Ryan Tedder, autor de éxitos de Beyoncé, Adele y Taylor Swift: “Hay demasiada música y los artistas no se dejan aconsejar”
El compositor, que ha escrito ‘hits’ para Beyoncé, Adele, Taylor Swift o su propio grupo, los masivos OneRepublic, admite que los engranajes del negocio no le gustan, pero debe adaptarse
En sus primeros años de carrera, Ryan Tedder (Tulsa, Oklahoma, 44 años) se hizo popular en MySpace, ganó un concurso de talentos de MTV y batió récords de reproducciones en la radio. Hoy MySpace, MTV y la radio siguen existiendo, pero no gozan de la relevancia cultural de aquellos tiempos. Tedder y su banda OneRepublic han sobrevivido a tres o cuatro revoluciones en la industria discográfica y por eso es una de las estrellas del pop que mejor representa el paisaje cambiante del negocio de la música: supo entender a tiempo qué canciones funcionan mejor en el sistema de playlists de Spotify, ha vendido su catálogo musical a un fondo inversor por casi 200 millones de euros y ahora anda empeñado en descifrar el misterio de cómo viralizarse en TikTok.
Dado este olfato para adelantarse a las transformaciones del negocio, tiene sentido que Ryan Tedder fuese el invitado de honor en la inauguración en Madrid del UMusic Hotel, el primer hotel de Universal en todo el mundo. Ahora las discográficas también se meten en el mercado del turismo. El UMusic es un teatro-hotel que alberga el antiguo Teatro Albéniz y el antiguo Hotel Madrid, tras una faraónica remodelación interior que ha respetado el patrimonio histórico del edificio. La intención, según sus gestores, es potenciar la cultura local y el turismo madrileños: el primer espectáculo que se representará tras su inauguración será El fantasma de la ópera, a partir del 20 de septiembre.
Unos minutos antes de su actuación, Ryan Tedder pasea por la azotea del UMusic Hotel para contemplar las vistas: los tejados de Madrid, el reloj de la Puerta del Sol a escasos metros y las fachadas interiores del hotel decoradas con grafitis de Camarón o Amy Winehouse. Eso es todo lo que va a poder ver de la ciudad. “Vengo de Marrakech, donde se suponía que íbamos a actuar anoche pero, una hora antes de empezar, el gobierno canceló todos los eventos”, explica en referencia al terremoto que sufrió la ciudad marroquí el pasado viernes. “Mi banda sigue allí, así que después de actuar me vuelvo corriendo”.
Liderar OneRepublic es la faceta más conocida de Tedder pero no la más rentable. En 2006, la balada Apologize fue número 1 en MySpace. Un año después era la canción más descargada en la historia de iTunes y la más radiada en la historia de Estados Unidos, un récord que batió pocos meses después Bleeding Love de Leona Lewis, también compuesta por Tedder. Éxitos como Halo de Beyoncé, Rumour Has It de Adele, Burn de Ellie Goulding, Welcome To New York de Taylor Swift o Sucker de Jonas Brothers han llevado a Tedder a recibir títulos como “El rey del pop en la sombra” (según Billboard) o “El magnate más discreto de la industria” (según Rolling Stone). Resulta difícil pasar una semana en la Tierra sin escuchar al menos una composición de Ryan Tedder. Están en todas partes porque quedan bien en cualquier sitio: en las playlists de Spotify, en los hilos musicales de los centros comerciales o para subrayar los momentos más emocionantes de los programas de telerrealidad.
“Yo vengo de los CD, luego estuvimos en iTunes y ahora en Spotify. Y el algoritmo es el sistema más intrincado de los tres”, explica. “Tengo la suerte de que muchas de mis canciones, ya sean éxitos grandes, medianos o pequeños, funcionan bien dentro del sistema de playlist. Mi estilo encaja en la piscina, en el aeropuerto, en el gimnasio... mucha de mi música suena en clases de fitness”. Sus canciones nunca molestan, nunca desentonan y siempre levantan el ánimo con una mezcla de pop, country, Oasis y góspel en la que el estribillo siempre irrumpe con energía como una gran recompensa emocional. Su música ya sonaba a algoritmo antes de que se inventase el algoritmo.
