, tenían una residencia de invierno en Palm Springs. Aquella pequeña élite se tomaba sus placeres y la vida social muy en serio: jóvenes actores y actrices tomaban el sol durante horas alrededor de las piscinas en un sensual ritual de celebración de sus cuerpos, mientras los más mayores, engalanados con sus vestimentas más elegantes y escasas, bebían cócteles y parloteaban libremente en un coto de tolerancia y apertura sexual como no existía en el resto del país. Slim Aarons supo mejor que nadie cómo la Casa Kaufmann era el escenario perfecto para ese teatro de culto a la buena vida en su maravillosa serie de fotografías Poolside Gossip.
La casa fue un éxito absoluto para la crítica especializada y desarrolló un papel fundamental para poner a California en la escena mundial de la arquitectura de vanguardia. Consolidó la definición del llamado California Modernism, una variante del Movimiento Moderno específica de Los Ángeles y sus alrededores que se caracteriza por un lenguaje formal y espacial del que Richard Neutra fue, si no su creador, su mejor embajador. De hecho, la casa también catapultó a Neutra a una posición de fama y reconocimiento internacionales. En agosto de 1949 fue portada de la revista Time, un privilegio reservado a personalidades realmente relevantes. Junto al retrato del arquitecto, aparecía la planta de la Casa Kaufmann, evidenciando que aquella cajita de vidrio en el valle de Coachella era su mejor envite.
Después de la muerte de Kaufmann en 1955, la casa permaneció vacía durante años. Más tarde pasó a manos de Gene Klein, famoso empresario y dueño de varias franquicias deportivas, y, en la década de 1980, del cantante y productor discográfico Barry Manilow. Gravemente deteriorada por el paso del tiempo y cierto abandono, en 1993, Brent Harris, ejecutivo financiero, y su ahora exesposa Beth Edwards Harris, historiadora de la arquitectura y conservacionista, adquirieron la casa por 1,5 millones de dólares. Los Harris llevaron a cabo una precisa labor de restauración que devolvió la obra de Neutra a todo su esplendor. Después de un infructuoso intento de venta en 2008 por 15 millones de dólares, ahora espera nuevo dueño.
Desde luego, 25 millones de dólares parece un precio demasiado alto. Otras obras maestras de la arquitectura moderna californiana vendidas recientemente ni se acercan a esas cantidades. En 2015, la casa Millard (1923) de Frank Lloyd Wright, en Pasadena, se vendió por 3,7 millones de dólares; la casa Tremaine (1948), otra joya de Neutra en Montecito, fue adquirida este verano por el diseñador jefe y director creativo de Tesla por 12 millones; y la espectacular villa que John Lautner diseñó en 1979 para Bob y Dolores Hope, también en Palm Springs, se vendió en 2016 por 13 millones. Pero como dijo el ácido crítico de arte Robert Hughes, “aparte del de las drogas, el del arte es el mercado más grande y menos reglamentado del mundo”. Y la verdad: la Casa Kaufmann tiene un poco de los dos.
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