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Los Campos Elíseos, ¿el nuevo centro verde de París? Cómo reconciliarse con la avenida que los turistas aman y los parisinos detestan

La mayoría de los habitantes de la ciudad del Sena han dado la espalda a uno de los grandes símbolos de excelencia urbana que exportan al mundo. Ni siquiera los neoyorquinos sienten semejante rechazo hacia Times Square. Ahora un ambicioso proyecto se ha propuesto devolverle “su humanidad, su intimidad y su encanto”

Imagen del proyecto de Philippe Chiambaretta para remodelar los Campos Elíseos, con menos carriles para los coches y más espacio para los peatones y el arbolado.
Imagen del proyecto de Philippe Chiambaretta para remodelar los Campos Elíseos, con menos carriles para los coches y más espacio para los peatones y el arbolado.PCA-STREAM (EL PAÍS)

Irène, interiorista y fotógrafa de 51 años, lleva viviendo en París desde 1989. En el último año y medio, según nos cuenta, no ha pisado los Campos Elíseos. Es más, ha hecho esfuerzos deliberados para evitarlo. Vive relativamente cerca, en el barrio de Batignolles, pero en sus paseos cotidianos nunca va más allá de la embajada de Japón, junto al bello y fragante parque Monceau. Aquel es el límite del París que frecuenta y que le interesa.

Un poco más al sur, en el Arco del Triunfo, arranca la avenida de los Campos Elíseos, que Irène describe como un “caos” muy poco estimulante. Un entorno “inhóspito lleno de coches, tiendas de ropa convencional y restaurantes de comida rápida que acaba en la plaza más transitada [la Concordia] y los jardines más descuidados y sucios de la ciudad”. A los Campos Elíseos se acude, en todo caso, “cuando te visitan familiares que vienen a París por primera vez” o para celebrar los éxitos de la selección francesa, algo que ella, poco aficionada al fútbol y alérgica a las grandes aglomeraciones, no se plantea nunca.

Irène eligió en su día vivir en Batignolles, el vecindario que, con sus clubs de petanca, sus jardines de estilo inglés y su mercado ecológico recuerda a sus habitantes que otro París, una ciudad más cordial, confortable y cercana, es perfectamente posible. Hace un año, cuando Carlos Moreno, el urbanista de cabecera de la alcaldesa Anne Hidalgo, lanzó la idea del “París de un cuarto de hora”, un modelo de ciudad descentralizada y descongestionada, en la que todo lo esencial esté al alcance de la mano y los ciudadanos puedan permitirse el lujo de “moverse mucho menos para vivir mucho mejor”, Irène se sintió identificada: “Batignolles, Clichy y sus alrededores ya son mi ciudad de un cuarto de hora. La recorro a pie o en bicicleta y encuentro en ella casi todo lo que necesito, muy rara vez me veo obligada a ir mucho más allá. Los Campos Elíseos, en cambio, forman parte para mí de una ciudad ajena que asocio con el ruido, el turismo masivo, el vandalismo o movimientos de protesta violentos como el de los chalecos amarillos”.

Imagen del proyecto 'Campos Elíseos, historia y perspectivas de futuro', del equipo del estudio de arquitectura PCA-Stream.
Imagen del proyecto 'Campos Elíseos, historia y perspectivas de futuro', del equipo del estudio de arquitectura PCA-Stream.PCA-STREAM

Un patrimonio sentimental echado a perder

A juzgar por datos recientes, son mayoría los parisinos que piensan como Irène. Según Elaine Cobbe, corresponsal en París de la cadena de televisión estadounidense CBS, “en temporada alta, el 72% de los transeúntes de los Campos Elíseos son turistas internacionales y hay también un alto porcentaje de trabajadores de empresas y comercios de la zona”. Es más, solo una de cada 20 personas censadas en París declaraba haber paseado “con cierta frecuencia” por los Campos Elíseos en 2019. Muy significativo resulta, en opinión de la periodista, “que apenas se vean niños jugando en sus jardines: los de las escuelas cercanas acuden al parque de Monceau, más modesto y mucho más acogedor”. Para Cobbe, “es un caso no del todo insólito, pero sí muy llamativo: los parisinos han dado la espalda a uno de los grandes símbolos de excelencia urbana que exportan al mundo. Ni siquiera los neoyorquinos sienten semejante nivel de rechazo hacia Times Square”.

