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Partirse la camisa: por qué algunos hombres exhiben el torso para expresar su furia

Un concursante de ‘La isla de las tentaciones’ se ha arrancado la camisa para expresar su ira al ver a su novia con otro. El momento se ha hecho viral, pero en realidad perpetúa un gesto que obedece a ciertas competiciones deportivas y la masculinidad más tóxica

El futbolista Jack Redden con la camisa arrancada durante una pelea con los rivales durante un partido en Brisbane, Australia, en 2020.
El futbolista Jack Redden con la camisa arrancada durante una pelea con los rivales durante un partido en Brisbane, Australia, en 2020.Jono Searle/AFL Photos (via Getty Images)

La camisa que se partía Camarón en Soy Gitano ha encontrado su homenaje televisivo en La Isla de las Tentaciones. La octava temporada del espacio de Mediaset que ha convertido la toxicidad extrema en espectáculo ha tenido ya un momento icónico y carne de meme gracias a Montoya, un sevillano que en la hoguera del show ha protagonizado un estallido de furia al ver a su pareja irse a la cama con otro hombre. Los participantes de este reality show no suelen tener pudor a la hora de exhibir bíceps, bronceado y torsos (dadas sus horas de gimnasio no tendrían por qué), pero sí a la hora de destapar sus emociones. Tal vez eso tenga que ver con el gesto de este concursante al ver que su novia se iba con otro no sólo ante su atónita mirada, sino ante la de sus compañeros y ante la audiencia: arrancarse la camisa a gritos.

Captura del momento en que Montoya, de 'La isla de las tentaciones', se arranca la camisa a gritos.
Captura del momento en que Montoya, de 'La isla de las tentaciones', se arranca la camisa a gritos.

“Ese tipo de reacciones suele estar vinculadas a la falta del honor relacionada con una mujer, bien sea su pareja, su madre o su hermana, es decir, su propiedad. También se hace para defender un insulto al honor y ante la duda de la propia masculinidad. Para atajar esa duda, bien sea porque se ha dudado de su valentía, fortaleza o heterosexualidad, se hace gala de virilidad y se intenta recuperar la performance de la masculinidad para ser tratado como un igual a través del uso de la violencia”, explica a ICON Fernando Herranz Velázquez, doctor en Estudios de Género y componente del Observatorio de las Masculinidades de la Universidad Miguel Hernández de Elche (UMH). Añade que la expresión de la ira es una de las expresiones emocionales permitidas en la performance de la masculinidad hegemónica, que está además enraizada ideológicamente en la estructura del propio corpus al estar relacionada con la defensa del honor de género.

Los hombres que se arrancan la camisa en un arrebato de ira son un clásico en la cultura popular. Más allá de La isla de las tentaciones, hay momentos virales en formatos como el reality Vanderpump Rules (que en España se puede ver en Netflix y HayU), cuando uno de sus miembros se arranca con violencia la camisa en un aparcamiento para pelear, mientras que en Jersey Shore (clásico de MTV) uno de sus participantes se arrancaba con asiduidad la camisa cada vez que un hombre se acercaba a su pareja (y eso en las pocas ocasiones en las que vestías una). En realidad la idea del hombre furioso y luchador semidesnudo está establecida de manera perenne a través del cine (esas peleas de Jean Claude Van Damme en toalla que han satisfecho tanto la retina del aficionado a la acción como la de mujeres y homosexual aficionados a la carne) y de los videojuegos (no había mucha ropa en los luchadores masculinos de videojuegos como Street Fighter). En realidad, la estampa viene del mismo ring de boxeo y ahí el hecho de que los luchadores no cubran su torso obedece a reglas deportivas que tienen que ver con la movilidad, la visión de los árbitros, la comodidad. También la tradición: si el combate se ejerce con el cuerpo, el cuerpo va desnudo.

La ira descamisada

La filosofa Elisabeth Badinter explicó que la identidad masculina se define por oposición a lo que es femenino. “El hombre, para hacer valer su identidad masculina, debe convencer a los demás que no es una mujer, que no es un bebé y que tampoco es un hombre homosexual. La masculinidad necesita moldearse y demostrarse constantemente”. Cesc Laporta, experto en masculinidades y cofundador de El taller, explica que, en contraposición a lo femenino, “a los hombres se les permite expresar socialmente la ira o la rabia. Así, un hombre que construye su masculinidad adecuándose al modelo de masculinidad hegemónica, niega y castra, cuando las siente, aquellas emociones que se consideran negativas o que afectan a su imagen de fortaleza y seguridad, como son la tristeza, el dolor y el miedo”, asegura. En vez del llanto, la explosión. Y sin camiseta, como los boxeadores.

