El genio y la locura de Jared Leto, un actor capaz de cualquier cosa por su próximo gran papel
Está el “método” y luego está lo que hace este actor: maltratar su cuerpo, enemistarse con sus compañeros o vivir durante semanas en las calles inyectándose agua como si fuera heroína. Está por ver cómo afrontará su próximo gran papel, el de otro de los grandes raros contemporáneos: Andy Warhol, nada menos
En una reciente entrevista, Jared Leto ha querido quitarle hierro a su fama de actor de método, una técnica que consiste en transformarse físicamente, no salir de personaje entre tomas y someter al cuerpo a sufrimientos extremos. El objetivo, compartido con estrellas como Brando, De Niro o Di Caprio es, además, dignificar su profesión mediante el sacrificio. “Aprecio el término, pero la definición es un tanto difusa y puede resultar muy pretenciosa”, aseguró en Variety. “Sí, considero que mi trabajo es presentarme en el set preparado, pero también hacer del rodaje una experiencia placentera y colaborativa”. Esto último habría que preguntárselo a sus compañeros de reparto.
Jared Leto recibió su educación en una comuna jipi nómada (vivió en diez ciudades distintas durante su infancia) y llena de artistas. Su madre era trapecista y su padre, tras abandonar a su familia por otra mujer, se suicidó cuando Jared tenía ocho años. De pequeño solo contemplaba dos opciones profesionales para su futuro: artista o camello. A los 20 años recorrió Estados Unidos de costa a costa -años después lo definiría sin ironía como “un viaje homérico”– hasta recalar en Hollywood. Sus primeros papeles lo postulaban como un ídolo adolescente, tenebroso pero guaperas: el Jordan Catalano de la serie Es mi vida, el novio de la protagonista de Leyenda urbana. Sin embargo, enseguida Leto empezó a experimentar con su propia imagen.
En El club de la lucha interpretó a Cara de Ángel, un chaval cuya belleza era tan insoportable que Edward Norton deseaba destrozarle el rostro a puñetazos (lo hacía). El director David Fincher llegó a tirarle sillas durante el rodaje de las peleas y Leto se partió tres costillas. En American Psycho era un yuppie tan triunfador que Christian Bale deseaba asesinarlo con un hacha (lo hacía). Pero el primer contacto de Jared Leto con el método fue en Réquiem por un sueño.
Para interpretar a un chaval adicto a la heroína, Leto pasó varias semanas durmiendo en la calle junto con vagabundos e inyectándose agua para pasar desapercibido y “no incomodar a los demás drogadictos”. “Cada noche era una aventura. Alguien se pinchaba mal y acababa con la mano infectada, o alguien decía: ‘¿Recordáis aquella chica con la que estuvimos la otra noche?, ¡pues está muerta!’. Me robaron una noche, pero yo solo intentaba integrarme en el grupo”, recordaría el actor.
Para someter a su cuerpo al síndrome de abstinencia, el actor renunció al sexo durante dos meses antes del rodaje (en aquel momento estaba prometido con Cameron Diaz, con quien rompería en 2003 sin llegar a casarse) y bajó de 69 a 56 kilos mediante una dieta de verduras crudas. Algunos días solo comía medio pepino. “Sentía que eso me ayudaría a comprender a mi personaje. Y creo que lo conseguí “, explicaba Leto, quien se disculpó públicamente con su compañera Jennifer Connelly porque estaba tan metido en su personaje que llegó a odiarla. El actor también confesaba que se desmayó varias veces durante el rodaje, que se le deterioró el hígado y que llegó a tener alucinaciones. Pero también aseguraba que ese dolor le recompensaba con momentos de éxtasis y serenidad absoluta.
Al terminar el rodaje Leto había desarrollado una “adicción a adelgazar”. Se sentía tan culpable cada vez que comía que se rapó la cabeza y se mudó a un monasterio en Portugal para recuperar su peso comiendo patatas y pescado. “Fue un rodaje difícil, doloroso y miserable. Y fue lo más gratificante que he hecho en mi vida”, concluyó.
Durante la promoción en 2004 de Alejandro Magno, en la que interpretaba a Hefestión (el amante del rey macedonio), el actor flirteó con un periodista de la revista gay Advocate durante una entrevista. Le tocó un pezón y le dijo: “Sé que soy gay. Debo de ser gay. Porque acabo de tocarte el pezón”. En un comunicado posterior, su publicista aclaró que no es homosexual. En 2006, el actor pasaba horas cada día arrancándose el pelo de la cabeza (cabello a cabello) para conseguir una imagen convincente del asesino real al que interpretó en Corazones solitarios. Al año siguiente, engordó 30 kilos para interpretar a Mark David Chapman, el asesino de John Lennon.
