“Iba 30 años por delante”. ‘El gran libro de Cuttlas’ rescata a un personaje clave del cómic español
Un volumen de 700 páginas celebra por todo lo alto al personaje más célebre de Calpurnio, visionario dibujante fallecido hace un año
Las últimas páginas de El País de las Tentaciones, referente de las tendencias y todo lo moderno para una amplia generación de lectores, fueron durante años territorio reservado a las viñetas de Cuttlas. Se trataba de un vaquero existencialista de esquemático diseño que, merced a la imaginación desbordante de su creador, Calpurnio, recorrió millones de kilómetros en una epopeya en el espacio y la mente. ...
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Las últimas páginas de El País de las Tentaciones, referente de las tendencias y todo lo moderno para una amplia generación de lectores, fueron durante años territorio reservado a las viñetas de Cuttlas. Se trataba de un vaquero existencialista de esquemático diseño que, merced a la imaginación desbordante de su creador, Calpurnio, recorrió millones de kilómetros en una epopeya en el espacio y la mente. Estos días se cumple un año de la muerte del dibujante, y se celebra su talento a través de El gran libro de Cuttlas (Reservoir), volumen de más de setecientas páginas con una selección de entre las 2000 historietas que protagonizó el vaquero.
Calpurnio, alter ego del aragonés Eduardo Pelegrín, comenzó a publicar las aventuras de Cuttlas en el fanzine zaragozano El Japo a principios de los años ochenta. Fue el inicio de una odisea editorial que llevaría al personaje a revistas como Makoki y El Víbora y periódicos como El Heraldo de Aragón, El País, 20 Minutos o Valencia Plaza. En El País, además, este cowboy de muchas vidas pasó de un suplemento infantil, el Pequeño País, al medio que se propuso llevar la vanguardia y el zeitgeist a un público masivo, El País de las Tentaciones.
Un cambio de público que el divulgador y profesor titular de la Universitat de València Álvaro Pons, responsable de la selección de material para El gran libro de Cuttlas y amigo próximo a Calpurnio explica porque Cuttlas “cumple a la perfección lo de ser para niños de 9 a 99 años, que es lo que decían los tebeos antiguos de la editorial Bruguera. Es una serie de monigotes que hacen cosas divertidas, con lo cual un niño pequeño lo lee y se parte de risa, pero luego empiezas a sacarle capas y te das cuenta de los guiños, de los juegos narrativos y de la filosofía que hay detrás de muchas páginas”, afirma, para concluir que cualquiera que lo lea “va a encontrar una lectura diferente de la misma página, y esto te lo da esa riqueza de capas y de posibilidades de lectura que están ahí para el que las quiera sacarlas”.
Un vaquero en Tentaciones
“No me imagino a nadie que no le guste Cuttlas”, asegura Vicente Jiménez, director del diario As, que estaba al frente de El País de las Tentaciones cuando la creación de Calpurnio empezó a aparecer en sus páginas. “Hay cómics que te gustan y otros que no; que te gustan los personajes, pero no te gusta el guion. Pero Cuttlas era perfecto. Y era perfecto para Tentaciones, porque al personaje lo querías al momento de leerlo, y nosotros siempre intentamos que la gente tuviera una relación muy cercana y muy positiva con la revista”, asegura.
Jiménez recuerda cómo a la redacción de Tentaciones le encantaba Cuttlas: “nos daba mucha envidia que estuviese en El Pequeño País y, cuando dejó de publicarse allí, vimos una oportunidad perfecta”, rememora. “Teníamos una sección de crítica de cómic que nos hacía Ramón de España, y acarreábamos la comezón de incorporar un cómic, de tener un dibujante que se consolidara en la revista y que, de alguna manera, le diera personalidad”.
La presencia del vaquero de Calpurnio entre actores, diseñadores y estrellas del indie se asimiló rápidamente, quizás por el propio carácter outsider de la obra y, sin duda, por la clara vocación de su autor de encontrar su sitio en los medios de masas. “Calpurnio siempre defendió que el cómic tenía que estar en la prensa y, por eso, siempre vinculó Cuttlas a la prensa, lo veía como una página dominical o una plancha diaria, como algo vinculado al consumo efímero”, subraya Álvaro Pons.
Para Vicente Jiménez, había algo más allá de las afinidades personales y admite que, aunque el sucesor de Cuttlas en la publicación, el Alter Rollo de Mauro Entrialgo era “un personaje más afín a la revista, de rollo rocanrolero madrileño, que iba por las tiendas de discos y los bares”, Cuttlas enlazaba con algo fundamental de Tentaciones. “Siempre quisimos mantener La capacidad de sorprender, y creo que ese fue uno de nuestros éxitos. Nadie se esperaba un producto así. EL PAÍS siempre ha sido un periódico con mucha barba y muy solemne, y nosotros nos inventamos un producto descacharrante que incumplía el Libro de estilo de la primera a la última norma”.