Que Tedder se mueva como pez en el agua en el ecosistema del streaming no significa que le guste. Su amistad con el fundador y director general de Spotify, Daniel Eck, no le impide cuestionar un sistema que él considera imperfecto. “Antes solo hacía falta que un DJ en una emisora escuchase tu canción y dijera: ‘Estos tíos que nadie conoce han hecho una canción buena que quiero que la gente escuche’. Pero la prescripción ha muerto”, lamenta.
Si la prescripción ha muerto, la profesión de compositor tampoco anda en su mejor momento. “No se puede vivir de ello. Las discográficas ganan muchísimo dinero con el streaming pero el compositor, si coloca una canción en un disco pero no es single, no ganará un dinero decente”, señala. Aquí hay que sacar la calculadora: Spotify paga al compositor 0,0030 euros por reproducción (la mitad que Apple Music y una cuarta parte que Tidal), de manera que la canción más exitosa del año, Flowers, de Miley Cyrus, ha generado 433.000 euros a sus autores. La canción más escuchada en la historia de Spotify, Blinding Lights, de The Weeknd, ha generado algo más de un millón. Se estima que la canción más exitosa de hace 30 años, I Will Always Love You, de Whitney Houston, generó diez millones. Y la de hace 40, Every Breath You Take, de The Police, veinte millones.
En un reportaje publicado en Rolling Stone, Tedder expuso el desequilibrio con cifras concretas: su canción Stranger Things generó un millón para la discográfica pero solo 140.000 para sus autores. “Y algunos managers te exigen que si quieres que su artista cante su canción tienes que darle un 25% del crédito como compositor”, criticó.
“Antes, si colocabas una canción en un disco aunque no fuera single, recibías una parte proporcional de las ventas del disco. Eso te permitía seguir a flote, seguir trabajando. Entablabas relaciones con el departamento de A&R [artistas y repertorio], encargados de encontrar canciones para asignárselas al artista adecuado. Ese trabajo era importante y algunos A&R eran muy buenos. Los artistas contaban con la ayuda de un despacho lleno de profesionales con visión y buen gusto para identificar éxitos. Ahora las estrellas llegan al despacho de la discográfica con el disco terminado: ‘Este es el disco y este va a ser el primer single’. No se dejan aconsejar. Y los consejeros son necesarios”.
Según Tedder, solo hay “cuatro o cinco artistas en los últimos dos años” que han conseguido dos éxitos del mismo disco. El motivo es la saturación del mercado. “No creo que fuera la intención de Spotify, porque el objetivo de Daniel Eck era que toda la gente alrededor de todo el mundo tuviera acceso a toda la música del mundo. Es un objetivo bueno, puro. Pero la consecuencia es que ahora tienes 110.000 canciones publicadas al día. Lo que Spotify ha creado es un mar de artistas de un solo éxito. Antes surgían cuatro o cinco nuevos artistas de éxito cada año, ahora sale uno cada dos o tres años. Olivia Rodrigo es la última artista nueva en triunfar y hace tres años de eso. La razón es que hay demasiada música. La analogía que yo uso es esta: imagínate que el Guggenheim decide expandir sus paredes para que cualquiera que tenga acceso a internet pueda colgar sus obras en el museo. ¿Tienes un trozo de papel y un rotulador? Pues puedes exponer tus pinturas en el Guggenheim. Eso es lo que ha conseguido el streaming”, lamenta. Su mayor reto, explica, es que cada vez que saca una canción compite por la atención del oyente con todas las canciones de la historia.