Esta vez el método consistió en beber helado derretido con aceite de oliva y salsa de soja. La drástica subida de peso le provocó una gota que lo dejó en silla de ruedas durante el rodaje porque sus tobillos no soportaban el peso de su cuerpo. Al terminar, compensó con una dieta de siete semanas en las que solo se alimentó de agua, limón y cayena perdiendo 10 kilos en los primeros diez días. Pero su cuerpo tardaría un año en recuperarse del todo. “Fue una estupidez”, admitiría durante una entrevista en The Guardian años después, quizá decepcionado por lo desapercibida que pasó El asesinato de John Lennon entre crítica y público. “Me dio gota y me subió el colesterol tanto en tan poco tiempo que el médico me recetó Lipitor, un medicamento para ancianos. Eso sí, fue un viaje fascinante. Era muy importante para el papel y cambió la forma en la que caminaba, hablaba y me trataban los demás”. Tras este rodaje, Leto se apartó del cine durante cinco años para centrarse en su carrera musical como líder del grupo 30 Seconds To Mars.
En cierto modo, también abordó este rol mediante la técnica del método: se comportó como una estrella del rock hasta que lo consiguió. Compuso himnos para estadios hasta que su banda tocó en estadios y escribió letras con mensajes mesiánicos hasta que sus seguidores veneraron al grupo. En sus inicios como músico, le preguntaron si preferiría ganar antes un Grammy o un Oscar y él dio la respuesta que cabría esperar de una estrella del rock: “Me importan una mierda ambos”.
Durante los retiros en el desierto con sus fans, The Echeleon (así los llama Leto), visten de blanco, meditan, conectan con la naturaleza, recitan proverbios en latín y celebran rituales para dar la bienvenida a nuevos integrantes (que solo pueden ingresar en el grupo con el beneplácito de al menos dos miembros veteranos). Los precios por dos días de estancia oscilan entre los 650 y los 5.300 euros. Conocer a los integrantes de 30 Seconds To Mars tras un concierto cuesta hasta 700 euros (por dar perspectiva: Rihanna cobra 100 euros y Taylor Swift lo hace gratis). Leto define a sus fans como “creyentes”. Desde el escenario de sus conciertos, la banda proyecta imágenes de Mandela, Luther King o Gandhi con letras del tipo: “Creo en la luz, levanta las manos al cielo. La lucha ha terminado, la guerra ha sido ganada, levanta tus manos hacia el sol”. En 2014, el grupo entró en el Libro Guinness con la gira más extensa en la historia del rock. Pero esta no es la principal fuente de ingresos de Leto: tiene acciones en más de 60 empresas tecnológicas, incluidas Uber, Snapchat, Spotify, AirBnB o Reddit.
En 2013 regresó al cine con Dallas Buyers Club, donde interpretaba a Rayon, una mujer transgénero enferma de sida y drogadicta. Cuando el director Jean-Marc Vallé se citó con Leto, este apareció ya como el personaje e intentó seducirlo. El actor adelgazó hasta los 50 kilos, se depiló el cuerpo entero (incluidas las cejas) y trató de vivir como una mujer durante varios meses. Él lo definía como un “compromiso físico” con el personaje. “Cuando iba al supermercado me dedicaba solo a mirar la comida y la gente reaccionaba con rechazo, juicio y crueldad. No sabían quién era o qué era, pero sabían que no les gustaba lo que veían. Eso me ayudó a convertirme en Rayon”, explicó. Su compañero Matthew McConaughey se sumó a la técnica y, metido en su personaje de cowboy homófobo, le gritaba frases como: “Cuando te veo el culo no sé si darle una patada o follármelo”.
En el estreno de la película, el director, el productor y los demás actores aseguraron que aquella noche habían conocido a Jared Leto por primera vez. Todo el equipo alabó el compromiso del actor con su personaje y Hollywood lo coronó con un Oscar. Leto definió en la edición estadounidense de GQ la campaña de premios como “una montaña rusa maravillosa”.