Jean-Claude Van Damme peleando sin camiseta en 'Libertad para morir' (1990).
Jean-Claude Van Damme peleando sin camiseta en 'Libertad para morir' (1990). Archive Photos (Getty Images)

Esa ira es leída socialmente como una señal de hombría. “El hombre que expresa ira acaba recuperando esa validación externa de su masculinidad. En el caso de Montoya, de La isla de las tentaciones, cuando siente emociones no permitidas como la tristeza o el miedo, puede sentir que está fallando como hombre. Un hombre de verdad no siente todo eso. Su frase literal es: ‘No me apetece ni llorar, ni berrear, ni nada’, que curiosamente es precisamente lo que parece necesitar”, añade.

Ulixēs Fernández García, antropólogo social y cultural, explica que “mostrar el torso desnudo puede simbolizar poder físico y disposición para el enfrentamiento, además de proyectar una imagen intimidante hacia los demás. Este gesto puede rastrearse en prácticas de ritualización de la agresión en distintas culturas a lo largo de la historia. Por ejemplo, en la antigua Roma, despojarse de la túnica era parte de la preparación para el combate. En un contexto contemporáneo, esta acción también puede interpretarse como una forma de atraer la atención o reforzar un sentido de dominio en situaciones de tensión y de ligoteo para atraer a una persona del sexo contrario o del mismo, si este sigue los roles de género”.

Muhammad Ali durante un combate con Sonny Liston en 1965.
Muhammad Ali durante un combate con Sonny Liston en 1965.Bettmann (Bettmann Archive)

Añade que arrancarse la camisa funciona también como un acto performativo que dramatiza la intensidad del enfado, simbolizando la ruptura con las normas sociales que exigen autocontrol y compostura. “Este gesto ha sido perpetuado en los medios de comunicación, como el cine y los cómics, donde se convierte en una señal de desafío y poder”, matiza. Por último, en términos prácticos, quitarse la camisa (volvemos a las reglas deportivas) puede evitar que el oponente la use como una ventaja durante una pelea, como agarrarla para inmovilizar al contrincante.

El alarde del torso cincelado

¿Pero puede arrancarse cualquier hombre la camisa? Por supuesto, y lo hacen, pero el gesto es más bienvenido si lo que hay debajo obedece a ciertas reglas sobre la belleza normativa masculina. “Ahora tienes que quitarte la camisa y demostrar que tienes aproximadamente un 0,6 por ciento de grasa corporal”, bromeaba Kate Casey, presentadora del podcast Reality Life, en una entrevista con Mel Magazine. Matizó también que este comportamiento es mucho más habitual entre hombres heterosexuales y señaló que en el reality Finding Prince Charming, en el que todos los participantes son gais, nadie se embarcó jamás en este tipo de peleas descamisadas. “Se trata más bien de superar a alguien con ataques verbales y juegos de palabras, mientras que para los hombres heterosexuales, todo se reduce a: tengo menos grasa corporal y mi pecho está más cincelado que el tuyo”.

Dos luchadores de sumo en Japón en 1924.
Dos luchadores de sumo en Japón en 1924.Underwood Archives (Getty Images)

“Ante una pelea, el mecanismo de quitarse o romper la camiseta cobra otra dimensión más relacional. Se enmarca en los códigos de relación masculinos, basados en la violencia. Se espera de los hombres que compitan entre ellos, que se relacionen a través de la burla, la humillación o el desafío, compitiendo a ver quién es más hombre. Hay que competir, hay que ganar y ser el más fuerte. No hay lugar para el segundo. Y si es necesario, hay que hacerlo a través de la violencia física”, asegura Laporta.

Pero quitarse la camisa en público no es sólo un gesto con el que algunos hombres expresan su ira, también un privilegio. “Es un privilegio de los hombres, ya sea en una tarde calurosa en medio de la ciudad, en el gimnasio, haciendo running o como demostración de poder ante una situación violenta. Y es un privilegio porque otros hombres no permitirían a una mujer que hiciera lo mismo, pues la sexualizarían y acosarían en cuanto lo hiciera”, matiza Miguel Lázaro, especialista en masculinidades por la Universidad Miguel Hernández (UMH) de Elche. “

“El torso masculino no está censurado y está bien visto, mientras que el femenino lo está por la sexualización que encarna en el pensamiento heterosexual normativo de la masculinidad y del patriarcado como objeto de deseo y placer”, remata Fernando Herranz Velázquez. “El masculino se relaciona con esa expresión física de la fuerza basada en la corporalidad del cuerpo esencial en la construcción de la masculinidad, pero es más fácil en un cuerpo normativo que pueda encarnar ese ideal de la masculinidad hegemónica. Uno no normativo pocas veces se enseña en alarde de viralidad, si no como mofa”.


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