La salud mental es una tarea colectiva
Poner el foco solo sobre los individuos niega la capacidad de la sociedad para generar salud o desencadenar enfermedad
Miedo, preocupación, pánico, incertidumbre, urgencia. Son términos que definen a la ansiedad clínica, que, un año después del inicio de la pandemia, experimenta un 15% de la población española, según el CIS. De acuerdo con los últimos datos del Ministerio de Sanidad, la ansiedad en la población española aumentó del 6% al 15% desde marzo de 2020. Al menos cinco millones de personas afrontan cada día su presencia constante.
Es poco probable que usted haya tenido ansiedad el último año si sintió que, a pesar de todo, controlaba su vida diaria. Esta sensación provenía seguramente de la certeza de que tenía los recursos económicos necesarios para afrontar la adversidad. Por ejemplo, no le preocupó que la continuidad de la educación de sus hijos en el hogar le quitara horas de teletrabajo porque pudo contratar a una canguro para cubrir esa actividad. El confinamiento fue para usted una cuestión de quedarse en casa y esperar. Ahora bien, si usted era esa canguro, la probabilidad de que haya tenido ansiedad es alta. Puede ser que se asociara a que acababa de perder su trabajo habitual. O a tener que dejar solos a sus propios hijos en casa. O a temer por su salud al coger el metro en plena ola de contagios. O por el aislamiento forzado al llegar a casa para no poner en riesgo al resto de la familia. Está claro que usted no tuvo ningún control de su vida diaria, ni libertad para elegir, ni tiempo que esperar.
Cualquier persona puede, potencialmente y a lo largo de toda su vida, tener un problema de salud mental. Tras décadas de investigación científica, sabemos que todos cargamos con algún tipo de riesgo genético que puede implicar enfermedad mental. Lo que nos diferencia es el peso de las adversidades con las que lidiamos (llámense confinamiento, trabajo precario, situaciones de violencia o estrés) y los recursos que tenemos para enfrentarlas. Solo si reconocemos estas diferencias podremos avanzar hacia un sistema de salud más eficiente.
Es crucial desarmar el mito de que una sola persona puede generar espontáneamente un cuadro psiquiátrico severo en otra. Madres, padres, si me leen: no es culpa suya. No hay culpas individuales cuando se trata de problemas de salud mental. Hablo de determinantes sociales, económicos y ambientales que actúan de manera conjunta y estructural. Hoy los éxitos se consideran fruto de características individuales excepcionales y se tiende a pensar que un problema de salud mental es consecuencia de una característica individual. Poner el foco solo sobre los individuos e ignorar la responsabilidad colectiva niega la capacidad de la sociedad para generar salud o por el contrario desencadenar enfermedad, y nos deja en una absoluta soledad. La misma soledad que aumenta tres veces las posibilidades de tener problemas de salud mental, enfermedades cardiovasculares, y anticipa la muerte.
Quien trabaje en contextos de salud mental sabe que el camino hacia la recuperación debe seguir una vía personalizada. Pero “medicina personalizada” no debe traducirse por “medicina individualista”. Las recomendaciones no deben venir solo de quienes creen estar en control, porque ellos lógicamente asumen que los problemas (igual que sus propios éxitos) son consecuencia de acciones individuales y libres.
Si usted piensa que quienes vivimos en la Europa rica somos libres, le sugiero que hable con cualquiera de las mujeres golpeadas por sus maridos como expresión de frustración después de que Inglaterra perdiera la Eurocopa este 2021. La invitación de otras mujeres de la comunidad de abrir sus casas como refugios contra la violencia machista fue, efectivamente, una acción de salud.
La pandemia ha hecho evidente que las personas estamos expuestas a un alto nivel de incertidumbre y una falta de libertad real. Quizás esta crisis sanitaria ayude a reconocer que el éxito individual no es más que una ilusión propia de una estructura social insostenible, y que las soluciones deben ser colectivas incluso en los países más ricos del mundo. Con los avances en inteligencia artificial, es fácil que la toma de decisiones médicas se nutra de la historia vital de cada persona para comprender su trayectoria de enfermedad y el camino hacia la salud. Es hora de emprender esa vía.
Ximena Goldberg es psicóloga clínica, doctora en Biomedicina e investigadora en el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal).
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