Planeados en 1667 por el urbanista y paisajista André Le Nôtre, los Campos Elíseos deben a escritores como Balzac, Maupassant, Victor Hugo o Marcel Proust su reputación de avenida más bella del mundo. Tal vez lo fueron hasta finales de la década de 1980, pero desde entonces, según el periodista de Lonely Planet Sasha Brady, “vienen padeciendo un proceso de degeneración gradual que parecía no tener fin”. El largo paseo de 1,9 kilómetros que une el Arco del Triunfo con la plaza de la Concordia es recorrido a diario por una media de 64.000 automóviles y algo más de 100.000 peatones, lo que se traduce en los niveles de polución, generación de residuos y contaminación acústica más altos de todo París.

Fue bautizado con el nombre que recibía el paraíso en la mitología griega, el lugar en que los héroes encontraban descanso eterno, pero apenas queda aquí nada de bucólico o paradisíaco. Proust jugó en sus jardines décadas antes de que se llenasen de basura; el desfile del 14 de julio, presidido por el presidente de la República francesa, recorre la avenida año tras año; la etapa final del Tour de Francia se viene disputando aquí desde 1975; un millón de personas se aglomeraron al pie del Arco de Triunfo el 15 de julio de 2018, cuando la selección francesa de fútbol se proclamó campeona del mundo en Rusia, y varios cientos de miles se congregan cada 31 de diciembre para celebrar el año nuevo. El mundo disfruta de los Campos Elíseos mientras París los padece y asiste a su declive, según Cobbe, “como el de una joya familiar que ha perdido todo su brillo tras ser exhibida durante décadas en un escaparate cada vez más mugriento”.

Los jardines de las Tullerías y los Campos Elíseos, planeados en 1667 por el urbanista y paisajista André Le Nôtre, en un grabado de 1697 cedido por el estudio de arquitectura PCA Stream.
Los jardines de las Tullerías y los Campos Elíseos, planeados en 1667 por el urbanista y paisajista André Le Nôtre, en un grabado de 1697 cedido por el estudio de arquitectura PCA Stream.PCA-STREAM

Un círculo virtuoso de 300 millones

Tras años de debate estéril sobre qué hacer con uno de sus símbolos más devaluados, París parece haberse decidido por fin a retirar la mugre del escaparate. El ayuntamiento de la capital francesa ha presentado un ambicioso plan de regeneración urbana que prevé convertir los Campos Elíseos en “un extraordinario jardín”, según expresión de la alcaldesa parisina, Anne Hidalgo. Cuenta con un presupuesto inicial de 250 millones de euros, ampliables a 310 millones (una fortuna, sin duda, pero apenas el doble de lo que se pide por la gran estrella del PSG, el equipo de fútbol local, Kylian Mbappé), y está previsto que se complete en 2030, aunque sus resultados empezarán a ser visibles ya en 2025. Una primera fase, la reforma en profundidad del entorno de la plaza de la Concordia, con sus conexiones al jardín de los Campos Elíseos y las Tullerías, estará lista en primavera de 2024, justo a tiempo para los Juegos Olímpicos que acogerá París entre el 26 de julio y el 11 de agosto.

Entre los detalles más llamativos del proyecto está eliminar al menos cuatro de los ocho carriles de circulación de vehículos y convertir la plaza Charles de Gaulle en un centro de ocio estacional, rodeando el Arco del Triunfo con una pista de hielo en invierno y una playa urbana en verano. Se trata de un proyecto a medio plazo, del que solo existe, por el momento, un anuncio oficial al que acompaña un vídeo con imágenes renderizadas, pero ha despertado una expectación considerable. Los analistas destacan, en especial, que responde a una iniciativa ciudadana, impulsada por la asociación sin ánimo de lucro Comité Champs-Élysées (una coordinadora vecinal fundada en 1916), y que el ayuntamiento lo ha acabado adoptando porque encaja a la perfección en su plan de remodelación sostenible del conjunto de la ciudad.

La asociación reunió en 2019 a un comité de sabios con 50 integrantes, entre arquitectos, urbanistas, historiadores, ingenieros, científicos, actores y “agentes económicos y culturales”, incluidos dos chefs con estrellas Michelin. Philippe Chiambaretta, del estudio de arquitectura PCA-Stream, coordinó los trabajos de la comisión, que fueron presentados durante 2020 en la muestra Campos Elíseos, historia y perspectivas de futuro, que se exhibió en el centro de urbanismo del Pavillon de l’Arsenal. A mediados de enero, en una entrevista con Le Journal du Dimanche, Anne Hidalgo asumía el proyecto elaborado por el comité y anunciaba la cantidad que el ayuntamiento pensaba destinar a hacerlo realidad.

