¿Es posible una arquitectura feminista? El despacho de mujeres que transforma la convivencia
Cierto Estudio es una cooperativa que planta cara al tópico masculino en el sector. Reimaginan las necesidades colectivas y, dicen, les encantaría diseñar la escenografía de una película de Almodóvar
Cierto Estudio son seis arquitectas de Barcelona que plantan cara al tópico. En primer lugar, por su condición femenina. Por desgracia, una rareza en su sector. “Es verdad que somos un referente de estudio liderado por mujeres. El hecho de ser seis socias nos pone en el foco y, aunque tratamos de no darle importancia, sabemos no es lo habitual. Siempre nos preguntan cómo es ser seis socias y encima mujeres, como si eso tuviera que ser muy diferente a ser seis hombres”. ¿Pero se puede o no se debe hablar de una arquitectura feminista? “Seguramente hagamos arquitectura feminista, pues entendemos que es aquella pensada para todos. Pero no estamos solas; muchos estudios, también algunos liderados por hombres, hacen arquitectura feminista”, sostiene este grupo de arquitectas que funciona como una cooperativa y que busca cambiar la noción de la convivencia en público y en privado.
Aunque se repartan los distintos proyectos para el trabajo en el día a día, todo en su empresa se pone en común. Incluidas las respuestas a esta entrevista, consensuadas por correo electrónico. Marta Benedicto, Ivet Gasol, Carlota de Gispert, Anna Llonch, Lucia Millet y Clara Vidal nacieron como Cierto Estudio de una manera atípica. Recién salidas de la universidad, en 2017 ganaron el concurso de vivienda social en la plaza de Les Glóries Catalanes con La Comunidad Habitacional, un proyecto de gran envergadura al que se habían presentado unos 100 despachos de arquitectos, muchos de renombre y con más experiencia, y que lograron gracias a una ambiciosa propuesta sostenible y multiusos con el espacio comunitario como protagonista. “Sentimos de cerca la importancia de diseñar el entorno en el que habitan las personas, donde su casa es el lugar que debe protegerlos y a la vez conectarlos con el resto”, esgrimen.
Suya es, también, parte de la concepción del plan urbanístico Superilla Barcelona, con la que la Ciudad Condal ha apostado por peatonalizar algunos ejes del Eixample, como la calle Consell de Cent. “La experiencia del encierro durante la pandemia influyó en nuestra percepción del espacio público. Por eso pensamos una calle con espacios más domésticos, por ejemplo, colocando mobiliario urbano como mesas que se añadían a las sillas o bancos. De igual manera, asumimos esa necesidad colectiva de conectarnos con la naturaleza ampliando la presencia de vegetación. El espacio público es el lugar de encuentro, donde creamos nuestra red de conexiones, donde la gente se cruza, el espacio común por excelencia. Por ello, es muy importante cómo se abordan las nuevas calles, parques y plazas, con más vegetación, y con una jerarquización diferente a la actual, donde el coche no tenga tanto protagonismo como hasta ahora”.
Inspiradas en iconos como la Casa de la Marina de Coderch, en la Barceloneta, las viviendas cooperativas de Kay Fisker en Copenhague o el faraónico Walden 7 de Bofill en Sant Just Desvern, Cierto Estudio repiensa las necesidades de la colectividad en los entornos urbanos. También las de la convivencia doméstica. En su premiado concepto Kitch-room para desarrollar 68 viviendas, mismamente, rompen la jerarquía del espacio para convertir la cocina, esa eterna relegada a un lugar “de segunda”, en el corazón de la casa. “Es donde terminan las mejores fiestas”, bromean. Confiesan que han encontrado “más libertad y capacidad de experimentación en la obra pública. Sin embargo, en la privada podemos conocer quién habitará los espacios y personalizarlo al máximo”.
Pensar en pequeño también ha supuesto alguno de sus grandes retos. Como Ca l’Ocell, “una vivienda unifamiliar en Menorca donde por primera vez nos enfrentamos a un lienzo en blanco; en concreto, a una parcela inclinada en geometría irregular con vistas al puerto de Mahón. Construir una casa tiene algo atávico y paisajístico, vas a impactar en el lugar por mucho tiempo”. En sus reformas de interiores, tanto de pisos particulares (como el del apartamento del realizador Bernat Lliteras en una finca modernista, que presentaron al mundo con un ‘interior film’ filmado por el propio Lliteras) hasta el Hotel Mothern, utilizan dos consignas básicas: la idea de vivienda conectada y los espacios filtro o de transición entre interior y exterior. “Nos interesa más entender los hábitos y costumbres de nuestros clientes que compartir una carpeta de Pinterest con la materialidad de moda que les ha enamorado”.
Sus principales inspiraciones actuales, recuentan, pasan por “el trabajo en torno a la vivienda colectiva que están realizando en Suiza estudios como Esch Sintzel Architekten, EMI Architekten, Atelier Abraha Achermann o Mathis Kamplade. Desde otra perspectiva, nos fascina la obra de Anne Holtrop, a caballo entre el diseño de mobiliario y la arquitectura, ya que experimenta con la materialidad. En nuestro imaginario colectivo está la obra de los arquitectos italianos de posguerra como Caccia Dominioni, Asnago e Vender y Gio Ponti. Y también, a nivel más local, así como otros arquitectos de nuestra generación, tenemos muy presente la obra de Studio PER (y la de sus integrantes a nivel individual), Correa Milá o Coderch, claro”. Su futuro inmediato apunta a salir por fin de Cataluña y crecer en Suiza, Bélgica o Francia. “Aunque, si se trata de soñar, nos encantaría diseñar la escenografía del próximo filme de Pedro Almodóvar o concebir las boutiques de una marca de alta costura o de una reconocida firma de diseño de producto”.
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