En 2014 se anunció que el siguiente proyecto de Jared Leto sería interpretar al Joker en El escuadrón suicida. Y él se compró una casa digna de la guarida de un supervillano: una base aérea del ejército estadounidense abandonada, de 9.200 metros cuadrados y muros de 1,2 metros de grosor, donde se efectuaron ensayos atómicos y, según algunas teorías conspiratorias, se rodó el alunizaje de Neil Armstrong. El espacio tiene 50 habitaciones e incluye un gimnasio, una piscina, una torre de control, una serie de sótanos que se adentran varios metros bajo tierra, una sala de cine, un refugio nuclear y una guillotina. En una ocasión entró un intruso y Leto tardó un día en enterarse.
El actor ha cubierto las paredes de la mansión con obras de arte (sobre todo, de Banksy) y las mesas con libros de Platón, Stephen King o el Guinness donde figura su récord con 30 Seconds To Mars. Con esta residencia, Jared Leto consumó la inmersión en su papel definitivo: el de artista extravagante. Sus aforismos, sin embargo, a menudo suenan más como los de una participante de Miss Universo. Ahí van unos cuantos ejemplos... “La persona a la que más admiro es Stephen Hawking, un gran ejemplo de triunfo ante la adversidad”; “mi superpoder sería eliminar del mundo la avaricia”; “mi peor hábito es la persecución implacable de la perfección”; “mi libro favorito es El guardián entre el centeno”; “mi placer culpable es el arte”.
A la hora de enfrentarse al Joker, un personaje icónico que llevó a Heath Ledger al abismo de la locura, Leto se preparó viendo vídeos de violencia real hasta sentirse cómodo con ella. Pero cuando empezó el rodaje su proceso transformativo se limitó a gastar bromas más propias de un adolescente que de un anarquista: en vez de acudir a los ensayos, envió a un mensajero para que tirase un cerdo muerto sobre la mesa de la lectura de guión y mandó a sus compañeros cajas con balas y consoladores anales (a Will Smith), una revista porno con las páginas pegajosas (a Adewale Akinnuoye-Agbaje) y una caja con una rata viva dentro (a Margot Robbie). Y al resto del reparto, condones aparentemente usados.
“Hice todo eso para crear una dinámica, un elemento de sorpresa y espontaneidad. El Joker no respeta ni el espacio personal ni las barreras”, aclaraba Leto. El director David Ayer, quien durante los ensayos animaba a sus actores a darse puñetazos, celebró la entrega de Jared al papel. El actor Jay Courteney consideró que su dedicación había sido “increíblemente generosa” para los demás intérpretes. Viola Davis, sin embargo, contó que cuando por fin conoció al auténtico Jared Leto (una vez había terminado el rodaje, claro) llevaba un spray de pimienta en el bolso.
Por supuesto, cuando interpretó a un invidente en Blade Runner 2049, Leto se pasó varias semanas con lentillas opacas. “Había escuchado historias de cómo Jared se transforma en sus personajes”, contó en The Wall Street Journal el director Denis Villeneuve. “Pero no estaba preparado para verle entrar sin ver nada. Caminaba despacio, ayudado por un asistente. Era como ver a Jesucristo entrando en un templo. Fue un momento sagrado. Se me saltaron las lágrimas. ¡Y solo era una prueba de cámara!”.
“No debería hablar jamás sobre [el método], porque no lo hago para hablar sobre ello. Lo hago para mí”, se ha justificado el actor. “Yo trabajo como me da la gana. Si a alguien no le gusta, puede besarme el trasero”. Leto también bromeaba con que quizá recurría al método porque en realidad no tenía suficiente talento. Lo que no le hizo tanta gracia, según contó la publicación especializada en cine The Hollywood Reporter, fue enterarse del proyecto de Joker con Joaquín Phoenix. Intentó bloquear la película y, cuando sus representantes no lograron detener el proyecto, los despidió. Aunque se ha confirmado que interpretará al Joker en la nueva versión de La liga de la justicia, Leto no aparecerá en la secuela de El escuadrón suicida. Entre otras cosas porque su director, James Gunn, insinuó en Twitter que Leto tiene predilección sexual por las chicas menores de 18 años.
En agostó Jared Leto confirmó que su siguiente papel será el de Andy Warhol. Y lo hizo mediante una descripción en la que podría perfectamente estar hablando de sí mismo: “Su mayor obra de arte fue él mismo. Él se transformó en quien soñaba ser. Fue un enigma creado por sí mismo”.
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