“Liberal”: una palabra con perfume
La idea actual en español entronca con la primera fase del liberalismo (siglos XVII y XVIII), cuando este movimiento se caracterizaba por la tolerancia religiosa y el individualismo
La palabra “liberal” prestigia cuanto toca porque desde el latín lleva dentro los cromosomas de liber, libera, liberum, la idea del ser libre de la que nace la abstracción libertas, libertatis: libertad.
Aquella base latina dio en inglés liberalism; en francés, libéralisme; en alemán, Liberalismus; y en italiano y en español, liberalismo. Y con esos significantes se nombró en cada idioma la doctrina que defendía la libertad en el terreno político.
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La palabra “liberal” prestigia cuanto toca porque desde el latín lleva dentro los cromosomas de liber, libera, liberum, la idea del ser libre de la que nace la abstracción libertas, libertatis: libertad.
Aquella base latina dio en inglés liberalism; en francés, libéralisme; en alemán, Liberalismus; y en italiano y en español, liberalismo. Y con esos significantes se nombró en cada idioma la doctrina que defendía la libertad en el terreno político.
La idea actual de “liberal” en español entronca con la primera fase del liberalismo (siglos XVII y XVIII), cuando este movimiento se caracterizaba por la tolerancia religiosa, por el individualismo y por la teoría de que la búsqueda del bienestar propio conduce al bienestar común. Una concepción a la que se opondría más tarde la visión estatista (socialdemócratas, socialistas, comunistas…) que propugna una preponderante intervención del Estado en la economía, frente al papel residual y la escasa fiscalidad que éste debería tener según los primeros liberales.
En Estados Unidos, sin embargo, la evolución de “liberal” (el significante coincide en español y en inglés) se desvió hacia 1930 por otros derroteros, seguramente para evitar la entonces desprestigiada palabra “socialista”, cuyo lugar ocupó; porque allí liberal se refiere ahora a quien muestra posiciones progresistas basadas en la primigenia idea sobre la libertad de los individuos pero compatible con una mayor presencia del Estado en la economía. Esas posiciones incluyen el apoyo al divorcio, al aborto, a la homosexualidad, a la teoría de Darwin… Y también hoy en día, por ejemplo, a la ayuda sanitaria estatal a la población desfavorecida. En definitiva, es lo que en Europa se considera progresismo o socialdemocracia.
Sin embargo, el norteamericano Michael Walzer publica un texto en Ideas en el que incorpora a “liberal” una vieja acepción acuñada en el término inglés liberal: tolerante. Los republicanos también podrían ser liberales, pues un liberal es quien no ocupa todo el espacio disponible, quien deja un lugar a los demás. Hay “republicanos liberales”, dice Walzer, que defienden una sociedad pluralista, un sistema judicial independiente, una democracia constitucional, el respeto a los otros. Porque los seres razonables, como señaló el filósofo liberal John Locke, sostienen sus opiniones con cierta dosis de duda.
Un liberal sería así, en la visión de Walzer, la persona con la que se pudiese dialogar fácilmente.
Y a eso podría ayudar, desde luego, que el otro interlocutor fuera también una persona liberal.