Gorka Postigo, el buscador de las otras bellezas: “Sé por experiencia lo vulnerable que se siente uno frente a una cámara”
Uno de los fotógrafos que han forjado ICON se enfrenta a su primera retrospectiva, una colección de imágenes que celebran la diferencia
El título de la primera exposición retrospectiva del fotógrafo Gorka Postigo (Madrid, 44 años), We Are The Flowers In Your Dustbin (Somos las flores de tu cubo de basura, en el Centro de Arte Alcobendas de Madrid hasta el 11 de septiembre), encierra todo el ímpetu de una mirada forjada en la moda pero que ha...
El título de la primera exposición retrospectiva del fotógrafo Gorka Postigo (Madrid, 44 años), We Are The Flowers In Your Dustbin (Somos las flores de tu cubo de basura, en el Centro de Arte Alcobendas de Madrid hasta el 11 de septiembre), encierra todo el ímpetu de una mirada forjada en la moda pero que ha encontrado en el colectivo LGTBI su razón de ser. Obstinado y apasionado, Postigo es el fotógrafo de la belleza de lo diferente.
El punto de inflexión que supuso Presente/Futuro, un proyecto de retratos de niños trans realizado entre 2017 y 2019 con la complicidad de Topacio Fresh, galerista y comisaria de esta exposición, abrió las compuertas de una inspiración a flor de piel con el compromiso social. La empatía que heredó de su madre o referentes como el escritor chileno Pedro Lemebel, el filósofo español Paul B. Preciado o los fotógrafos Peter Hujar y Robert Mapplethorpe conforman este universo único de preciosos, y rabiosos, ramos.
¿Qué aspecto de su fotografía ha querido destacar en esta exposición? A raíz de Presente/Futuro entendí que la fotografía tiene un profundo poder transformador. Nunca antes mi trabajo había adquirido esta capacidad de establecer un diálogo social. Ahí entendí que tenía una voz y que había mucho por hacer. La invitación por parte del Centro de Arte de Alcobendas coinci- dió con el asesinato homófobo, hace justo un año, de Samuel [Luiz, en junio de 2021]. Ese suceso terrible influyó en el enfoque que quería darle a la muestra.
¿Cómo enfoca su carrera profesional? Soy un fotógrafo comercial, atiendo a las demandas de quien me contrata, pero tiene que haber una conexión entre la naturaleza del encargo y yo. A raíz de la campaña mundial de Calvin Klein Pride me llegaron muchos encargos en esa línea, pero no siempre me han convencido. Exijo un compromiso real si se trata de una marca. El pink washing en ocasiones resulta esperpéntico.
Su vida personal y profesional se cruzan en muchos de sus proyectos. No sabría desligarlas. Muchas veces, las personas que fotografío acaban formando parte de mi familia y círculo de amigos, y viceversa. A veces se tarda años en establecer esta conexión, otras es inmediato. La simbiosis entre fotógrafo y sujeto es un misterio.
Es usted uno de los fotógrafos que ha definido la imagen de ICON. ¿Qué le ha aportado esta revista? Aquí me he curtido en todo tipo de encargos. Desde mi primera portada, con el político griego Yanis Varoufakis [enero de 2016], pasando por temas de moda con libertad total o reportajes más sociales, como el retrato de la residencia para mayores LGTBI gestionado por la Fundación 26 de diciembre.
¿Todavía es de los que compra revistas compulsivamente? Si, sigo comprando revistas, pero ahora soy más selectivo. De las revistas he aprendido a tener mucho cuidado con las tendencias fotográficas. La moda se encariña muy rápido de ciertos fotógrafos para luego dejarlos en el olvido.
Incluso en sus fotografías más duras hay una mirada alegre y optimista... En Presente/Futuro quise quitar cualquier dramatismo a los retratos sencillamente porque no había nada dramático en ellos. Todo lo contrario. Encontré familias muy unidas y felices, muy orgullosas de sus hijos. Al igual que en el retrato a los miembros de la Fundación 26 de diciembre o los refugiados LGTBI que ayuda la organización ONG Rescate. Esa resiliencia caracteriza a gran parte del colectivo, como muy bien sintetiza Fangoria en Miro la vida pasar: “En plan travesti radical, le doy la espalda a cualquier muestra de tristeza....” Esa frase nos define muy bien a todos.
Recuerdo que, al empezar Presente/ Futuro la madre de una niña me contó que, al minuto de conocerla, ya se estaba riendo con su hija. La empatía es una herramienta de trabajo. Sé por experiencia propia lo vulnerable que se siente uno delante de una cámara. Para mí ese proceso de acercamiento a familias con niños trans fue muy significativo. Yo acababa de perder a mi madre después de sufrir un cáncer, y acercarme a esas familias tuvo algo de terapéutico, sentí que mi madre estaba conmigo en todo lo que había aprendido de ella: su sensibilidad, su empatía y su capacidad de conectar con la gente. Todo eso me ayudó mucho, y también pude reencontrarme con mi yo niño. Dejé de sentir vergüenza por haber sido un niño amanerado.
Su madre era coleccionista de arte. Mi madre tenía una gran sensibilidad e intuición y fue construyendo una colección muy vinculada a los intereses que íbamos desarrollando mis hermanos y yo en los planos artístico e intelectual. Ella nos descubría artistas y nosotros a ella... así establecimos una relación personal con artistas como Juergen Teller, Doug Aitken o Elena del Rivero, que me apoyó cuando di el salto de la arquitectura a la fotografía. Me dijo: “Hasta que no sea una obsesión y tengas tu casa o tu estudio lleno de fotos pegadas en las paredes, no harás nada bueno”... y así hemos estado viviendo mi pareja y yo los últimos seis meses.
¿En París? Decidimos mudarnos justo después de la pandemia. Se ha convertido en el centro de la moda, más si cabe, después del Brexit y la covid. Encontramos una casa y no nos lo pensamos. París es una ciudad increíble, llena de estímulos, aunque también dura. Te pega un par de bofetadas a la semana, pero compensa.
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