Peatones pasean por la avenida de los Campos Elíseos, en los alrededores del Arco del Triunfo, el pasado mes de agosto.
Peatones pasean por la avenida de los Campos Elíseos, en los alrededores del Arco del Triunfo, el pasado mes de agosto.JULIEN DE ROSA (EFE)

Reverdecer laureles

Tal y como explica Chiambaretta en un artículo en Le Monde reproducido por varias cabeceras internacionales, “se trata de devolverle a la ciudad el espacio de ocio y relax que habían sido los Campos Elíseos hasta que la globalización acelerada los transformó en un escaparate sin alma”. El arquitecto destaca que “apenas un 5% de los visitantes de la avenida son parisinos que dan un paseo”. La ciudad ha acabado por dar la espalda a un lugar que forma parte muy destacada de su historia y su patrimonio sentimental: “La avenida en que se celebró la primera exposición mundial parisina, donde se inauguró la primera estación de metro, por donde circularon los primeros automóviles privados y se instalaron los primeros cines”.

Escribe el arquitecto que París puede (y debe) compartir ese tesoro con el resto del mundo, pero no a costa de “desvirtuar su esencia y convertirlo en el espacio aséptico que nunca fue”. Para Chiambaretta, los Campos Elíseos no pueden permitirse por más tiempo “una contaminación acústica que supera los 75 decibelios y el tránsito rodado más intenso y caótico de la capital”.

De ahí que su plan se proponga devolverle a la avenida “su humanidad, su intimidad y su encanto”. Hay un objetivo local, “que los parisinos vuelvan a disfrutarla”, y otro universal, “convertirla en el nuevo corazón de una ciudad inclusiva, atractiva y sostenible”. El proyecto pasa por hacer un uso creativo de las al menos 16 hectáreas que está previsto arrebatar a los vehículos privados. Parte de ese espacio se destinará a una nueva línea de tranvías y autobuses eléctricos, así como a carriles bici, pero el grueso se destinará a áreas peatonales en las que está previsto plantar árboles, crear zonas de paseo, estimular proyectos artísticos y culturales y promover la instalación de nuevos negocios que sintonicen con la filosofía slow life con que pretende impregnarse el nuevo entorno. El plan incluye aspectos como sustituir parcialmente el hormigón por materiales más permeables, para reducir el efecto de recalentamiento cada vez más perceptible en los suelos de la avenida, o peatonalizar por completo la plaza de la Concordia y la cercana avenida Winston Churchill, así como la eliminación de una barrera arquitectónica, el túnel de Cours-la-Reine.

A medio plazo, se planea crear un área peatonal de alrededor de 80 hectáreas que conecte la avenida con la explanada de los Inválidos, en lo que pasaría a ser el nuevo centro “verde” de París. Se trata, en definitiva, de “dar un paso decisivo hacia la construcción del París eficiente y ecológico del futuro y devolverle a la ciudad un tesoro que permanecía oculto”, dice Chiambaretta. Menos coches, menos prisas, más árboles, más rincones atractivos y más buenos pretextos para dar un paseo. Y también, aunque resulte impopular decirlo, “menos acontecimientos de proyección global y más vida cotidiana”.

Irène reconoce que esta hoja de ruta le genera un cierto escepticismo: “El proyecto parece muy ambicioso sobre el papel, pero veo muy probable que esa ambición se vaya aparcando gradualmente por presiones de todo tipo y acabe siendo algo bastante menos innovador y rupturista”. Sin embargo, está convencida de que sí supondrá una mejora sustancial. Y tal vez un buen incentivo para que, ella al menos, prolongue sus paseos más allá de la embajada japonesa y se asome de vez en cuando a los “nuevos” Campos Elíseos.

Miles de personas, la mayoría turistas, en la celebración de año nuevo en 2013 ante el Arco del Triunfo.
Miles de personas, la mayoría turistas, en la celebración de año nuevo en 2013 ante el Arco del Triunfo.MIGUEL MEDINA (AFP)

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