Si los beneficios ya son escasos, ahora hay más gente con quien repartirlos. Rihanna fue la primera artista en recurrir a lo que Tedder denomina “fábricas de canciones”: un compositor escribe una introducción, otro una estrofa y otro el estribillo. Trabajan por separado, nunca llegan a conocerse y operan incluso en países distintos. “Me pone un poco triste, porque yo aprendí a componer canciones en solitario, que era como se hacía entonces. Luego, en 2010, descubrí que cada éxito musical tenía una media de cuatro compositores”, recuerda.
Tedder pone como ejemplo su última canción, Back For More. La compuso junto a su colaborador habitual, Tyler Spry, y el coreano Slow Rabbit. “Pero ahora se lanza un remix con Anitta, que está acreditada como compositora y además trae a su compositor y a los Drop Killers, un equipo de productores brasileños. Así que añadimos cuatro personas, solo para la segunda estrofa. Ahora hay siete compositores. Tú escribes la melodía y la letra con un compañero, luego alguien se une para montar la percusión y luego el artista trae a un equipo para escribir su parte. Muy pocos artistas aceptan canciones externas que no han escrito ellos. No sé si se sienten por encima de ello o creen que perjudica su imagen, pero antes había grandes artistas que si escuchaban una buena canción no les importaba no haberla escrito. Whitney Houston nunca compuso nada o Adam Levine y Frank Sinatra. Hay mucha política, te dicen que tienes que trabajar con su equipo y de repente hay cinco personas. A veces he compartido créditos con nueve o diez personas, no tiene sentido”.
Sin embargo, Ryan Tedder se muestra cómodo ante su conflicto entre trabajar como un compositor de los de antes y aprovechar todas las ventajas económicas que le brinda el nuevo sistema discográfico. Cuenta que ha recibido dos consejos que le han cambiado la vida. Uno se lo dio su abuelo en su lecho de muerte: “Encuentra un trabajo que harías gratis 40 horas a la semana”. Lo encontró. Pero eso no quiere decir que lo haga gratis, lo cual nos lleva al segundo consejo, el de un abogado de Michael Jackson: “Mete cada dólar que ganes con la música en el mercado inmobiliario”. Tedder tiene varias propiedades en Estados Unidos y ha invertido en diversos negocios, desde una marca de agua de cáñamo hasta una cadena de restaurantes de ensaladas.
Sabe adaptarse a los nuevos tiempos. En 2021 OneRepublic se convirtió en el primer artista en aceptar pagos con criptomonedas por las entradas de un concierto y Tedder vendió su catálogo al fondo de inversión KKR por 186 millones de euros porque, según explica, entendió que su música nunca iba a valer tanto dinero como en ese momento. Hoy confía en que todavía le quedan muchas canciones dentro como para construir un sólido catálogo nuevo de su propiedad. La primera es I Ain’t Worried, que arrasó el año pasado (fue la décima canción más escuchada del mundo) gracias a aparecer en la película Top Gun: Maverick y en todos los TikToks del planeta.
“Lo que se viralizó de I Ain’t Worried fue el silbido. No el estribillo. El silbido. Las personas somos sencillas, nos gustan las nanas desde que somos niños y hay elementos simples de las nanas que puedes incorporar a las canciones y que aumentarán tus probabilidades de viralizarte. Pero no garantizan nada”, asegura. A pesar de la falta de garantías, él no ha llegado hasta aquí dejando las cosas al azar: ha encargado a dos analistas un estudio de tres meses para descifrar la fórmula para que la comunidad de TikTok elija 15 segundos de tu canción para ambientar sus vídeos.
“Una vez terminé mi última canción, cambié la introducción para que sonase más tiktokera”, confiesa. “Tik Tok es la MTV. En los tiempos de MTV si no estabas en la MTV no existías. Hoy pasa lo mismo con TikTok. Lo único que importa es viralizarse. Pero viralizarse es como ganar la lotería y no puedes hacer una estrategia para ganar la lotería. ‘¿Qué haces hoy? Voy a comprar un décimo de lotería ganador, ese es mi trabajo ahora’. Pero al final, la canción importa. Y la canción tiene que ser fantástica”.
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