El exdirector de El País de las Tentaciones recuerda que la relación con Calpurnio era “muy sencilla”. “La página llegaba, llegaba y se publicaba, no era como por ejemplo la relación que hay en EL PAÍS con Peridis u otros dibujantes, mas vinculada a la actualidad”, subraya. “Yo habría seguido publicando Cuttlas hasta hoy”, asegura, tras rememorar cómo el día que llegaba la página a la redacción “era una fiesta, todo el mundo quería verla”.
Una voz de vanguardia
Calpurnio decidió cerrar la etapa Tentaciones de Cuttlas para centrarse en otros proyectos. A lo largo de los años, llevó al vaquero al terreno de la animación y exploró otras facetas creativas como dj y videoartista. “Calpurnio fue video dj antes de los video dj e hizo experimentación de collage antes que nadie. Recuerdo el Proyecto X, que era con imágenes de videocreación y con imágenes creadas digitalmente, pero estamos hablando de los años noventa, cuando prácticamente no había ni ordenadores en los sitios. Él estuvo muy por delante siempre tenía, una curiosidad absolutamente brutal por todo lo que estaba llegando”, recuerda Álvaro Pons,
Todo ese afán de explorar ya viajaba, recuerda el divulgador, en las propias páginas de Cuttlas.: “todas estas inquietudes se van viendo, la llegada del ordenador y de lo digital van a apareciendo en sus viñetas. El interés por la video creación por ver otras posibilidades está en la serie. En un momento dado, él pasa a hacer las animaciones, porque piensa que hay otras formas de contar las historias de Cuttlas”.
Álvaro Pons recuerda que esa metamorfosis está representada de alguna manera en las muchas muertes del personaje. “Calpurnio no deja Cuttlas en ningún momento, no desaparece nunca de la creación. Calpurnio es Cuttlas, y Cuttlas es Calpurnio”, reflexiona el divulgador, que se muestra convencido que la muerte del dibujante nos ha privado de una visión creativa diferente sobre el uso de la inteligencia artificial: “No a nivel de generar imágenes, sino a nivel de utilizarla realmente, de conseguir hacer cosas él”.
Un proyecto muy personal
El gran libro de Cuttlas surge de la voluntad de homenajear a uno de los autores más brillantes de la historieta española y, a la vez, de un proyecto que él mismo dejó inconcluso. “Antes de la pandemia estuvimos trabajando juntos en un proyecto que me propuso, El libro gordo de Calpurnio. Era un recopilatorio de todo lo que había sido él como artista”, cuenta Pons. “Yo le estaba haciendo textos, ayudándole a coordinarlo, y llegó la puñetera enfermedad”, relata. Y explica que, cuando falleció el dibujante, “la editorial me llamó para hacer algo y salió la idea de un integral de Cuttlas, pero creo que no eran conscientes de que había 2.000 páginas, y me pidieron hacer una selección. Tuve acceso a todo lo todo el material digitalizado que tenía Calpurnio a través de Ana, su viuda. Gracias a ello, ha sido todo no más fácil, pero sí más rápido”.
Para Álvaro Pons, la responsabilidad a la hora de que El gran libro de Cuttlas fuese lo mejor posible era doble, por el compromiso emocional con un artista que era, además, amigo, y por la necesidad de poner en valor su obra. “Tenía que mostrar cómo el personaje era un reflejo de las inquietudes de Calpurnio. Y tenía que demostrar que era un genio del cómic”, señala. Y lo hizo, subraya, buscando una selección cronológica: “Aparece la ciencia; evidentemente los indios y vaqueros; el cine… están todos los temas recurrentes. Y luego, por último, lo que sí que busqué son todas aquellas páginas que, desde mi criterio puramente personal, me parecían absolutamente maravillosas”.
Una tarea nada fácil la de bucear en la ingente producción de un autor que, recuerda Álvaro Pons, aún tiene por recopilar casi 1.400 páginas de Cuttlas, más todo el trabajo que hizo ajeno al personaje. El divulgador, destaca cómo el de Calpurnio está a nivel de nombres como Chris Ware en el medio del cómic. “Pocos han experimentado tanto como él”, señala. “Es muy difícil meterse en la mente de alguien que es capaz de estar 20 años o 30 años por delante de lo que estamos viendo ahora. Estoy seguro que todas estas cosas que nosotros estamos viendo hasta con miedo, él las cogería y las utilizaría para lograr algo nuevo y algo diferente con su capacidad creativa siempre pasmosa”.
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